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Gabriela Arias #2Lucia Maldonado #11Gabriela Mazariegos #12Abril Soria #18

La amistad con Dios es un proceso continuo y que cada persona puede encontrar formas únicas de cultivar y fortalecer esa relación, sin embargo, podemos acercarnos a él siendo honestos, dialogando con él, orando, predicando con el ejemplo y proclamando su palabra.

Como enseña Jesús en Lucas 18:1-8, se nos llama a ser persistentes en la oración, persistentes en la búsqueda de la justicia, y resilientes en todo lo que hagamos. Con respecto a la oración persistente, la viuda de esta parábola sirve de modelo para el discipulado. Una y otra vez, comparece ante el juez injusto y presenta su petición, sin darse por vencida. Ella fue resiliente, y fue fiel a sus creencias. Fue persistente en su búsqueda por la justicia. Orando, podemos obtener por parte de Dios cualquier cosa que le pidamos. Todo consiste en que nuestras oraciones sean dignas de Él. Por eso, debemos orar con el corazón puro, con perseverancia y humildad. El mismo Señor Jesucristo nos prometió que nuestras oraciones serían atendidas, al decir: “Y todo cuanto pidáis con fe en la oración, lo recibiréis”. Y, otra vez: “Pedid y se os dará”.

Es un proceso continuo que requiere de dedicación, practica y creyendo en el espíritu santo. Debemos dedicarle tiempo a la oración para poder conectarte con Dios, además debemos de amar a las personas de una manera incondicional, siguiendo su ejemplo.

Es fundamental porque fortalecemos la relación con Jesús, fortalece nuestro espíritu, mente, podemos llegar a imitar o seguir el ejemplo de Jesús, también es un método más fácil para comunicarnos con él es una conexión más directa que tenemos hacia él, además que podemos buscar una dirección a donde Jesús nos quiere llevar o guiar.