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Mapa Centro Cívico "Casa Madre"

Transcript

El LLedoner
Comedorsocial
Frutas Km.0
Don Benito Serra...
Gimnasio
Magdalena...
...la pintora
Salaordenadores
Paneles solares
Don Lorenzo
María Valdés-Isabel Yubal
Raíces Justas
Foncubertas S.L
FUNdación LAzos de SOLidaridad
Ludoteca
SALADEJUNTAS
F O N D E S O L
Conserjería
AseosVestuariosTaquillas
Oficinas centrales
Punto de encuentro
Ariadna
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Mogas Electrician
José Tous

Centro Cívico "Casa Madre"

Magdalena...

C/ Santa Engracia. 140 MADRID.

En el corazón del Centro Cívico se alza un pequeño este pequeño local con un propósito gigante: Frutas Kilómetro Cero, donde el sabor se une a la sostenibilidad. Aquí, las frutas y verduras descartadas por los supermercados encuentran una segunda oportunidad para brillar en los platos de la comunidad. Cestas rebosantes de color y frescura invitan a los transeúntes a disfrutar de productos locales y de temporada, reduciendo así la huella ambiental y apoyando a los agricultores de la región. Es más que un simple mercado; es un santuario de alimentos rescatados, donde cada compra es un voto por un mundo más justo y consciente. En Frutas Kilómetro Cero, la comida no es solo nutrición, es un acto de amor por el planeta y por aquellos que cultivan con esfuerzo y dedicación.

En el tranquilo paisaje de Ourense, se levanta un antiguo colegio de piedra, cuyas paredes encierran más que simples salones de clase. Fundado hace décadas, el colegio ha sido un faro de conocimiento y aprendizaje para un gran número de generaciones, pero también guarda un misterio intrigante que despierta la curiosidad de la Comunidad Educativa. Se rumorea que en los despachos hay antiguos manuscritos que revelan un revolucionario cambio metodológico, una innovación educativa que transformaría la manera en que se enseña y aprende. Los estudiantes, guiados por la emoción que supone esta nueva forma de aprender y enseñar, se embarcan en una búsqueda maravillosa de conocimiento y descubrimiento. Lo que encuentran es más que un cambio metodológico; es un legado de innovación que ha permeado está empapando las aulas, preparando a los alumnos para afrontar los desafíos cambiantes de la sociedad con creatividad, adaptabilidad y una sed insaciable de conocimiento. En cada rincón, en cada lección aprendida, se revela un tesoro invaluable: el poder transformador de una educación que trasciende las barreras del tiempo y del espacio.

Las oficinas centrales de Casa Madre son el motor que impulsa el corazón financiero y administrativo del lugar. Allí, entre montañas de papeleo y el zumbido constante de las calculadoras, un equipo de mentes maestras teje su magia financiera. Con maestría digna de un mago, equilibran presupuestos, navegan por laberintos fiscales y convierten números en arte. Cada factura pagada, cada céntimo de euro contado es como una pieza de un intrincado rompecabezas que encaja perfectamente bajo su mirada experta. Son los guardianes del tesoro de Casa Madre, los arquitectos del éxito administrativo que mantienen las ruedas del centro cívico girando con precisión suiza. En estas oficinas, el ingenio es moneda corriente, y el caos financiero se disuelve bajo la luz de la estrategia y la eficiencia.

En el corazón del Centro Cívico late la Ludoteca, un refugio de alegría y aprendizaje para niños que buscan un lugar donde crecer y sonreír. Aquí, niños abandonados encuentran un hogar temporal, donde el juego se convierte en su lenguaje universal y la risa en su medicina. Mamás luchadoras, con recursos limitados, confían en este santuario para dejar a sus pequeños mientras trabajan, sabiendo que están en manos amorosas y seguras. Además, niños con necesidades especiales encuentran en la Ludoteca un espacio inclusivo donde pueden desarrollarse y ser aceptados tal como son. Es un mundo de color y fantasía, donde cada dibujo es una historia y cada juego es una aventura. En la Ludoteca, los niños encuentran mucho más que un lugar para jugar; encuentran un hogar donde se alimentan sus sueños y se fortalecen sus esperanzas para el mañana.

Envuelto en un aura de serenidad y devoción, se encuentra el Punto de Encuentro, un espacio dedicado a la venerada fundadora, María Ana Mogas. Cada día, personas de todas las edades y procedencias acuden en silencio, con reverencia en sus corazones, para rendir homenaje a su legado de amor y compasión. Las velas parpadean suavemente, iluminando rostros que reflejan la gratitud y la esperanza. En este santuario, los susurros de las oraciones se entrelazan con el eco de los recuerdos y las promesas de seguir su ejemplo de servicio desinteresado. Es un lugar donde las lágrimas se mezclan con sonrisas, donde el consuelo se encuentra en la conexión espiritual con aquellos que han partido. El Punto de Encuentro es más que un lugar de recuerdo; es un refugio para el alma, donde se teje el hilo invisible que une el pasado, el presente y el futuro en un abrazo eterno de amor y gratitud hacia su fundadora.

En el bullicioso Centro Cívico, entre el constante trajín de actividades, se encuentra la Sala de Ordenadores, un remanso de tecnología y conocimiento. Aquí, personas de todas las edades y trasfondos se congregan para explorar el vasto mundo digital y expandir sus horizontes. El zumbido constante de las máquinas se mezcla con el clic-clic rítmico de los teclados, mientras las mentes curiosas navegan por la red en busca de información y aprendizaje. Es un lugar donde los sueños se hacen realidad con cada línea de código escrita y cada proyecto emprendido. En la Sala de Ordenadores, la tecnología se convierte en un puente hacia el futuro, donde la creatividad y la innovación se entrelazan en una danza digital de posibilidades infinitas. Es más que un simple espacio de computadoras; es el motor de la transformación digital en el corazón del Centro Cívico, donde se forjan los cimientos del mañana.

Raíces justas es un local de Casa Madre, allí venden artículos de comercio justo, de esta manera, llegan hasta el consumidor a través de una serie de cadenas de establecimientos comerciales y de tiendas como la suya. Estos establecimientos renuncian voluntariamente a parte de sus márgenes para que le quede un mayor beneficio al productor.

Con brochas en mano y corazones rebosantes de voluntad, voluntarios de la ciudad están convirtiendo esos lugares de casa madre en un oasis de esperanza. Han conseguido que los aseos brillen con frescos murales que inspiran sonrisas, las taquillas se han transformaron en bibliotecas de intercambio de libros, y los vestuarios se han convertido en talleres de arte para niños