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#MujeresMatemáticas

En agradecimiento a todas las mujeres que con su tenacidad y esfuerzo nos han ofrecido un encomiable ejemplo a seguir y han marcado un camino a las generaciones futuras. GRACIAS.

Almudena Casares Fernández

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Teano (siglo VI a.C.) Es considerada como la primera mujer matemática. Nació en Crotona, fue discípula de Pitágoras y se casó con él. Enseñó en la escuela pitagórica. Se conservan fragmentos de cartas y escritos que prueban que fue una mujer que escribió mucho, y eso mismo le atribuye la tradición, que considera como suyos varios tratados de matemáticas, física y medicina. Pero, quizá por resultar más interesantes a los monjes, que durante la Edad Media eran los guardianes del saber, la mayor parte de los textos que nos han llegado de las mujeres de la época hablan principalmente de problemas morales o filosóficos. El tratado Sobre la Piedad del que se conserva un fragmento con una reflexión sobre el número, se piensa que es de Teano. Se le atribuyen otros tratados sobre los poliedros regulares y sobre la teoría de la proporción, en particular, sobre la proporción áurea. A la muerte de Pitágoras, Teano pasó a dirigir la comunidad, con la escuela destruida y sus miembros exiliados y dispersos, sin embargo, con la ayuda de dos de sus hijas difundió los conocimientos matemáticos por Grecia y por Egipto.

Hipatia de Alejandría (370-415 d. C.) ¿Cuál era la situación de las mujeres en Alejandría? La situación de la mujer en el Imperio Romano no era mejor que la de Grecia, pues estaban siempre bajo la tutela del padre o del esposo, y sólo si quedan viudas o se divorciaban podían heredar y tener un patrimonio propio, pero entonces bajo la tutela del Estado, y tampoco era usual que recibieran una adecuada formación. Los cargos institucionales estaban exclusivamente reservados a los "hombres libres". Las mujeres estaban excluidas. Hubo mujeres como Melania, Paola, Eustochia y Macrina con autoridad pública, pero fueron excepciones. Hipatia también fue una excepción. Nació en Alejandría en el año 370 d. C. Su padre, Teón, matemático y profesor del Museo, se preocupó de dotarla de una excelente formación. En efecto, consiguió que tanto la belleza como el talento de Hipatia llegaran a ser legendarios. Hipatia fue una filósofa, una astrónoma y una matemática excepcional que superó incluso a su padre. Tenemos noticias de muchas de sus contribuciones científicas como la invención de aparatos tales como el areómetro. (aparato que sirve para medir líquidos); un planisferio; un aparato para medir el nivel del agua; otro para destilar agua. Era defensora del heliocentrismo, (teoría que defiende que la Tierra gira alrededor del Sol), frente al geocentrismo imperante en su época. Trabajó también sobre el Comentario a la Aritmética de Diofanto en trece libros y sobre la geometría de las cónicas de Apolonio. También elaboró tablas sobre el movimiento de los astros Sabemos que estudió en el Museo, viajó por Italia y Atenas. Cuando volvió a Alejandría fue profesora durante 20 años. Enseñó matemáticas, astronomía lógica, filosofía, mecánica,... y fue llamada "La Filósofa" que en griego es sinónimo de sabia. Hipatia era símbolo del ideal griego, pues reunía sabiduría, belleza, razón, y pensamiento filosófico, pero además era mujer, una mujer científica, y con papel político importante. No quiso convertirse al cristianismo, y fue acusada de ejercer influencia negativa sobre el prefecto romano Orestes. En Marzo del año 415 cuando tenía 45 años, un grupo de exaltados la sacaron de su carruaje en el centro de Alejandría, la desnudaron y con caracoles afilados le hicieron cortes hasta que murió. Aunque Orestes pidió a Roma que se realizase una investigación, nunca fueron castigados los culpables.

Émilie de Breteuil, marquesa de Chátelet (1706-1749) ¿Podéis imaginar una marquesa estudiando matemáticas? ¿Podéis imaginar unos salones dorados y cubiertos de tapices en cuyas tertulias en lugar de hablar de cotilleos y frivolidades se discutiera con ardor sobre matemáticas? ¿Se discutiera acaloradamente sobre el concepto de fuerza, masa, de derivada o de función? Émilie de Chátelet era marquesa y se dedicaba con pasión al estudio de esta ciencia, y en sus salones se deliberaba sobre estos problemas científicos. Gabrielle Émilie de Breteuil, nación en Francia. Émilie no respondía al prototipo de belleza de su época pues era ya desde niña muy alta, (medía 1'75 m.), con manos y pies muy grandes. Quizá por eso, su padre, pensando que no iba a casarse, se preocupó de que recibiera una excelente educación. Demostró poseer una capacidad intelectual inusual siendo niña. A los diez años ya había leído a Cicerón y estudiado matemáticas y metafísica; a los doce hablaba inglés, italiano, español y alemán y traducía textos en latín y griego como los de Aristóteles y Virgilio. Se convirtió en una mujer fascinante. Fue presentada a la corte con 17 años donde sacó provecho de sus muchos atributos y talentos. Su vida como dama no cambió ninguno de sus intereses científicos y apenas modificó sus hábitos de estudio. Cuando empezó a estudiar a Descartes su padre se quejaba a su tía diciendo:"Discutí con ella en vano; no quería comprender que ningún gran señor se casaría con una mujer a la que se le viera leyendo todo el día". Se casó y tuvo tres hijos. En el Café Gradot de París se reunían matemáticos y científicos. Se le prohibió la entrada por ser mujer y ella mandó que le confeccionaran unas ropas de hombre, y con sus piernas enfundadas en calzas y calzones volvió a aparecer, siendo vitoreada por sus colegas y admitida por los sorprendidos gerentes del café. Estudió a Leibniz y Newton, Tradujo al francés los Principia de Newton y contribuyó a divulgar los conceptos del cálculo diferencial e integral. Al traducir y analizar esta obra propagó sus ideas desde Inglaterra a la Europa continental, y permanecieron como ideas filosóficas hasta mediados del siglo XIX, y como parte fundamental de las matemáticas incluso en nuestros días. Escribió un ensayo de óptica, unas disertaciones sobre la naturaleza y la propagación del fuego, y un Discurso sobre la felicidad, en el que opinaba que la felicidad se consigue con buena salud, y con el estudio, marcándose metas y luchando por ellas. Escribió también el libro "Las instituciones de la física" que contiene uno de los capítulos más interesantes sobre cálculo infinitesimal. Ya había sido aprobada y elogiada la primera versión del libro cuando comentó a Samuel Kónig que ella era la autora de la obra, y le pidió que la ayudara con las revisiones a los primeros capítulos. Como un ejemplo más de todos los que han surgido a lo largo de la historia de apropiación de obras escritas por mujeres, Kónig tuvo la poca vergüenza de decir que él había dictado la obra a Émilie. Indignada, ella finalizó rápidamente la revisión de los primeros capítulos y acudió a Maupertuis y a la academia para reivindicar su trabajo, lo que no fue reconocido hasta que se publicó su siguiente obra, mucho después de su muerte.

María Gaetana Agnesi (1718-1799) Las actitudes tradicionales que se exigían a las mujeres durante el renacimiento fueron un impedimento para el desarrollo profesional de la mujer, sus ganas de aprender, y sobre todo para el avance de la ciencia, pues el estudio era para los hombres, no para hijas, esposas o madres. En un principio, sin embargo, llevados del entusiasmo de renacer del clasicismo griego y romano, los hombres privilegiados y elogiados de Europa permitían a las mujeres de su familia unirse al movimiento intelectual conocido como humanismo. Las mujeres igual que los hombres, leían, traducían, y escribían ensayos críticos sobre textos clásicos y cristianos. En Italia, esta época fue especialmente fructífera en lo que se refiere a la dedicación de mujeres a la ciencia: Elena Piscopia fue catedrática de matemáticas en la universidad de Padua; Diamente Medaglia escribió una disertación sobre la importancia del estudio de las matemáticas para las mujeres; María Ángela Ardinghelli estudió matemáticas y física en Nápoles; Laura María Catariana Bassi se doctoró en la universidad de Bolonia, fue profesora y publicó trabajos sobre física cartesiana y newtoniana; María Gaetana Agnesi, fue sin duda la más famosa de mujeres científicas italianas en esta época. El padre de María era profesor de matemáticas de la universidad de Bolonia y se había propuesto dar a todos sus hijos e hijas (veintiuno en total, de los cuales María era la mayor) una buena educación que incluyera una adecuada formación científica. María Gaetana Agnesi fue una niña muy precoz y dotada extraordinariamente para las ciencias y las humanidades. Los intelectuales de la localidad acudían a los salones de la casa de los Agnesi para poder escuchar las disertaciones y los ensayos de María sobre filosofía y matemáticas. A la edad de 9 años María escribía y hablaba perfectamente latín, griego, hebreo, italiano, francés, alemán y español y discutía sobre diferentes cuestiones en cualquiera de estas lenguas. La muerte de su madre cuando ella tenía veintiún años cambió radicalmente su vida. A partir de entonces la responsabilidad de tan gran familia recaía directamente sobre ella por un motivo claro en la sociedad de la época y que se ha venido arrastrando durante los siglos posteriores: ella era mujer, la mayor de todos los hermanos. Se acabaron la comunicación en los salones con los intelectuales de la época y el reconocimiento en público a sus aportaciones. Las circunstancias de la vida habían obligado a que su dedicación a la ciencia se ralentizara y éste era un hecho comprendido y razonable para quienes la rodeaban. El mismo año de la muerte de su madre quiso entrar en un convento y se encontró con la oposición rotunda de su padre. A partir de entonces su vida fue la de una mujer muy entregada a su familia y a su prójimo. Intentaba continuar con sus estudios de matemáticas a pesar del trabajo y la responsabilidad extraordinaria que le exigía su numerosa familia y se cuenta que en alguna ocasión, después de trabajar intensamente, se enfrascaba con un problema de matemáticas hasta que, exhausta, iba a dormir y a la mañana siguiente comprobaba que había escrito sonámbula la solución completa. Su carrera como matemática la ocupó durante veinte años. Publicó una colección completa de ciento noventa artículos sobre ciencias naturales y filosofía titulada Proposiciones filosóficas. Se dedicó en profundidad al estudio del Álgebra y la Geometría y nueve años más tarde aparecieron publicadas la Instituzioni Analitiche, sin duda la obra más importante sobre su carrera matemática. Aunque la academia de París reconoció la valía de esta obra y decidió su traducción al francés, le negó el ingreso como profesora. Se encargó en Italia de los cursos de su padre, convirtiéndose así en la primera mujer de la historia que había dado clase de matemáticas en una universidad. Años más tarde le ofrecieron la cátedra de Matemáticas Superiores en la Universidad de Bolonia, aunque no aceptó. A la muerte de su padre, dos años después, renunció completamente a las matemáticas e ingresó en una orden religiosa en Milán, consagrando sus esfuerzos a la teología, a socorrer a los pobres e indigentes y a educar a sus hermanos y hermanas.

Carolina Herschel (1750-1848) La mayoría de las astrónomas de los siglos XVII y XVIII accedieron a esta ciencia como ayudantes de sus hermanos, padres o maridos, y como el trabajo lo realizaban en casa les resultó fácil triunfar en esta profesión que no les impedía realizar las tareas domésticas, cuidar de niños y enfermos y demás funciones que la sociedad les tenía asignadas. Pero muchas veces sus aportaciones quedaron enmascaradas por las del hombre con el que trabajaron. Carolina Herchel es la astrónoma más famosa de todos los tiempos, pues además del trabajo que realizó a la sombra de su hermano, descubrió diez cometas y tres nebulosas, una de ellas la compañera de Andrómeda y realizó un catálogo con dos mil quinientas nebulosas por el que recibió la Medalla de Oro de la Real Sociedad de Astronomía. Fue su sobrino John Herschel, hijo de William y presidente de la Sociedad el que recibió la medalla en su nombre, ya que a pesar de todos los descubrimientos realizados, seguía pensando que era peligroso para las mujeres atraer demasiado la atención sobre ellas. También la nombraron miembro honorario de la Sociedad junto a Mary Sommerville, siendo las primeras mujeres en recibir ese honor. La nombraron miembro de la Real Academia Irlandesa y el rey de Prusia le concedió la Medalla de Oro de las Ciencias. Esta lluvia de premios al final de su vida era el reconocimiento a toda una vida de trabajo y descubrimientos, aunque según ella no le servían para nada, porque estaba medio ciega y no podía utilizarlos para proseguir sus investigaciones. Sin embargo y a pesar de su ceguera continuaba leyendo los trabajos científicos y siempre estuvo interesada por los últimos desarrollos de la astronomía. Murió con 97 años y a pesar de que durante una gran parte de su vida fue la ayudante de su hermano, y que por su falta de autoestima y los prejuicios que en esta época había hacia las mujeres, sólo al final de su vida fue reconocido su trabajo, ha sido sin duda la mujer que más ha contribuido al avance de la astronomía de todos los tiempos.

Sophie Germain (1776-1831) Sophie Germain nace en París, la ciudad considerada entonces el centro europeo de la cultura y de la ciencia. Este hecho podría haber supuesto una circunstancia favorable para ella, sin embargo su camino estuvo marcado por las ideas sexistas de la época. Sus padres se inquietaron ante el hecho de que orientara sus estudios hacia la ciencia y pusieron toda clase de impedimentos para obligarla a abandonar esta tarea. Le suprimieron la calefacción, las ropas de abrigo y las velas para estudiar de noche. Sophie se las ingenió para ocultarse y continuar trabajando, hasta que un día la encontraron dormida sobre su escritorio con la tinta congelada sobre unos escritos en los que aparecían numerosos cálculos matemáticos. Cedieron por fin a la vista de su tenacidad y le dejaron plena libertad para continuar estudiando. Cuando se funda la Escuela Politécnica, la ilusión de Sophie queda frustrada por el hecho de que no se admiten mujeres ¡la Escuela Politécnica de París no admitirá mujeres hasta 1970!, pero al fin se hace con algunos apuntes de Análisis de Lagrange y cuando ve la oportunidad de presentar un trabajo a los profesores de la Escuela, lo hace bajo el seudónimo de Antoine-Auguste Le Blanc. Impresionado Lagrange por la calidad y originalidad del trabajo quiso conocer a su autor. Al verla le manifestó su sorpresa ya que su nivel de conocimiento le resultaba inhabitual en una mujer de su época, vaticinándole un gran futuro como analista. Su interés por la Teoría de Números surge, en 1801, tras la lectura de Disquisitiones Arithmeticae que Karl Friedrich Gauss acababa de publicar. Comienza así una correspondencia con Gauss, manteniendo el seudónimo de Le Blanc ante el temor de resultar ridícula como "mujer erudita". Cuando Napoleón conquistó Prusia, Sophie llegó a temer por la vida de Gauss y realizó gestiones personales para velar por su seguridad, pero olvidó utilizar su seudónimo, de forma que se vio sorprendido ya que no conocía a ninguna Sophie Germain. Ella en su siguiente carta le reveló su verdadera identidad. Gauss escribió entonces: "Una mujer, a causa de su sexo y nuestros prejuicios encuentra infinitamente más obstáculos que un hombre para familiarizarse con los problemas de las matemáticas. Sus investigaciones indican que posee una valentía notable, talento extraordinario y un genio superior" La Academia de Ciencias ofreció un premio consistente en una medalla de oro de un kilo (tres mil francos) al mejor ensayo sobre las teorías y ecuaciones matemáticas que explicaran el comportamiento de la arena sobre las placas vibrantes. Laplace, organizó el concurso en 1809, pretendiendo que fuera ganado por su protegido, Poisson, pero éste no participó ya que el tema parecía demasiado difícil para los matemáticos de la época. Sophie fue la única concursante y presento una memoria anónima a la Academia que fue considerada por sus miembros incompleta e incorrecta. Dos años más tarde, considerándolo un reto, vuelve a presentar otra memoria, obteniendo esta vez la mención de honor. Al fin, el 8 de enero de 1816, se concedió a Soplie un premio extraordinario (medalla de oro) de Primera Clase de la Academia de las Ciencias, por su trabajo. Se creó una gran expectación ante el hecho de que, fuera una mujer la persona premiada pero Sophie no acudió a recibir esta mención, desanimada por las actitudes anteriores de menosprecio de sus colegas hacia los que ya no sentía admiración. Escribió también sobre otras materias como historia, filosofía y química, aportando un punto de vista interdisciplinar sobre el conocimiento. Fourier, que admiraba a Sophie, consiguió que fuera la primera mujer no esposa de académico que pudiera asistir a las sesiones de la Academia. A pesar del reconocimiento académico que se le manifestó, nunca obtuvo ningún título. Fue Gauss, que no llegó a conocer personalmente a Sophie a pesar de su extensa correspondencia, quien la propuso para el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Góttingen, pero su propuesta fue inicialmente rechazada. Unos meses después de su muerte, Gauss consiguió por fin que la citada Universidad otorgara a Sophie este título. El Siglo de las Luces no estaba preparado para reconocer el brillo de una mujer que dedicó gran parte de su vida a la Ciencia. Sophie quiso entrar en ese "universo masculino" con su trabajo, consciente de que la causa de su exclusión se debía a su sexo y no a su capacidad que, muy a pesar de muchos, fue en parte reconocida. Un Liceo y una calle de París llevan su nombre en la actualidad.

Mary Somerville (1780-1872) Mary nació en Escocia. Pasó su infancia en el campo, en contacto con la naturaleza lo que estimuló su carácter observador, pero sin una formación básica sistematizada de manera que a los diez años apenas sabía leer y su madre le hacía practicar con la Biblia. Al fin su padre decidió enviarla a un internado que fue para ella un auténtico suplicio, ya que su profesora le hacía aprender páginas enteras de diccionarios de memoria. Un primer encuentro interesante en su vida sucedió cuando tenía trece años. Conoció al doctor Somerville, que posteriormente se convertiría en su suegro, quien al percibir los deseos de Mary por aprender le muestra la historia de las mujeres sabias de la antigüedad, y le anima a aprender latín y a leer a Virgilio. Un curso de pintura y danza al que asiste le descubre cuestiones de perspectiva y geometría que había leído en los Elementos de Euclides. Sus primeras experiencias en resolución de problemas consisten en solucionar los pasatiempos matemáticos de las revistas femeninas. Cuando el tutor de su hermano le daba clase, Mary se las arreglaba para estar presente y resolvía con gran rapidez las cuestiones que éste planteaba a su hermano. Viendo el enorme interés que ella tenía por las matemáticas accedió a comprarle libros científicos, y la ayudó a leerlos y a resolver los problemas del primer libro de Euclides. Al poco tiempo se vio sobrepasado por el nivel que su alumna había alcanzado. Ella sabe compaginar de forma inteligente sus clases de piano y labores del hogar con el estudio del álgebra y la lectura de los clásicos. Termina así los seis primeros libros de Euclides. A los 24 años se casa con Samuel Greig, capitán de la marina rusa, un hombre sin ningún conocimiento científico al que no le gustan las mujeres sabias, pero Mary aprovecha la libertad que le supone este matrimonio para continuar sus estudios matemáticos. Tres años después muere su marido y ella se encuentra viuda, con dos hijos, viviendo en Londres y con una independencia económica que sabe aprovechar para conducir su vida hacia su verdadera pasión: las matemáticas. Su primer éxito fue ganar una medalla de plata por la solución de un problema sobre ecuaciones diofánticas. Su primo Wiliiam Somerville se convierte en su segundo marido. Es médico y comparte su interés por la ciecia. Su matrimonio puede considerarse duradero y feliz. Sus amigos le envían libros y trabajos científicos, la invitan a conferencias y acuden a la casa de los Somerville para compartir sus experimentos. Mary comienza a desarrollar sus ensayos sobre la refracción de los rayos solares, transmisión de los rayos solares sobre diferentes medios, etc. Trabaja en lo que podría considerarse un antecedente de la fotografía, observando los efectos de coloración que se producen sobre el papel bañado en cloruro de plata expuesto al sol. El presidente de la Cámara de los Lores, gran admirador de Mary escribe a su marido instándole a que la convenza para que traduzca la Mecánica Celeste de Laplace. Este trabajo le supuso cuatro años. En una visita que Laplace efectuó a los Somerville, éste comentó que sólo dos mujeres habían sido capaces de leer la Mecánica Celeste, ambas escocesas, la señora Greig y Mary Somerville, quedando sorprendido al comprobar que se trataba de la misma persona. Su siguiente publicación fue sobre la conexión de las ciencias físicas. Por su interés demostrado en astronomía fue nombrada junto con Carolina Herschel miembro honorario de la Real Sociedad de Astronomía, siendo las primeras mujeres que obtuvieron tal honor. Obtiene numerables distinciones de la Real Academia de Dublín, de la british Philosophical Institucion y la Societé de Physique et d'Histoire Naturelle de Ginebre. La reina Victoria le concedió una pensión anual de 200 libras esterlinas, aumentada dos años más tarde a 300 libras. Era por tanto una persona de alto prestigio en la comunidad científica, totalmente reconocida en diferentes países y se sentía feliz por poder disfrutar de una independencia económica que le permitía seguir estudiando. Tras una etapa en Italia, publica Physical Geography, manuscrito que estuvo a punto de quemar y del que se hicieron siete ediciones. Sufre una fuerte depresión tras la muerte sucesiva de su marido y de uno de sus hijos. Sus hijas la animaron a que iniciara un nuevo proyecto. Vive entonces en Nápoles y con 85 años comienza a escribir su cuarto libro. A los 89 años escribe su autobiografía y sigue estudiando matemáticas con 92 años. Quienes tuvieron la suerte de conocerla no dudaron en llamarla "la reina de las ciencias del siglo XIX".

Sonia Kovalevskaya (1850-1891) Nació en Moscú, segunda hija fue una decepción para sus padres, pues su padre deseaba sobre todo tener un hijo varón. Su educación fue confiada a varias institutrices, y fue la última de ellas, una mujer inglesa con la que pasó la mayor parte de su niñez, la que dejó más huella en su vida. Los castigos corporales estaban prohibidos pero sin duda la institutriz había averiguado cuáles eran los métodos que hacían sentir a Sonia más humillada y eran esos los que utilizaba constantemente. Además de su hermana, dos de sus tíos influyeron notablemente en su vida. Uno de ellos era un auténtico amante de la lectura y el otro le hablaba de ciencia y bilogía. A los trece años comenzó a mostrar unas muy buenas cualidades para el álgebra pero el padre, a quien le horrorizaban las mujeres sabias, decidió frenar los estudios de su hija. Un año más tarde recibieron en la casa la visita de un profesor de física, que le dejó un libro de óptica. Sonia empezó a estudiarlo pero se encontró con que utilizaba razones trigonométricas que no había visto nunca. Entonces fue directamente el profesor a preguntarle qué era exactamente un seno, pero él, sin hacerle demasiado caso, le contestó que no lo sabía. De modo que Sonia comenzó a analizar y a explicar lo que era un seno partiendo de cosas que ya conocía llegando a sustituirlo por el arco. La siguiente vez que vio al profesor le pidió que discutieran sobre su libro; éste se quedó estupefacto y se dirigió excitado al padre de Sonia para recomendarle que facilitara a su hija el estudio de las matemáticas, explicando que su desarrollo sobre el concepto de seno había sido exactamente el mismo con el que históricamente se había introducido el concepto en matemáticas. En Rusia se impedía el acceso de las mujeres a la universidad. Sonia recurrió a asociaciones y comunidades de jóvenes revolucionarios para escapar del control paterno y poder salir a estudiar. Se casó con Kovalevsky y marchó a Heidelberg para continuar sus estudios de matemáticas. Allí se encontró con que tampoco estaba permitido el acceso a mujeres a la universidad y después de muchos esfuerzos consiguió que la admitieran como oyente. Pronto consiguió atraer la atención de los profesores que la consideraban un fenómeno extraño. Años más tarde decidió dedicarse por entero a las matemáticas y estudiar en la universidad de Berlín con Weierstrass, a quien consideraba el mejor matemático de la época. Pero en Berlín era prácticamente imposible que le permitieran asistir como oyente. Gracias a las recomendaciones de sus profesores de Heidelberg y a su empeño y motivación, Weierstrass accedió a trabajar con ella de modo privado. Comenzó con su trabajo de doctorado, escribió sobre tres temas: Ecuaciones en derivadas parciales, un tipo específico de integrales y un tercer tema relacionado con la astronomía. Weierstrass afirmaba que cualquiera de los tres trabajos era suficientemente bueno, pero, ¿cómo y dónde presentarlo? en Berlín era imposible. Lo intentaron en la universidad de Göttingen y allí donde no había mujeres pero sí muchos investigadores extranjeros, tras muchas gestiones pudo presenta sus tres trabajos y recibió el grado de doctora summa cum laude. En ninguna ciudad le permitían dar clase en la universidad. Se trasladó a Rusia con su marido y durante seis años se mantuvo alejada de la investigación y las matemáticas. Después, dos matemáticos la convencieron para continuar estudiando y por fin pudo ser tomada en serio por la comunidad rusa. En Suecia, un grupo de personas, reunieron fondos para la creación de una universidad donde las mujeres podrían acudir exactamente con las mismas oportunidades que los hombres. Durante el primer año de residencia en Suecia, Sonia escribió el más importante de sus trabajos matemáticos, por el que más tarde sería recompensada por la Academia de Ciencias de París. El trabajo examinaba el problema de la rotación de un cuerpo sólido alrededor de un punto fijo bajo la influencia de la fuerza de la gravedad. Algunos de los matemáticos más privilegiados, entre ellos Euler, Lagrange y Poisson, habían dedicado sus esfuerzos a resolverlo. Por este trabajo ganó el premio de la Academia, cuando se habían presentado más de quince. Aquellos años fueron especialmente fructíferos también para Sonia en su producción literaria. Siempre le había apasionado escribir y en esta época escribió varias novelas y obras de teatro. Su dedicación simultánea a las investigaciones matemáticas y a la literatura causó cierto desconcierto en muchas personas de su alrededor.

Emmy Noether (1882-1935) Nació en Alemania. Su padre era catedrático de la universidad de Erlangen. Él era un apasionado de su trabajo y supo transmitir a su hija ese amor hacia las matemáticas. Pese al interés de su padre por la formación científica, Emmy no se libró de una educación tradicionalmente femenina y convencional: tenía que aprender piano, participar en bailes y "educarse para llevar una casa", lo que incluía cocinar, limpiar y planchar. En lo que se refiere a su formación universitaria, comenzó estudiando inglés y francés y después de superar los exámenes que la calificaban para enseñar idiomas decidió continuar en la universidad y dedicarse a las matemáticas, enfrentándose a los prejuicios de la época. Aunque en la universidad de Erlangen había declarado que el ingreso de las mujeres "destrozaría el orden académico", se le concedió asistir a clase con un permiso especial pero sin embargo no le daba derecho a examinarse. Años más tarde la universidad modificó su política y con un trabajo sobre teoría de invariantes consiguió el doctorado. Durante los años posteriores trabajó en el instituto matemático de Erlange pero sin percibir salario, únicamente con la satisfacción de poder continuar allí sus investigaciones. Durante estos años se trasladó a Góttingen, el principal centro matemático de Europa, donde trabajó con matemáticos tan importantes como Hilbert y Klein. Enunció el teorema conocido en el mundo de la física como "teorema de Noether", esencial en la teoría de la relatividad general y en el estudio de las partículas elementales. Se convirtió en una verdadera especialista en teoría de invariantes y en la década de los años 20 comenzó con una serie de publicaciones que modificarían definitivamente el álgebra. Se le prohibió dar clase en la facultad pues el profesorado debía ser masculino. Hilbert intentó corregir esta injusticia pero se encontró con la firme oposición de la facultad. Por fin ambo adoptaron la solución de anunciar los cursos bajo el nombre de Hilbert aunque fuera ella quien impartía las clases, tratando de probar así su competencia y darse a conocer. Finalizada la primera guerra mundial, fue derogado el anticuado reglamento y se anunció un curso con su nombre aunque aún no tenía derecho a sueldo. Los cambios políticos del momento modificaron radicalmente la carrera profesional de Emmy. Los nazis alemanes ensalzaron el papel de la mujer tradicional y aunque en un principio afirmaron que retirarían a todas las mujeres casadas del mundo laboral, en la práctica dirigieron sus esfuerzos contra las mujeres profesionales (algunas solteras) en los escalafones más altos de la economía. Inmediatamente despidieron a todas las mujeres directoras de escuelas y también a varias funcionarias del estado. Se estableció un cupo de un diez por ciento para estudiantes mujeres en la universidad. Emmy lo reunía todo: era una intelectual, pacifista, judía y liberal, así que se vio obligada a reorientar su carrera y abandonar Alemania. Se trasladó a Estados Unidos como profesora en una escuela universitaria femenina de Pennsylvania y en el Instituto de Estudios Avanzados de Princenton, donde se encontraba entonces Einstein. Su voluntad de trabajo y su gran calidad como matemática la hicieron ganar una posición de profundo respeto entre sus compañeros y entre sus alumnos y alumnas.

Grace Chisholm Young (1868-1944) Podemos apreciar la opinión predominantemente negativa que en aquella época se tenía sobre la mujer, a través de alguien tan "progresista" como Darwin que manifestaba en "Origen de las Especies": "Se admite en general que en la mujer los poderes de la intuición son más señalados que en el hombre, pero algunas de estas facultades, al menos, son características de las razas inferiores, y, por consiguiente, de un estado de civilización pasado y menos desarrollado". Grace nació en Inglaterra. Era la pequeña de cuatro hermanos y quizá por eso su educación fue un tanto informal y muy diferente a sus hermanos varones. Sólo le enseñaban lo que quería aprender y como le gustaba el cálculo mental y la música se educó en casa hasta que tuvo diez años, pues su madre podía darle clases de esas materias. A esa edad le pusieron una institutriz que fue suficiente para que a los diecisiete pasara los exámenes de Cambridge. Si hubiera sido varón, al año siguiente habría comenzado sus estudios universitarios, pero al ser una mujer, esta posibilidad ni siquiera fue considerada. A los veintiuno decidió continuar estudiando. Aunque quería estudiar medicina, su madre no aprobó esta decisión, por lo que con el apoyo de su padre comenzó a estudiar matemáticas. Entró en la universidad de Cambridge. Tuvo dificultades para asistir a las clases de Arthur Cayley pero obtuvo allí su licenciatura. Para proseguir su carrera como matemática tuvo que abandonar su país, pues en él no era posible que una mujer se doctorase; así que se fue a Göttingen, donde estaba Klein que la ayudó con su cordialidad y apoyo. Grace consiguió doctorarse y podemos decir que es la primera mujer que consiguió su doctorado en matemáticas de forma "normal". Volvió a Inglaterra, y su tesis fue reproducida y enviada a aquellas personas a las que le pudiera interesar. Una de estas personas fue William Young que le pidió su colaboración para escribir un libro de astronomía. William la solicitó en matrimonio y ella lo rechazó, pero la insistencia de William no cesó hasta que se casaron. Grace tuvo seis hijos y una familia tan numerosa no permitía desarrollar muchas actividades fuera del hogar, por lo que su creatividad se dirigió fundamentalmente a la educación de sus hijos hacia quienes estuvieron dedicadas muchas de sus obras. Escribió "Primer libro de geometría" en colaboración con su marido. Este libro se ha reeditado recientemente, causando sorpresa por lo "moderno" que resulta aún hoy. Además de tener que cuidad de sus hijos, William, cuando estaba en casa monopolizaba completamente su tiempo con excesivas demandas. A pesar de esto, Grace fue capaz de escribir una considerable cantidad de excelentes trabajos, aunque desgraciadamente muchas de las obras y los más de doscientos veinte artículos que publicó junto a su esposo llevaron impresa la autoría exclusiva de éste, a pesar de ser durante las ausencias de su marido, cuando él iba a trabajar fuera, cuando ella reencontraba su energía productiva y se ponía a escribir y a investigar. Fue cuando William estuvo en la India, cuando ella elaboró una serie de textos sobre los fundamentos del cálculo diferencial e integral, hizo importante aportaciones a la Integral de Lebesgue, a las Series de Fourier y al estudio de las Derivadas de funciones reales. Observamos que mientras ella estudiaba en Cambridge era estimada como una matemática brillante, y William, aunque era considerado como buen profesor, no hizo ninguna investigación original antes de trabajar con ella, para, de repente, a la edad de treinta y cinco años, convertirse en un matemático creativo.

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#MujeresMatemáticas

Maryam Mirzakhani (1977 – 2017) Maryam Mirzakhani fue una matemática iraní, nacida en Teherán. Casada con tres hijos pasó a ser conocida internacionalmente en agosto de 2014 al convertirse en la primera mujer galardonada con la Medalla Fields, el premio más prestigioso en matemáticas. Fue profesora de matemáticas en Stanford y destacó en una amplia gama de técnicas y áreas de las matemáticas –incluyendo álgebra, cálculo, análisis complejo y geometría hiperbólica La Medalla Fields no es el primer premio que ganó Mirzakhani, puesto ya consiguó el Premio Blumenthal para la Promoción de la Investigación en Matemáticas Puras en 2009 y el Premio Satter de la American Mathematical Society en 2013, que reconoce una contribución destacada en la investigación matemática por una mujer en los seis años anteriores.

Clara Grima (1971 - ) Nacida en Coria del Río (Sevilla), casada y con dos hijos es Doctora en Matemáticas y profesora titular del área de Matemática Aplicada de la Universidad de Sevilla. Compagina su labor de docente e investigadora con la divulgación de las Matemáticas. Ha escrito varios libros divulgativos y científicos, especialmente dedicados a niños, adolescentes y jóvenes como son: “En busca del grafo perdido”, “¡Que las matemáticas te acompañen!”, “Mati y sus mateaventuras”, “Hasta el infinito y más allá", “Las matemáticas vigilan tu salud”. En 2018 descubrió una nueva forma geométrica denominada escutoide, junto a su equipo científico. Clara Grima preside la comisión de divulgación de la Real Sociedad Matemática Española y ha recibido numerosos premios y reconocimientos, de entre los que destacan el “Premio Ciencia en acción”, el “Premio Prisma Especial del Jurado” o el “Premio Mario Bohoslavsky”. Además, en 2022 ha sido incluida en la lista Forbes de “Los 22 protagonistas que cambiarán el 22”.

Bibliografía

Figueras, Lourdes, Molero, Maria. El juego de Ada. Matemáticas en las Matemáticas. Proyecto Sur. (Granada)Stadler, M. M. (2016, 3 febrero). Maryam Mirzakhani: «Dibujar garabatos ayuda a mantenerse conectada al problema». Mujeres con ciencia. https://mujeresconciencia.com/2016/02/03/maryam-mirzakhani-dibujar-garabatos-ayuda-a-mantenerse-conectada-al-problema/(2023, 10 febrero). Conoce a Clara Grima y a sus calculadoras de la colección ‘Women in Science’. CALCULADOS. https://www.calculados.com/conoce-a-clara-grima-y-a-sus-calculadoras-de-la-coleccion-women-in-science/