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LA EVALUACIÓN DE DESEMPEÑOS PARA LA MEJORA DEL APRENDIZAJE

Un instrumento de evaluación se puede definir como una herramienta que permite establecer una valoración sobre el grado de consecución de los aprendizajes (de forma cuantitativa o cualitativa). Vamos a centrarnos en tres instrumentos de evaluación que se utilizan básicamente en la educación no universitaria para valorar realizaciones:

  • Listados de comprobación
  • Escalas de valoración
  • Rúbricas
En estos instrumentos situaremos los indicadores de logro antes formulados. Es útil empezar a diseñar redactando unos buenos criterios de realización (indicadores de logro, es decir, lo que observamos), en una lista de comprobación o una escala y, posteriormente, evolucionarlos a una rúbrica. La comunidad autónoma andaluza sitúa aquí la valoración de los criterios de evaluación. De forma global describiremos el nivel de logro de ese criterio. Para poder valorar en qué nivel sitúo a cada alumno/a, diseñaré las evidencias que sean más adecuadas y sus indicadores; finalmente, con esa información, calificaré el criterio de evaluación.

Un concepto, y práctica, que amplía e incluye la evaluación formativa es el de evaluación auténtica. Es un enfoque que incluye prácticamente los rasgos principales de lo que debería ser una evaluación transformada a una nueva realidad de conocimientos, una nueva escuela. En definitiva, se basa en evaluar aprendizajes sobre actividades que simulan contextos reales, donde los conocimientos, las habilidades y las actitudes se ponen en juego para resolver de forma efectiva una situación. Efectivamente, es una evaluación de competencias, y encaja muy bien con la evaluación de una situación de aprendizaje. Todos estos rasgos se pueden reagrupar en tres factores fundamentales); sin embargo, si fuese posible elegir, destacaríamos uno de ellos: la importancia del contexto. La evaluación auténtica no puede darse si no se enfocan las actividades que se evalúan desde el punto de vista del contexto, es decir, el centradas en el DESEMPEÑO. Así, estas actividades deben plantearse en contextos realistas y cercanos al alumnado. Este realismo, sobre los conocimientos, las destrezas y las actitudes implícitas en los objetos de aprendizaje a aplicaciones de la vida diaria, en contextos personales, académicos, familiares o sociales.

Los retos o situaciones en las que se demanda a un estudiante que realice una acción (o conjunto de ellas) con el objeto de evaluar sus conocimientos, destrezas y actitudes constituyen un foco importante de evidencias para el aprendizaje. Es decir, son las pruebas de que donde se demuestra el aprendizaje. Siguiendo una primera clasificación que hace Wiggins (1998), podemos adaptarla a tres tipos de evidencias:

  • Respuestas a preguntas cerradas / abiertas o construidas (por escrito, oralmente, digitalmente): elección múltiple, verdadero/falso, asociación, ordenación; rellenar huecos (frases o palabras), frases o párrafos, etiquetar un diagrama, tablas, ilustraciones, mapas conceptuales, diagramas de flujo.
  • Productos: ensayo, trabajo de investigación o laboratorio, entrada o artículo en un blog, poema o canción, portfolio, exhibición artística, modelo, maqueta, proyecto de ciencias, vídeo, audio, hoja de cálculo, base de datos…
  • Desempeños y procesos: presentación oral, coreografía, demostración en ciencias, habilidades físicas, actuación teatral, debate, recital, exhibición artística, toma de decisiones, proceso de descripción, análisis, creación, planificación, revisión, diálogos, participación en grupo...
Con todo esto queremos aclarar una cuestión importante. La situación de aprendizaje es, por encima de todo, es un desempeño, que implica globalidad. Por ello, la evidencia con más valor será la realización de la misma, considerando claramente el proceso. Para valorarla utilizaremos rúbricas de criterio, es decir holísticas o globales, pues estamos poniendo el foco en ese desempeño.

Los referentes de la evaluación (en término de aprendizaje), no pueden ser otros que la concreción que se hace de éstos en los criterios de evaluación. Una evaluación válida y fiable procurará que estas actividades de evaluación permitan desarrollar y comprobar los aprendizajes definidos en el currículo y, a su vez, éstos guiarán en el contexto de dichas actividades, el diseño de los instrumentos de evaluación (esto parte del análisis de competencias y criterios). La alineación de estos tres elementos, por tanto, se considera crucial en el diseño de la evaluación: criterios, actividades e instrumentos de evaluación.

Para establecer la diferencia entre evaluación y calificación hay que situar estos dos términos relacionados, pero con implicaciones diferenciadas. La evaluación, de forma abreviada, es el establecimiento de un juicio sobre personas, organizaciones o cosas en relación con unos objetivos o criterios. Y a ello se le añade que se constituye como un proceso que tiene como finalidad la toma de decisiones. Cuando se habla de evaluación del alumnado se trata de establecer juicios sobre su desempeño o conducta en relación con criterios establecidos (en términos de aprendizaje). Finalmente, nos queda calificar el desempeño, logro o conducta de este individuo o grupo usando unas escalas y valores específicamente establecidos. En definitiva, evaluar es una acción más amplia que calificar, siendo un proceso implícito en la misma. No son dos procesos enfrentados y deben de ser coherentes entre si. Sin embargo, el foco de la evaluación de la situación de aprendizaje está en la valoración para la mejora.

¿Qué observo en los aprendizajes de nuestro alumnado? Los pistas, los rasgos, las señales son los INDICADORES DE LOGRO, o criterios de realización. Se formulan como características en positivo o conductas de éxito. Se obtienen de los criterios de evaluación (de sus acciones evaluables, sobre todo) y de los descriptores operativos de las competencias. En ellos se incluyen cuestiones del contexto en el que estamos evaluando, relacionadas con las evidencias.