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Beato Padre Marianito Patrono de

¡UN HOMBRE, UN SACERDOTE, UN FIEL SEGUIDOR Y TESTIGO DE CRISTO!

PADRE MARIANITO

diversos personajes ilustres, quienes han marcado la historia por su vida y obra. Basta recordar a Epifanio Mejía, Tomás Carrasquilla, Pedro Nel Gómez y otros que desde su perspectiva y su vocación, han dejado una huella imborrable.

Antioquia, conocida como una región montañosa y a la vez de cultura tradicionalmente católica, ha sido cuna de

Tal vez porque la Iglesia siempre tenga como presupuesto “trabajar en silencio”, la figura de muchas personas (laicos, sacerdotes o consagrados), pasa desapercibida o poco interesante, en cuanto que es una tarea que parte de la cotidianidad, de la vida de cada día, pero que trasciende: porque se hace no a título personal, sino en nombre de Dios, como don y responsabilidad

La mirada se enfoca ahora en el norte antioqueño y hay que empezar mencionando a Yarumal, municipio que, encumbrado sobre una montaña, resalta y sobresale por ser epicentro de la fe, por la calidez de sus habitantes, por la caracterizada dedicación al trabajo de sus gentes, el arraigo de las buenas costumbres y de la tradición familiar.

De un hogar constituido por el matrimonio, nació el 14 de octubre de 1845, Mariano de Jesús Euse Hoyos, y con él, el regalo de Dios para la comunidad creyente, pero también para quienes, desde una fe seguramente tambaleante, mirarían y constatarían la labor y el testimonio de un ser humano, con capacidad de integrar a su vida la fe y el amor a Dios, reflejado en la cercanía y la entrega a sus hermanos

Tratar de contar cada acontecimiento en estas líneas, no es el objetivo. Sin embargo, es necesario y a la vez justo, reconocer en él una vida de austeridad, de fe, de humildad en su consagración.

En cuanto a su hogar, es menester hacer alusión a los padres de Mariano, quienes entre sus virtudes, eran reconocidos por ser muy religiosos, de ahí que, desconfiando de la escuela pública, que entonces se comportaba de modo muy hostil a la Iglesia, se ocuparon personalmente de la educación de su primogénito. De ellos aprendió aquel infante no sólo las buenas costumbres, sino también a leer, a escribir y a familiarizarse con los manuales de las ciencias. El empeño de los padres dio sus frutos, y muy pronto, el muchacho comenzó a enseñar a otros niños menos afortunados que él.

Cuando a los 16 años manifestó su deseo de ser sacerdote, fue confiado a la solicitud de su tío Fermín Hoyos, párroco de Girardota, sacerdote de reconocidas virtudes y de ciencia. A su lado, Mariano, con grande ahínco y perseverancia, dio comienzo a su formación cultural y espiritual. Acompañó a su tío cuando éste fue trasladado a San Pedro de los Milagros como párroco y vicario foráneo. Mariano pasaba su vida, sencilla e íntegra, entre la oración, el estudio y el trabajo.

El 3 de febrero de 1863, ingresó al Seminario Conciliar de Medellin, donde tuvo entre sus compañeros a Marco Fidel Suárez, ilustre y recordado presidente de Colombia.

https://www.yumpu.com/es/document/read/12548607/biografia-del-padre-marianito-angostura

“¡Seminarista! Traduzcamos aquí esta palabra por sembrador. Cristo lo había llamado a que se preparara para ir a trabajar en su viña. “La mies es mucha y los obreros pocos”, le había dicho. Y él conocía, como agricultor que había sido, la diligencia, la actividad, la fiebre con que hay que trabajar cuando llega la hora de la recolección del fruto, sin perder un instante, porque el grano que cae en tierra se pudre. La perspectiva de acción intensa no lo amilanaba. Los años de convivencia con su tío le habían enseñado que para ser buen obrero en el campo de “padre de familias”, necesitaba de una preparación adecuada que exigía de él un buen bagaje de ciencia sagrada y de vida interior. Tendría, en efecto, que encender en su entendimiento la antorcha de la verdad para poder ser luz del mundo; y en su corazón la llama ardiente de la caridad para ser luz de la tierra”.

Recibió la ordenación diaconal el 7 de julio de 1872 y ocho días más tarde, la ordenación presbiteral. Sus inicios como neopresbítero acontecieron en San Pedro de los Milagros, como coadjutor. Tres años después, en septiembre de 1875, coadjutor en Yarumal y en abril de 1876, coadjutor en Angostura.

Posteriormente ejerció su ministerio en Sabanalarga, como cura párroco en 1879. Dos años más tarde (1881), cura interno de Angostura y un año más tarde, fue nombrado como cura propio de esa misma población.

(Ibíd. 38)

“Labora sicut bonus miles Christi Jesu”, trabaja como buen trabajador de Cristo Jesús, había oído de labios de San Pablo, el Padre Marianito. Y si antes había sido un soldado esforzado y valiente de las huestes de Cristo, ascendido al rango de oficial, iba a dar todo el rendimiento que el jefe divino le exigía. Con celo ferviente, pues, se entregó a su ministerio. El campo era extenso: “la mies es mucha, los obreros pocos”: prevalido de las circunstancias, el demonio devoraba las almas rescatadas por la Sangre de Cristo. Había que arrebatarlas de sus fauces malditas. Había que derrotarlo para dar cumplimiento a la promesa del paraíso: “el linaje de la mujer te quebrantará la cabeza”. Y con el lema de Elías escrito en el pendón de la batalla: “he sentido vivo celo por Yavé Sebahot. (1 Reyes 19,14). Se lanzó al combate. Bien conocía el pensamiento de San Juan Crisóstomo: “aunque distribuyas inmensas riquezas a los pobres, harás más si conviertes un alma”.

Conociendo como conocía a su gente, sabía hablarles al corazón. Su predicación era muy sencilla, pero al mismo tiempo muy eficaz. Difundía la buena prensa y enseñaba la doctrina cristiana a todos, pobres y ricos, niños y adultos, hombres y mujeres. En su parroquia (San José de Angostura), promovió mucho la práctica religiosa: la asistencia a la misa dominical y festiva, el rezo del rosario en familia, la devoción al Corazón de Jesús, las asociaciones católicas, la oración por las vocaciones santas…

Aunque no tan en la línea de lo que exige más esfuerzo en el corazón de un sacerdote, hizo además algunas obras materiales: la conclusión de la iglesia parroquial, su propia casa de habitación, el campanario, la ermita de la Virgen del Carmen y de San Francisco y el cementerio. Estas obras contribuyeron mucho a despertar y sostener la vida cristiana de los fieles.

A pesar de enfrentar una época de amenaza para la fe y el respeto por lo sagrado, salió avante en la conservación de las buenas costumbres, desde la oración no solo por su pueblo, sino por su vocación, que aunque no titubeó ni se dejó dominar por doctrinas “llamativas y extrañas”, permaneció intacta y viviente: atestiguada por sus convicciones y por sus obras siempre tan llenas de celo pastoral y de estima por los “hijos de Dios”, a él confiados.

A mitad de junio de 1926 se vio obligado a guardar cama. El 12 de julio tuvo un ataque de enteritis, que es una enfermedad casi siempre causada por comer o beber cosas contaminadas con bacterias o virus.

Murió el 13 de julio de 1926, justo 46 años después de su ordenación sacerdotal. Fue sepultado en la capilla de la Virgen del Carmen, que él mismo había hecho construir. Su muerte fue muy sentida por el pueblo, que participó en pleno en los funerales junto con varios sacerdotes y las autoridades.

Fue beatificado el 9 de abril del año 2000, por S.S Juan Pablo II.

Finalmente, es oportuno citar al Excmo. Señor Joaquín Guillermo González, Obispo de Antioquia en ese entonces, quien para referirse al Padre Marianito expresaba: “El sacerdocio católico exige en los que lo eligen, la perfección cristiana en un grado heroico. Él lleva la santidad en su nombre porque la debe llevar en sí mismo. El carácter, las funciones, el sacrificio y la comunión de todos los días, no solo exigen sino que suponen la santidad”.

E-Catequesis tiene como objetivo no sólo enseñar la doctrina católica y los sacramentos, sino también celebrar y vivir la fe. Por eso, exaltar la persona y la santidad de quien supo conjugar con su vida el amor a Dios en sus hermanos, no es la excepción. Aprender de él, de su ejemplo, es reconocer que la llamada es para todos. ¿Cómo estás respondiendo? ¿Qué medios estás utilizando para lograrlo? Y recuerda esta invitación de Jesús, cuando dice: “Sed santos como vuestro Padre celestial es santo”. (Mt 5,48). O como también lo expresa el apóstol San Pablo: "Los santificados en Cristo Jesús, estamos llamados a ser santos". (l Co 1,2).