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Departamento de GriegoIES María Cegarra Salcedo

Un viaje por la

Literatura griega

NOVELA

PROSA CIENTÍFICA

ORATORIA

TEATRO

POESÍA LÍRICA

POESÍA ÉPICA

época helenística

época clásica

época arcaica

cronología

s. III a.C

s. V a.C

1.000 a.C

Lenguaje arcaico y complicado.

Personajes: héroes o dioses

Argumento: hazañas legendarias y mitológicas

Composición y transmisión oral

Poesía narrativa

Características

Trabajos y días

Teogonía

Odisea

Ilíada

Hesíodo

Homero

Autores y Obras

Poesía Épica

SafoAlceoAnacreonte

SolónTeognis

ArquílocoSemónides

Mélica

Elegíaca

Píndaro

Yámbica

L. Coral

L. Monódica

Subgéneros y autores

Lenguaje metafórico y expresivo.

Para ceremonias, celebraciones y banquetes

Acompañamiento musical

Composición y transmisión oral

Poesía Lírica

Poesía sobre sentimientos

Características

Esquilo, Sófocles y Eurípides

Aristófanes, Menandro

Final alegre

Tono divertido

Personajes heroicos o divinos

Personajes comunes

Tema mitológico

Tema crítica social

Tono serio

Final doloroso

Tragedia

Comedia

Subgéneros y autores

Lenguaje arcaico y complicado.

Personajes y coro

Teatro

Poesía representada en escenario

Características

Discursos forenses

Contra Eratóstenes

Discursos políticos

Filípicas

Lisias

Demóstenes

Autores y Obras

Lenguaje expresivo y solemne.

Argumentos políticos, sociales o judiciales

Composición escrita y expresión oral

Oratoria

Discurso para ser pronunciado

Características

Metafísica

Poética, Retórica

Ética a Nicómaco

Diálogos

Aristóteles

Anábasis

Historia de la guerra del Peloponeso

Los nueve libros de historia

Tucídides

Jenofonte

Platón

Heródoto

Filosofía

Historia

Subgéneros, Autores y obras

Lenguaje preciso y claro.

Temática científica

Géneros en prosa

Texto en prosa

Características

Pseudoluciano

Lucio o El asno

Etiópicas

Heliodoro Sículo

Dafnis y Cloe

Longo de Lesbos

Quéreas y Calírroe

Caritón de Afrodisias

Autores y Obras

Lenguaje expresivo, sencillo y ameno.

Argumentos de aventuras y amores.

Composición escrita

Novela

Prosa narrativa

Características

lírica: teÓCRITO

LÍRICA: SAFO

ÉPICA: HESÍODO

LÍRICA: ARQUÍLOCO

ÉPICA: HOMERO

NOVELA: HELIODORO SÍCULO

épica: apolonio de rodas

FILOSOFÍA: PLATÓN

HISTORIOGRAFÍA: TUCÍDIDES

TEATRO: SÓFOCLES

ÉPoCA ARCAICA:

ÉPOCA HELENÍSTICA:

ÉPOCA CLÁSICA:

Índice de textos

Leer más

épica arcaica: homerO. ODISEA, IX. EL CÍCLOPE

El ciclope, con ánimo cruel, no me dio respuesta; pero, levantándose de pronto, echó mano a los compañeros, agarró a dos y, como si fuesen cachorrillos los arrojó a tierra con tanta violencia que el cerebro fluyó del suelo y mojó el piso. A continuación despedazó los miembros, se aparejó una cena y se puso a comer como un león de montaña, no dejando ni los intestinos, ni la carne, ni los huesos con su médula. Nosotros contemplábamos aquel horrible espectáculo con lágrimas en los ojos, alzando nuestras manos a Zeus; pues la desesperación se había adueñado de nuestro ánimo. El ciclope, cuando hubo llenado su enorme vientre, devorando carne humana y bebiendo encima leche sola, se acostó en la gruta tendiéndose en medio de las ovejas. Entonces formé en mi valeroso corazón el propósito de acercarme a él y, sacando la afilada espada que colgaba de mi muslo, herirle el pecho donde las entrañas rodean el hígado, palpándolo previamente; mas otra consideración me contuvo. Habríamos, en efecto, perecido allí de espantosa muerte, a causa de no poder apartar con nuestras manos la pesada roca que el Ciclope colocó en la alta entrada. Y así, dando suspiros, aguardamos que apareciera la divina Aurora.

Mas Zeus ocultó la Vida, irritado en su cora zón, ya que le había engañado Prometeo, el de ingenio sutil . De ahí el porqué comenzó a maquinar contra los hombres tristes pesares, y les ocultól el fuego. Pero de nuevo el valiente hijo de Japeto en una caña hueca se lo robó al prudente Zeus, para dárselo a los hombres, burlando así al dios que se goza en el rayo. Y enfurecido, le dijo Zeus que amontona nubes: "¡Hijo de Japeto, que a todos superas en astucias, te alegras de haber robado el fuego, burlando mis designios! ¡ Gran azote para ti, y para los hombres venideros! ¡ A ellos, yo, en lugar del fuego, les daré un mal, con el que todos se gocen de corazón, abrazando a la vez su propia ruina! Así dijo, y rompió a reír el padre de hombres y dioses; ordenó a Hefesto que al punto mezclase tierra y agua, le infundiera voz y fuerza de un ser humano y formase, parecido a las diosas inmortales, un hermoso y adorable cuerpo de virgen. Mandó después que Atenea la instruyese en sus labores, en el tejido de primorosas telas; y que la dorada Afrodita circundase de gracia su frente, imprimiéndole el doloroso deseo y las ansias que devoran los miembros. A Hermes, mensajero matador de Argos, encargó que le infundiese espíritu de perra y corazón ladino. Dijo así, y todos obedecieron al soberano Zeus, hijo de Crono. Al punto el famoso cojo modeló con tierra la forma de una casta virgen, según los dictados del Cronida. La diosa Atenea de ojos claros le ciñó la cintura y completó su adorno. Alrededor de su cuello, las Gracias divinas y la augusta Persuasión pusieron collares de oro. Y en torno a ella, las Horas de lindos bucles dispusieron guirnaldas con florecillas primaverales. Fue Palas Atenea, la que le ajustó al cuerpo todo el aderezo. El mensajero Argifonte forjó en su pecho mentiras, palabras falaces y un corazón ladino, cumpliendo el designio de Zeus, que truena sordamente.

épica arcaica: hesiodo. trabajos y dias. pandora

Por último, el heraldo de dioses la dotó de la palabra, y dio a esta mujer el nombre de Pandora, porque todos los moradores de las mansiones olímpicas obsequiaron con tal regalo, procurando la ruina a los hombres que de pan se alimentan. Una vez hubo concluido el señuelo fatal, irremediable, el Padre envió en busca de Epimeteo al ilustre Matador de Argos, con el regalo de los dioses, sí, al veloz mensajero. No pensó Epimeteo en lo que Prometeo le había avisado: nunca aceptar obsequio de Zeus Olímpico; devolverlo en cambio a su origen, para evitar así un mal a los mortales. Mas él después de aceptarlo, cuando ya tenía el mal consigo, lo advirtió. Y es que entonces vivía en la tierra el género humano, lejos y libre de males, libres de la dura fatiga y de enfermedades dolorosas que dan a los hombres la Muerte, pues los hombres envejecen pronto en la desdicha. Pero la mujer, quitando del vaso la gran tapadera, los esparció, y maquinó para los hombres tristes congojas. Sola, allí dentro quedaba la Esperanza, en indestructible mansión, bajo los bordes del vaso, y no voló fuera: antes le puso Pandora la tapa, según designios de Zeus portador de la égida, el que nubes reúne. Con lo que son incontables las penas que vagan entre los hombres: pues llena está la tierra de males, llena la mar. Enfermedades caen sobre los hombres, de día, o les visitan sin más, en la noche, llevando el dolor a los mortales, en silencio, que les quitó la voz el prudente Zeus. Así no hay modo de esquivar el pensamiento del dios.

épica arcaica: hesiodo. trabajos y diás. pandora

lírica arcaica: arquiloco de paros. poema 29

Corazón, corazón, si te turban pesares invencibles, ¡arriba!, resíste al contrario ofreciéndole el pecho de frente, y al ardid del enemigo opónte con firmeza. Y si sales vencedor, disimula, corazón, no te ufanes,ni, si salieras vencido, te envilezcas llorando en casa. No les dejes que importen demasiado a tu dicha en los éxitos, tu pena en los fracasos.Comprende que en la vida impera un ritmo.

lírica arcaica: safo de mitilene. ΦΑΙΝΕΤΑΙ ΜΟΙ

Me parece que es igual a los dioses el hombre aquel que frente a ti se sienta, y a tu lado absorto escucha mientras dulcemente hablas y encantadora sonríes. Lo que a mí el corazón en el pecho me arrebata; apenas te miro y entonces no puedo decir ya palabra. Al punto se me espesa la lengua y de pronto un sutil fuego me corre bajo la piel, por mis ojos nada veo, los oídos me zumban, me invade un frío sudor y toda entera me estremezco, más que la hierba pálida estoy, y apenas distante de la muerte me siento, infeliz.

teatro clásico: sófocles. antígona

Yo, querida dueña, por estar presente hablaré y no omitiré nada que sea verdad. Pues, ¿por qué iba yo a mitigarte cosas por las que más adelante quedaríamos como mentirosos? La verdad prevalece siempre. Yo acompañé en calidad de guía a tu esposo hasta lo alto de la llanura, donde yacía aún destrozado por los perros, sin obtener compasión, el cuerpo de Polinices. Después de suplicar a la diosa protectora del camino y a Plutón que contuvieran su cólera y resultaran benévolos, y tras lavarle con agua purificada, entre todos quemamos con ramas recién cortadas lo que ha­bía quedado de él y levantamos un elevado túmulo de tierra materna. A continuación nos introducimos en la pétrea gruta, cámara nupcial de Hades para la mucha­cha. Alguien oye desde lejos un sonido de agudos lamentos en tomo al tálamo privado de ritos funerarios, y, acercándose, lo hace notar al rey Creonte. Éste, al aproximarse más aún, escucha también confusos gemidos de un funesto clamor y, entre lamentos, lanza estas desga­rradoras palabras:

teatro clásico: sófocles. antígona

«¡Ay, infortunado de mí! ¿Soy aca­so un adivino? ¿Estoy recorriendo tal vez el más desdi­chado camino de los que he recorrido? La voz de mi hijo me recibe. Ea, criados, llegaos más cerca rápida­mente y, una vez que os coloquéis junto a la tumba, mirad, introduciéndoos en el mismo orificio por la aber­tura producida al apartar la piedra del túmulo, si estoy escuchando la voz de Hemón o si estoy engañado por los dioses». Miramos, según nos lo ordenaba nuestro abatido dueño, y vimos a la joven en el extremo de la tumba colgada por el cuello, suspendida con un lazo hecho del hilo de su velo, y a él, adherido a ella, rodeándola por la cintura en un abrazo, lamentándose por la pérdida de su prometida muerta por las decisiones de su padre, y sus amargas bodas. Creonte, cuando le vio, lanzando un espantoso ge­mido, avanza al interior a su lado y le llama prorrumpiendo en sollozos: «Oh desdichado, ¿qué has hecho? ¿Qué resolución has tomado? ¿En qué clase de desas­tre has sucumbido? Sal, hijo, te lo pido en actitud suplicante».

teatro clásico: sófocles. antígona

Pero el hijo, mirándole con fieros ojos, le escupió en el rostro y, sin contestarle, tira de su espada de doble filo. No alcanzó a su padre, que había dado un salto hacia delante para esquivarlo. Seguidamente, el infortunado, enfurecido consigo mismo como estaba, echó los brazos hacia adelante y hundió en su costado la mitad de su espada. Aún con conocimiento, estrecha a la muchacha en un lánguido abrazo y, respirando con esfuerzo, derrama un brusco reguero de gotas de san­gre sobre su pálida faz. Yacen así, un cadáver sobre otro, después de haber obtenido sus ritos nupciales en la casa de Hades y después de mostrar que entre los hombres la irreflexión es, con mucho, el mayor de los males humanos.

hISTORIOGRAFÍA: TUCÍDIDES

Aquel año, como todo el mundo reconocía, se había visto particularmente libre de enfermedades en lo que a otras dolencias se refiere; pero si alguien había contraído ya alguna, en todos los casos fue a parar a ésta. En los demás casos, sin embargo, sin ningún motivo que lo explicase, en plena salud y de repente, se iniciaba con una intensa sensación de calor en la cabeza y con un enrojecimiento e inflamación en los ojos; por dentro, la faringe y la lengua quedaban enseguida inyectadas y larespiración se volvía irregular y despedía un aliento fétido. Después de estos síntomas, sobrevenían estornudos y ronquera, y en poco tiempo el mal bajaba al pecho acompañado de una tos violenta; y cuando se fijaba en el estómago, lo revolvía y venían vómitos con todas las secreciones de bilis que han sido detalladas por los médicos, y venían con un malestar terrible. A la mayor partede los enfermos Ies vinieron también arcadas sin vómito que les provocaban violentos espasmos, en unos casos luego que remitían los síntomas precedentes y, en otros, mucho después. Por fuera el cuerpo no resultaba excesivamente caliente al tacto, ni tampoco estaba amarillento,

hISTORIOGRAFÍA: TUCÍDIDES

sino rojizo, cárdeno y con un exantema de pequeñas ampollas y de úlceras; pero por dentro quemaba de tal modo que los enfermos no podían soportar el contacto de vestidos y lienzos muy ligeros ni estar de otra manera que desnudos, y se habrían lanzado al agua fría con el mayor placer. Y esto fue lo que en realidad hicieron, arrojándose a los pozos, muchos de los enfermos que estaban sin vigilancia, presos de una sed insaciable; pero beber más o beber menos daba lo mismo. Por otra parte, la imposibilidad de descansar y el insomnio los agobiaban continuamente. El cuerpo, durante todo el tiempo en que la enfermedad estaba en plena actividad, no quedaba agotado, sino que resistía inesperadamente el sufrimiento; así, o perecían, como era el caso de la mayoría, a los nueve o a los siete días, consumidos por el calor interior, quedándoles todavía algo de fuerzas, o, si conseguían superar esta crisis, la enfermedad seguía su descenso hasta el vientre, donde se producía una fuerte ulceración a la vez que sobrevenía una diarrea sin mezclar, y, por lo común, se perecía a continuación a causa de la debilidad que aquélla provocaba.

hISTORIOGRAFÍA: TUCÍDIDES

El mal, después de haberse instalado primero en la cabeza, comenzando por arriba recorría todo el cuerpo, y si uno sobrevivía a sus acometidas más duras, el ataque a las extremidades era la señal que dejaba: afectaba, en efecto, a los órganos genitales y a los extremos de las manos y de los pies; y muchos se salvaban con la pérdida de estas partes, y algunos incluso perdiendo los ojos. Otros, en fin, en el momento de restablecerse, fueron víctimas de una amnesia total y no sabían quiénes eran ellos mismos ni reconocían a sus allegados.

FILOSOFÍA: PLATÓN. BANQUETE

Cuando nació Afrodita, los dioses celebraron un banquete y, entre otros, estaba también Poros, el hijo de Metis. Después que terminaron de comer, vino a mendigar Penía, como era de esperar en una ocasión festiva, y estaba cerca de la puerta. Mientras, Poros, embriagado de néctar –pues aún no había vino–, entró en el jardín de Zeus y, entorpecido por la embriaguez, se durmió. Entonces Penía, maquinando, impulsada por su carencia de recursos, hacerse un hijo de Poros, se acuesta a su lado y concibió a Eros. Por esta razón, precisamente, es Eros también acompañante y escudero de Afrodita, al ser engendrado en la fiesta del nacimiento de la Diosa y al ser, a la vez, por naturaleza un amante de lo bello, dado que también Afrodita es bella. Siendo hijo, pues, de Poros y Penía, Eros se ha quedado con las siguientes características. En primer lugar, es siempre pobre, y lejos de ser delicado y bello, como cree la mayoría, es más bien duro y seco, descalzo y sin casa, duerme siempre en el suelo y descubierto, se acuesta a la intemperie en las puertas y al borde de los caminos, compañero siempre inseparable de la indigencia por tener la naturaleza de su madre.

FILOSOFÍA: PLATÓN. BANQUETE

Pero, por otra parte, de acuerdo a la naturaleza de su padre, está al acecho de lo bello y de lo bueno; es valiente, audaz y activo, hábil cazador, siempre urdiendo alguna trama, ávido de sabiduría y rico en recursos, un amante del conocimiento a lo largo de toda su vida, un formidable mago, hechicero y sofista. No es por naturaleza ni inmortal ni mortal, sino que en el mismo día unas veces florece y vive, cuando está en la abundancia, y otras muere, pero recobra la vida de nuevo gracias a la naturaleza de su padre. Mas lo que consigue siempre se le escapa, de suerte que Eros nunca ni está falto de recursos ni es rico, y está, además, en el medio de la sabiduría y la ignorancia. Pues la cosa es como sigue: ninguno de los dioses ama la sabiduría ni desea ser sabio, porque ya lo es, como tampoco ama la sabiduría cualquier otro que sea sabio. Por otro lado, los ignorantes ni aman la sabiduría ni desean hacerse sabios, pues en esto precisamente es la ignorancia una cosa molesta: en que quien no es ni bello, ni bueno, ni inteligente se crea a si mismo que lo es suficientemente. Así, pues, el que no cree estar necesitado no desea tampoco lo que no cree necesitar.

épica: apolonio de rodas. argonáutica

¡Pernicioso Amor, gran calamidad, gran horror para los hombres; por ti se agitan funestas discordias y lamentos y fatigas, y además de estos, otros dolores incontables! ¡Contra los hijos de mis enemigos, dios, álzate armado, cual a Medea infundiste en las entrañas una odiosa ofuscación!¿Cómo, pues, abatió con siniestra muerte a Apsirto cuando vino a su encuentro? Eso, en efecto, está a continuación en nuestro canto.Entonces, cuando según el pacto la dejaron en la isla de Ártemis, ellos separándose con sus respectivas naves, atracaron aparte. Y Jasón iba a la emboscada para aguardar a Apsirto y luego a sus compañeros.Este, a su vez, engañado por las más terribles promesas, cruzó rápidamente en su nave las olas del mar y bajo la noche tenebrosa alcanzó la sagrada isla. Solo, viniendo derecho a su encuentro, probó con palabras a su hermana, cual tierno niño ante un torrente invernal que ni los adultos atraviesan, por si maquinaba un engaño contra los extranjeros. Y ellos dos acordaban mutuamente cada detalle. En seguida el Esónida saltó de su astuta emboscada, sosteniendo en su mano la espada desnuda.

épica: apolonio de rodas. argonáutica

Al punto la joven, volviendo los ojos atrás cubriéndos con el velo, para no ver la muerte de su hermano al ser golpeado. Y él, como un matador a un gran toro de recia cornamenta, lo hirió tras acecharlo cerca del templo, que antaño construyeran a Ártemis los brigos habitantes de la costa de enfrente. En el vestíbulo de este cayó de rodillas el héroe y, exhalando su último aliento, con ambas manos recogió negra sangre de la herida y enrojeció su cándido velo y su peplo, aunque ella trató de evitarlo. Pronto la todopoderosa, la implacable Erinis, vio con su torva mirada la criminal acción que habían cometido. El héroe Esónida cortó las extremidades del muerto, tres veces lamió su sangre y tres veces escupió de sus dientes la impureza, como es costumbre para los homicidas expiar los crímenes alevosos. Ocultó en tierra el cadáver aún fláccido, donde todavía ahora yacen aquellos huesos enre las gentes Apsírteas.

LÍRICA: TEÓCRITO. LA HECHICERA

¿Dónde están mis laureles y filtros? ¡Oh, Téstilis, tráelos! El vaso corona con finos vellones teñidos de rojo y así yo encadene a mi amor, que me trata tan mal. Va a hacer ya doce días que aquí el desgraciado no se arrima y ni sabe siquiera si estoy viva o muerta. Ni ha llamado a mi puerta el cruel; es que Amor y Afrodita han llevado sin duda a otra parte su frivola mente. Mañana, por ver si le encuentro, me iré a la palestra de Timageto a afearle lo que hace conmigo. Y ahora con fuego he de atarle; y tú luce, Selene, bien, porque a ti es a quien canto en voz baja, señora, y a Hécate, diosa de abajo, a quien temen los canes cuando marcha entre fúnebres tumbas y sangre negruzca. Diosa terrible, te saludo, ayúdanos hasta el final y haz que no sean peores mis drogas que aquellas de Perimede la rubia o Medea o de Circe. Trae, rueda mágica, al hombre querido a mi casa. [...]

NOVELA: HELIODORO SÍCULO. ETIÓPICAS

El día había comenzado a sonreír hacía poco, y el sol aún iluminaba sólo las cumbres. Unos hombres armados como piratas se asomaron por encima del monte que se levanta a lo largo de la desembocadura del Nilo, en la boca que se llama Heracleotica, se detuvieron un momento y comenzaron a recorrer con la vista el mar que se extendía a sus pies. Echaron primero una ojeada hacia alta mar, pero como no se divisaba ningún barco que pudiera prometer botín para los piratas, volvieron su mirada a la ribera cercana. Lo que allí había era lo siguiente: una nave mercante, anclada y sujeta por las amarras, vacía de marinos, pero repleta de cargamento. Esto último, aun desde lejos como estaban, no les era difícil colegirlo así, porque el peso hacía que el agua alcanzara hasta por encima de la tercera línea de flotación. La costa estaba completamente llena de cuerpos, recientemente asesinados: unos, ya muertos, otros, moribundos y con los miembros todavía palpitantes, denunciando que acababa de cesar el combate.

NOVELA: HELIODORO SÍCULO. ETIÓPICAS

Las apariencias no eran las de una batalla en toda regla, pues había también, revueltos en desorden, restos lastimeros de un banquete que en lugar de llegar a un final feliz había tenido este desenlace: algunas mesas todavía estaban llenas de comida; otras en tierra, en manos de algunos de los que yacían, habían servido de escudos para una batalla trabada de improviso; otras, en fin, ocultaban a quienes al parecer se habían refugiado allí. Había también copas volcadas y caídas de las manos que las sostenían para beber, o para usarlas como piedras:lo súbito de la desgracia había obligado a darles una inaudita función y había enseñado a emplear los vasos como proyectiles.