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Sala de Patrimonio Documental Marzo 2019

En busca deAlberto Iriarte:Mefisto

Textos: Santiago Londoño Vélez

Alberto Iriarte Rocha (Bogotá, 1920 - Medellín, 1993) recibió el apodo de Mefisto desde los días escolares “por el engaño de sus ojos luciferinos que nada tienen que ver con su alma”, como escribió Gabriel García Márquez.En 1970, abandonó la profesión de arquitecto que había ejercido a lo largo de casi tres décadas en Bogotá, Nueva York y Caracas. Acompañado por su esposa la arquitecta Eugenia Lince Olózaga, se estableció en una sencilla casa en Envigado, Antioquia. Se dedicó a pintar bodegones con la antigua técnica de las veladuras al óleo, de espaldas a las corrientes principales del arte colombiano: por la abstracción, la figuración expresionista y el arte político.

En “La Malcontenta”, como llamó a su casa en Envigado, además de pintar leyó en inglés, francés, italiano y español obras de literatura, filosofía, arquitectura, historia y ensayos; escuchó música clásica en discos long play, con preferencia por la de Bach; jugó ajedrez de manera aventajada y continuó fumando sin prisa y sin pausa cuando ya la nicotina había teñido con ocre indeleble los dedos de pintar. Educado en sus primeros años por la nueva pedagogía que propuso el Gimnasio Moderno, llenó las paredes de su habitación con sus primeros dibujos. Se sabe que fue alumno del maestro Gonzalo Ariza; conoció a Domingo Moreno Otero y a Sergio Trujillo. Tocó la trompeta en un conjunto de jazz, reprodujo algunas obras de Van Gogh y, en los años cuarenta, pintó paisajes al óleo, flores y retratos, basado en principios postimpresionistas.

Pero entre la pintura y la música Iriarte optó por la arquitectura. El programa que diseñaron los fundadores de esta nueva profesión en la Universidad Nacional, estaba basado en las ideas modernas de Le Corbusier, expuestas localmente por un puñado de profesores, varios de ellos extranjeros, como Yves Jagu y Karl Brunner. En la facultad conoció a la antioqueña Eugenia Lince Olózaga, quien sería su pareja toda la vida. Eugenia se graduó de bachiller en el Colegio Alemán en Bogotá el 12 de diciembre de 1938 y obtuvo su título el 12 de febrero de 1947; junto con Luz Amorocho, fueron las dos primeras mujeres arquitectas graduadas en Colombia.

Como estudiante, Iriarte se destacó en el concurso para el edificio del Club Los Lagartos. Su propuesta fue escogida entre las cinco mejores por Gabriel Serrano, uno de sus profesores, a quien consideró “el padre de todos nosotros, un hombre encantador”. En compañía de la artista Sofía Urrutia presentó en 1943 una primera exposición, integrada por retratos y paisajes, realizada en la residencia de Elvira Martínez de Nieto en Bogotá, una de sus íntimas amigas.Iriarte se vinculó a una élite cultural librepensadora, de la que formaron parte Julio Mario Santo Domingo, Enrique Grau, Hernando Santos, Saúl García, Sofía Urrutia y otros más.

Hacia 1947 se vinculó a la Dirección de Edificios Nacionales, una dependencia del Ministerio de Obras Públicas, en la que desarrolló con otros colegas proyectos innovadores de urbanismo, tales como “La ciudad del empleado”. Eran los tiempos en que cobró auge el diseño y la planeación urbana, con más énfasis teórico que práctico, bajo la influencia de las ideas de Le Corbusier, divulgadas y puestas en práctica por José Luis Sert. Después de “El bogotazo” a raíz de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, Iriarte optó por salir de Colombia, a pesar de las oportunidades que se abrirían en los siguientes años para la planeación urbana; solo volverían a vivir en el país veintidós años más tarde.

Luego de su estadía en Europa, se establecieron en septiembre de 1949 en Nueva York, donde se vincularon a Town Planning Associates, una oficina de arquitectura y planeación urbana que Sert había fundado junto con Paul Lester Wiener y Paul Schulz en 1941. Allí trabajaron en el Plan Regulador de Medellín en 1950. En 1952 se trasladó a Venezuela, país que vivía un auge sin precedentes gracias a la economía petrolera. Durante esta temporada, que se prolongaría hasta 1970, Iriarte conoció al pintor Armando Reverón (1889-1954), a quien visitó en la playa de Macuto. Estuvieron vinculados a la oficina de arquitectos G. & B. Urbanistas Asociados, fundada por Carlos Guinand y Moisés Benancerraf, que realizó reconocidos trabajos de arquitectura moderna en Caracas.

Al cabo de dieciocho años en Venezuela, la pareja regresó definidamente a Colombia. Se establecieron en Envigado en la casa de origen campesino que Eugenia había adquirido años atrás en compañía de su única hermana María. Probablemente el primer cuadro que pintó en Envigado es Esfera armilar (1970) un óleo de intención simbólica que puede considerarse fundacional, en el que un pequeño ratón se acerca cauteloso a una esfera armilar, junto a la cual pende una plomada. En 1977 la Galería Esedé de Bogotá, propiedad de Poly Mallarino y Beatrice Dávila, esposa del industrial Julio Mario Santo Domingo, presentó dieciséis óleos provenientes de colecciones particulares. Germán Arciniegas lo comparó con Zurbarán y opinó que era una “pintura figurativa hecha con todo rigor para contradecir el arbitrario embeleco de los abstraccionistas”. En el texto para el catálogo, De Zulueta señaló el misterio que reina en los cuadros, el encanto erudito, la simbología de la decadencia y la precisión elemental. Mientras que el poeta Amílcar Osorio aseveró que Mefisto parecía un arqueólogo del Siglo de Oro y que su obra estaba como fuera del tiempo.

La exposición que en 1982 presentó en París la Galería Claude Bernard selló el reconocimiento de Mefisto como pintor de minorías, alejado de las corrientes principales del arte colombiano. Bernard había conocido varias de sus obras en la residencia parisina del músico Rafael Puyana. En los siguientes años Mefisto participaría en algunas muestras individuales y colectivas en Bogotá, Medellín y Barranquilla.

Siempre acostumbró hacer un estudio previo del motivo, dibujándolo minuciosamente a lápiz, el cual, una vez terminado, trasladaba a la tela mediante calco o cuadrícula. No improvisaba ni había rasgos emocionales en la línea; cada elemento era previsto y dispuesto en el lugar que le correspondía. A veces hacía un boceto rápido como para fijar una idea, que luego convertía en un dibujo prolijo. Nunca le dio importancia a los dibujos y a quien quiso exponerlos alguna vez, le explicó que una vez usados siempre iban a dar a la basura, lo cual, por fortuna, no era totalmente cierto.

Como pintor al óleo su programa único fue el género del bodegón, basado en la tradición del Siglo de Oro español, representada por 1664), - 1627) y Francisco de Zurbarán (1598 - (1560 Cotán Juan Sánchez pasando por la pintura flamenca del gótico tardío, en particular de El 1516). Este inopinado encuentro entre el naturalismo - Bosco (c.1450 ilusionista y el simbolismo moral, retomado en un contexto colombiano siglos más tarde, produjo una pintura excepcional y extraña, que desacomodó, desde los márgenes, el modelo imperante que dictaba la asimilación de las corrientes internacionales.