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Los 15 alfileres

TIC TAC TIC TAC...

(a despertarse!)

Hoy con 17 años...

"click"

"click"

todavía tengo que convivir con el hombre que causó tantos problemas en mi casa. Esto me generó muchos pensamientos los cuales no debería de tener un chico de mi edad.

7 de septiempre

Mi fecha favorita ¿Por qué? no lo sé. Salgo de la escuela y me dirigo hacia un parque que queda a diez cuadras de mi lugar de estudio, últimamente este parque estaba siendo mi única opción para despejarme de lo que vivía todos los días. Por lo general este lugar era poco concurrido entonces me provocaba tranquilidad

EL DESCONOCIDO Y YO:

De pronto el ruido de un portazo se hizo presente en mi casa, lo que significaba que ese hombre había vuelto, mi madre le pidió permiso para salir a comprar las cosas para la cena, sabía que la mujer que me había dado la vida aprovechaba ese momento del día para escapar de su realidad.

8 de septiembre

me preparé mentalmente para lo que haría hoy.

"cliCk"

Luego en su pierna derecha comencé a tallar una playa donde el agua sería su sangre, poco a poco se empezó a despertar y al abrir completamente sus ojos, el temor se hizo presente en ellos y comenzó a moverse. Le pedí que se quedara quieto y no lo hizo así que tomé su cabeza con mis dos manos y la giré con mucha fuerza, lo que le provocó mucho dolor en su cuello, se lo merecía. Para darle fin a mi tortura tomé 15 alfileres y los comenzé a clavar por su cuerpo.

Treinta minutos me bastaron para tenerlo durmiendo en aquel viejo sillón. Tomé la silla más firme de mi hogar y con mucha fuerza coloqué su cuerpo en ella, luego lo até con cuerdas y reforcé con cinta, prendí una lámpara con buena iluminación y la acerqué a su cara, la cual contenía un retazo de cinta en la boca.ientras él se encontraba en un profundo sueño yo comenzaba a jugar con mi navaja sobre su pierna izquierda, una línea por aquí y otra por allí,primero traze un “ta te ti”,

Tomé la pastilla para dormir y salí de mi habitación. Era de costumbre que aquel hombre a la hora de su llegada se tomara una cerveza y por lo general yo me tenía que encargar de dársela fresca y abierta. Fuí hacia la cocina, agarré su bebida de la heladera, la abrí y le coloqué la pastilla en ella, esperé unos segundos a que se disuelva y se la entregué.

En el momento que mi progenitora cerró la puerta de la casa dando entendido que no se encontraba en ella, todo comenzó.

Poco a poco la preocupación me invadió, las voces empezaron a hablar, me susurraban cosas horribles, intentaba ignorarlas, pero se me hacía imposible, recordé que estaba tan concentrado en lo que iba a pasar que olvidé de tomar mis medicamentos.

El silencio inundó la habitación y sentí completa paz, aquel hombre que me hizo sufrir,ya no tenía vida.

Decidí hacerles caso a las voces. Perdón mamá...

Fin del cuento. . .