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Uso de la B y V

4 secundariaLeccion 2

Los verbos que terninen en -aber y -eber.

Los verbos terminados -aba, -abas, -ábamos, -aban y las del verbo "ir".

Las palabras que comienzan con bea, abo, abu

Cualquier conjugación que proceda de verbos termiandos en -bir y -buir.

Antes de una consonante.

Después de la "m".

Se escribe con B

Escribe las palabras corregidas

"Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adorava a su estrella junto al mar, tendía sus vrazos hacia ella, soñava con ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía o creía saber, que una estrella no podría ser avrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que havría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentravan en la estrella. Una noche estava de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella. En el momento de mayor pasión dió unos pasos hacia adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposivle y cayó a la playa destrozado. No havía sabido amar. Si en el momento de lanzarse huviera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, huviese volado hacia arriva a reunirse con su estrella.

Los verbos cuyo infinitivo termina en -servar

En las palabras terminadas en -ívoro, -ívora, -viro, -vira.

Los presentes del indicativo, subjuntivo e imperativo del verbo IR

En los adjetivos terminados en -ava, -ave, -avo, -eva, -eve, -evo, -ivo, -iva.

Después de n, d y b.

Se escribe con V

Escribe las palabras con V

Empecé a dudar si sería un criado o no. Su vestimenta y su habla eran zafias y del todo privadas de esa superioridad evidente en el señor y la señora Heathcliff; sus abundantes rizos castaños eran bastos y descuidados, sus patillas se extendían hirsutas por su rostro y sus manos estaban curtidas como las de un vulgar labrador. Su aire, sin embargo, era desenvuelto, casi altanero, y no mostraba ninguna asiduidad doméstica para ayudar a la señora de la casa. A falta de pruebas claras de su condición, me pareció lo mejor abstenerme de reparar en su curiosa conducta, y a los cinco minutos la llegada de Heathcliff me alivió, hasta cierto punto, de mi incómoda situación.

Gracias