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Transcript

Cada habitante A su aldea

¿Cuál es la cronología?

¿Aldeas?

¿Cómo se comunicaban? ¿Qúe consumían?

¿Qué actividades realizaban?

Aguada: una etapa de integración cultural

De intercambios lejanos y cercanos

A partir del análisis de distribución de la cerámica se ha planteado la misma relación entre el sector del Valle del Cajón (Catamarca), sur del Valle Calchaquí y selvas sub-occidentales; mientras que la circulación de vasijas esmás restringida de norte a sur si se considera cierta frecuencia de aparición desde el norte de San Carlos hasta el norte del Valle de Santa María. Otros elementos que suponen circulación son, como ya se ha mencionado, el maní, el cebil, las pipas y la cerámica de estilo Candelaria de clara procedencia oriental en la zona de Yungas. Por otra parte, las turquesas son obtenidas más bien de la región de Puna.

Tecnología cerámica

Para elaborar un artefacto, cada sociedad puede tener una manera diferente de hacerlo. Es posible que un grupo desee reafirmar su identidad cultural frente a otro o bien reservar una forma de decorar un objeto para situaciones particulares como la práctica funeraria. Así surgen los estilos cuyas representaciones pueden realizarse sobre cerámica, textiles, calabazas, rocas talladas o pinturas rupestres. Entre los estilos cerámicos más representativos se mencionan a Condorhuasi, Ciénaga, Candelaria, San Francisco y Vaquerías.

Las poblaciones aldeanas en Cafayate

De acuerdo con los estudios realizados en Cafayate, se han identificado unidades de viviendas, sectores destinados para el enterratorio de individuos, aleros con arte rupestre y espacios preparados para el cultivo. Las comunidades aldeanas dejaron abundantes vestigios de su ocupación como ser fragmentos y vasijas de cerámica, puntas de flecha con los restos de su talla, morteros individuales y bloques de rocas grandes sobre los que se han realizado hoyos en la parte superior. Estos fueron designados como morteros comunitarios. Los vegetales como el maíz, la quinua, el zapallo, el poroto, el chañar, el maní y la algarroba parecen haber constituido parte de la dieta alimenticia de estas poblaciones. Las semillas de cebil también fueron consumidas como alucinógenos y están asociadas al uso de pipas. Con respecto al patrón de inhumación, la modalidad ha sido la del entierro directo con acompañamiento funerario

Desde el punto de vista tecnológico, las sociedades aldeanas incorporaron la manufactura cerámica, la textil y la metalurgia. En cerámica se fabricaron ollas destinadas a la cocción de alimentos y para el almacenamiento o transporte de líquidos. Los jarros y cuencos se utilizaron para consumir alimentos. También se modelaron estatuillas con formas humanas y de animales, además de pipas que fueron utilizadas por las comunidades de este momento. Para elaborar un artefacto, cada sociedad puede tener una manera diferente de hacerlo. Es posible que un grupo desee reafirmar su identidad cultural frente a otro o bien reservar una forma de decorar un objeto para situaciones particulares como la práctica funeraria. Así surgen los estilos cuyas representaciones pueden realizarse sobre cerámica, textiles, calabazas, rocas talladas o pinturas rupestres.

Luego de miles de años de práctica, los grupos de cazadores recolectores andinos optaron por la incorporación de una forma de obtener alimentos basada en la domesticación plena de plantas y animales. Esta transformación se produjo a diferentes ritmos, lo que posibilitó el paso de una economía de caza y recolección (de tipo extractiva) a otra de producción de alimentos en base al cultivo de plantas y el cuidado de animales (de carácter productivo).Así es como comienza a diferenciarse una nueva etapa con un complejo proceso de cambio social y económico, el cual suele coincidir con la aparición de sociedades organizadas en aldeas que implementaron una tecnología basada en la agricultura y domesticación de animales. Estas sociedades agrícolas se ubicarían aproximadamente entre el décimo y el sexto siglo antes nuestra era hasta el 1000 D.C

De acuerdo con los estilos cerámicos presentes, los motivos empleados en el arte rupestre, los objetos encontrados como ofrendas en los entierros y los vegetales consumidos, se ha planteado que en este período las comunidades habían mantenido un activo intercambio de bienes en diferentes direcciones.

Cuando se habla de cómo se comunicaban estos grupos, se habla del caravaneo. El caravaneo llegó a formar parte de un complejo sistema de intercambio de bienes en los Andes que contribuyó a la subsistencia de las sociedades por medio del principio de la complementariedad económica. Este principio significa que se trataba de un abastecimiento de recursos y productos obtenidos de diferentes ambientes para luego ser movilizados en una intensa red de distribución hacia diferentes regiones para su consumo. ¿Cómo lo hicieron? Los grupos cazadores-recolectores luego de un largo proceso de manejo y control reproductivo, principalmente de la llama, se convertirían en pastores andinos. Los bosques de algarrobo y chañar complementaban la dieta de maíz, porotos y tubérculos como recursos característicos de las comunidades aldeanas. De la zona de Yungas se obtenía una considerable variedad de recursos naturales que las comunidades aldeanas intercambiaron desde tiempos prehispánicos. De allí procedían recursos apreciados como la coca, el maní, las plumas multicolores de aves exóticas, gran variedad de calabazas, cañas, maderas duras, nueces y vegetales alucinógenos. Estas sociedades contaban con una economía de subsistencia basada en el cultivo de varias especies de maíz, porotos y calabazas, y en la cría de la llama. Entre las plantas que recolectaban se encuentra el algarrobo presente en extensos bosques, hoy casi desaparecidos, pues estos fueron reemplazados por barreales. Consumían sus frutos o vainas llamadas algarroba que era utilizada como alimento y con fines medicinales o curativos. Otras plantas recolectadas fueron el mistol, el chañar, el tala y el cardón. Para complementar la dieta estas comunidades recurrían a la caza del suri, de la vicuña y del guanaco.

Las comunidades del pasado con forma de vida agrícola dejaron evidencias: campos de cultivo en forma de canchones y pequeñas unidades de residencia o caseríos dispersos. Poblados dispersos de este tipo podían encontrarse en la Puna, la subregión Valliserrana, las selvas tucumanas y salto-jujeñas por un lado; y por otro, la frontera norte de Argentina hasta la zona de Cuyo. Se trataba de un lugar de residencia cuyas viviendas estaban ubicadas principalmente en función de las tareas agrícolas, por eso las construían entre los campos de cultivo. En este espacio se realizaban actividades cotidianas como la elaboración y consumo de alimentos, la fabricación de puntas de flecha, recipientes de cerámica, de tejidos y de cestería. La aldea como nueva forma de organización se identificaba como una unidad de instalación novedosa que agrupaba a una mayor cantidad de individuos en un lugar de residencia común.

Durante los siglos VI al X A.C., comienza una segunda etapa en la vida agropastoril de las comunidades aldeanas, pues surgen expresiones de integración cultural en todo el Noroeste Argentino. Coincide con la aparición de un estilo cerámico muy extendido denominado Aguada, el cual se conoce a partir de la aparición de vasijas completas que procedían del sitio homónimo en el valle de Hualfín. Se puede decir que se trata de una sociedad jerarquizada, es decir, con diferencias sociales bien marcadas que se manifiestan a partir de los distintos tipos de enterratorios, número de individuos inhumados y la cantidad de ofrendas fúnebres. Hacia el noveno siglo después de Cristo, estos grupos comienzan a experimentar una vez más cambios que se reflejan en la cultura material. Una evidencia de cierta desintegración social se advierte en la decoración cerámica, pues la representación de la figura del felino y sus combinaciones comienzan a perder definición.

La cerámica fue realizada con dos finalidades: para el uso cotidiano en las actividades domésticas y para ser depositadas como ofrendas en los enterratorios. Las vasijas de estilo Candelaria son reconocibles por su formaglobular, modeladas con figuras de animales y de rostros humanos. Suelen tener una pasta de color gris, marrón y negra, y son prolijamente pulidas. En el estilo Ciénaga se ha preferido en cambio la decoración grabada para representar en forma geométrica animales y figuras esquemáticas que están distribuidas en campos decorativos sobre el cuerpo de jarras, botellas yvasos.El estilo San Francisco se identifica por las pipas grises con modelado antropomorfo y extremidades cónicas; junto al cebil pudieron ser obtenidos por intercambio ya que proceden de la zona de yungas