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¡FALSO! UNA HISTORIA DE ENGAÑO, ARTE Y CODICIA


El falsificador de moneda es el falsario por excelencia. Castigado con las mayores penas, el delito nació con la propia moneda, en torno a 600 a.C. Más allá de la necesidad económica o la pura codicia, descubrimos también la ambición de defraudar al mercado del arte e incluso el afán por inventar una Historia que nunca fue.


Armas de guerra, indicios y fuente de crisis, evidencias de competencia comercial, testimonio de la posición social y de los intereses de eruditos y aristócratas, todas estas monedas falsas son, hoy, bienes culturales cuyo estudio amplía nuestro conocimiento de la vida en el pasado.


LA FALSA MONEDA


La falsificación de moneda de curso legal requiere habilidades técnicas y organizativas. Cuando las monedas valían lo que su metal, la operación era rentable usando materiales o métodos más baratos que los originales: rebajando la ley del metal, bañando bronce en plata u oro, o fundiendo en moldes en vez de acuñar.


Maravedíes de Alfonso VIII de Castilla (1158-1214)



Auténtico. Oro
Fundido. Oro bajo
Con baño de oro (perdido). Bronce


ALMAS DE COBRE


Para falsificar monedas de oro y plata se solía recubrir con metales preciosos piezas hechas en aleaciones de cobre. Si son de calidad, los “forrados” resultan difíciles de distinguir, a no ser que se deteriore la lámina exterior. Muchos falsos eran acuñados por el propio personal de las cecas.



Denarios (auténtico y forrado) de Arekorata

Muro de Ágreda (Soria)

Plata / Cobre recubierto de plata

Hacia 140-125 a.C.




Dírham califal forrado de ʿAbd al-Rahman III

Cobre recubierto de plata

Posterior a 932-933





EL TALLER DEL FALSIFICADOR


Como revelan los moldes romanos para moneda corriente, falsificar moneda de poco valor también era una práctica frecuente. En la España de finales del siglo XIX, la gran cantidad de calderilla falsa en circulación llegó a provocar desórdenes públicos. El negocio falsario no acababa en el taller: exigía tener una red de distribución que introdujera el producto en los mercados.


Molde para falsificar folles romanos
Cerámica
285-324
Follis de Diocleciano falso (fundido)

Bronce

285-305



Material de falsario aprehendido en el Puerto de Barcelona en 1928

Frasco de vidrio con muestras de metales

Lingotes de oro y plata y cospeles

Céntimos de real y de peseta, algunos invalidados





EL ESTADO FALSARIO


También los Estados pueden actuar como falsificadores. Imitando la divisa fuerte del mercado, buscan beneficiarse de su prestigio en los circuitos comerciales. Rebajando la pureza en períodos de crisis, ahorrar en metal precioso manteniendo el valor facial. Y falsificando la moneda del enemigo para infiltrarla en su país, convertirla en un arma desestabilizadora, como ocurrió en la guerra entre Aragón y Castilla a finales del siglo XIV.

Dírham almohade

Plata. 1130-1269


Millarés (imitación cristiana para los puertos mediterráneos musulmanes)

Plata. Siglos XIII-XIV





Reales de Enrique II de Castilla (1367-1379)

Plata. Toledo.

Plata baja. Sin marca de ceca.





DE LA MONEDA... AL PAPEL MONEDA


Una vez que se extendió el uso del papel moneda fue inevitable que se convirtiera en objetivo de los falsificadores. Además, era mucho más fácil de imitar que la moneda metálica. En España, los billetes fueron falsificados masivamente hasta que se mejoró la calidad del papel y se introdujeron medidas de seguridad.



Billete falso de 1000 pesetas del Banco de España

Papel, invalidado con taladros y sello

Madrid, 15 de julio de 1907


Billete de 4000 reales de vellón del Banco Español de San Fernando

Papel de clase china

Madrid, 1 de febrero de 1835

Junto a la orla: PENA DE MUERTE AL FALSIFICADOR





LA LUCHA CONTRA EL FRAUDE


Muchas características y avances técnicos en monedas y billetes proceden de los esfuerzos para evitar su falsificación. Uno de ellos fue la invención del canto labrado, a principios del siglo XVIII. La incorporación de un dibujo a la “tercera cara” de la moneda pretende impedir su manipulación, pues hace evidente cualquier recorte o limado, y es difícil de imitar sin la maquinaria adecuada.


8 reales de Carlos III con canto laureado

Plata

Potosí, 1770


Billete de demostración “Lince” con las medidas de seguridad actuales

Papel

FNMT-RCM, 2010





¿BUENA O MALA?


Distinguir una falsificación puede ser difícil. Influye mucho la intuición y la experiencia, desde el clásico “hacer sonar” la moneda de plata dejándola caer sobre el mármol, hasta comprobaciones de peso, ley y diseño. Algunas son muy evidentes, como estas imitaciones asiáticas del real de a ocho español, moneda dominante en los mercados de Oriente en la Edad Moderna.




8 reales de Carlos III

Plata

Potosí, 1778


Falsificación de 8 reales de México de Carlos III

Plata

Extremo Oriente, hacia 1770-1800

Imitación ilegible de 8 reales de Carlos III o IV
Calamina

Extremo Oriente, hacia 1770-1800







LOS "DUROS SEVILLANOS"


Las falsificaciones de monedas de 5 pesetas, o duros, provocaron un enorme problema económico y social a finales del siglo XIX y principios del XX. Su perfección hacía imposible distinguirlas, incluso para el Banco de España. Inundaron los mercados, suscitando tal desconfianza que prácticamente colapsaron el sistema en 1908. Pese a su nombre popular, el centro de la “industria” fue Barcelona.


5 pesetas de Alfonso XIII con resello LEGÍTIMA

Plata

1898

Monedas de 5 pesetas de Alfonso XIII, auténticas y falsas

Plata

1892-1908






EL TOQUE


El método más exitoso para detectar falsificaciones es el toque, que aún se sigue usando para determinar la ley de oro y plata. Para comprobar la cantidad de metal precioso que contiene una moneda, se compara el color de la marca que produce al frotarla en una piedra negra, la lidita, con la que dejan las “agujas de toque”, un juego de muestras normalizadas.



Agujas de toque

Bronce (puntas preciosas no conservadas)

Siglos XVI-XVII



Piedra de toque

Lidita

Siglo XX



Balanza de precisión portátil

Madera, hierro, latón

Siglo XIX






INVENTANDO LA HISTORIA


En el siglo XVIII, con el auge de la construcción de las historias nacionales a partir de los textos y restos de las culturas antiguas, surgió una práctica numismática: el retoque. Era inconcebible que las ciudades famosas no tuvieran su propia moneda. Si no se conocían, se inventaban, como esta pieza de la Carmona romana reconvertida en moneda de la mítica Tartessos, que nunca acuñó.


Moneda de Carmo retocada con la leyenda TARTES

Bronce

Siglo I a.C. (moneda) / siglo XVIII (retoque)


¿ARTISTAS O GENIOS DEL CRÍMEN?


En el siglo XVI, poseer monedas antiguas era tanto una muestra de distinción social como una necesidad para estudiar la Antigüedad. Resultaba costoso acceder a estas piezas, por lo que muchos medallistas vieron la oportunidad de complementar sus ingresos fabricando monedas “romanas”. El más famoso es Giovanni da Cavino, cuyos sestercios, que pasaron por auténticos durante largo tiempo, se conservan hoy en muchos museos.



“Sestercios” de los emperadores Calígula y Lucio Vero

Giovanni da Cavino (1500-1570)

Bronce

Padua (Italia)




Colección de “sestercios” de Charles d’Orléans de Rothelin (1691-1744)

Fabricados con los cuños de Cavino

Plata

¿París? Antes de 1744