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Reportaje multimedia realizado por Grupo Mirada 21.

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La madre Teresa de Calcuta, después de 45 años atendiendo a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos, tenía claro que la soledad puede ser "la forma más extrema de pobreza". La crisis del coronavirus ha servido para sacar a la luz las terribles historias de personas que han muerto sin que nadie reclamara sus cadáveres. Este es un viaje a la verdadera pandemia actual... y una oportunidad para construir una nueva cultura del encuentro en la que el otro ya no es un infierno, como dijo Sartre, sino un hermano con el que compartir un camino de esperanza.

Un reto y una pandemia

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La pandemia ha mostrado todas las capacidades y contradicciones de esta época. A pesar de vivir en un mundo hiperconectado la actual crisis ha puesto de manifiesto que comunicarse es algo más que estar en conexión. ¿Hasta qué punto la pandemia ha fomentado un incremento de la soledad? ¿Estaban los ciudadanos de 2020 preparados para este aislamiento forzado que, con mayor o menor intensidad, se ha impuesto desde el pasado mes de marzo? Esta crisis ha provocado que el 11% de los españoles confiese sentir soledad grave, frente al 5,2% que consideraba padecerla antes de la pandemia. El dato es del Informe España 2020, elaborado por la Cátedra José María Martín Patino de la Cultura del Encuentro de la Universidad Pontificia Comillas. Su director, Agustín Blanco, destaca: "La pandemia del coronavirus ha puesto imagen y voz a otra enfermedad más silenciosa que nos acompaña desde hace años y que no deja de crecer: la soledad. En la era de las redes sociales, de la hiperconectividad, son cada vez más los que se sienten solos".

En el arranque del diálogo con Cecilia Castañeda, mentora del Instituto de Acompañamiento de la UFV, Ángel Barahona, director de Formación Humanística de la UFV y Susana Moreno, psicóloga sanitaria, les pedimos una primera aproximación al concepto de soledad.

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La soledad no deseada ha producido un fuerte aislamiento y una nueva forma de relacionarse. Rosana Pereira, directora del centro Haztúa Psicología Positiva, cree que la soledad no es en sí "algo bueno o malo, sino que depende de cómo lo interprete cada uno". Se refiere, en este sentido, a la experiencia propia, a la gestión personal de la enfermedad, la discriminación, la vejez, el rechazo, el abandono o el fracaso. A esa forma propia de vivir la soledad se le añade un nuevo factor que, inevitablemente, genera incertidumbre: el coronavirus. En todo caso, ante este reto también hay distintas miradas. Frente a "el otro es un infierno", de Jean-Paul Sartre, resuena con fuerza esta otra frase del papa Francisco: "Cuando el hombre se siente solo, experimenta el infierno. En cambio, cuando advierte que no está abandonado, puede enfrentar cualquier tipo de dificultad y esfuerzo". En este sentido, el papa hace siempre un llamamiento a ser con los otros, ser prójimos. Este es otro de los factores que ha puesto de manifiesto la pandemia. "Estos tiempos tan terribles ponen en evidencia, una vez más, esta dimensión tan profunda y radical de la persona de que está hecho para el otro", asegura Cecilia Castañera, directora del Instituto de Acompañamiento de la UFV. El profesor de Humanidades de la UFV, Isidro Catela señala en el siguiente audio lo importante "que es pedir ayuda y batallar contra la soledad no deseada".

Isidro Catela es profesor de Ética de la Universidad Francisco de Vitoria y colabora con diversos medios, como Televisión Española, donde dirige el programa Testimonio; la Cadena COPE; o el semanario Alfa y Omega. Fue Director de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española (2004-2014), cargo que le permitió, entre otras actividades, ser portavoz adjunto en El Vaticano durante el Sínodo de 2005 o dirigir la estructura informativa de varias beatificaciones de mártires del siglo XX en España (2007, Roma, y 2013, Tarragona). Imparte cursos y conferencias sobre ética de la comunicación, nuevas tecnologías y comunicación en la Iglesia en numerosas instituciones y universidades. Ha ganado una treintena de premios literarios y es autor, entre otras obras, de Entrevistas con doce obispos españoles, Me desconecto, luego existo y Series en serio.

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"Estamos dentro de un sistema donde somos instrumentos del otro. Es una nueva oportunidad para construir una defensa más estable", afirma la psicóloga Susana Martínez.  El ser humano puede estar a solas, pero no sentirse solo, ya que la persona es esencialmente relacional y necesita de los demás para alcanzar su plenitud.  Esta es la tesis que mantienen los obispos de la provincia eclesiástica de Pamplona y Tudela, que, en una carta pastoral publicada en noviembre, afirman: "La soledad solamente se puede vencer con relaciones firmes caracterizadas por el don y la acogida". Es algo que parece especialmente relevante en un país como España, donde, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), hay 4,7 millones de hogares unipersonales. El informe La soledad en España, elaborado por Juan Díez Nicolás y María Moreno Páez, distingue entre las personas que viven solas de manera voluntaria (un 59%) y los "obligados" (un 41%). Aunque en ambos grupos predominen los hombres, en el segundo son principalmente viudos, profesionalmente no activos y con una edad superior a los primeros. Los "solos voluntarios" parecen ser los más relacionados y los más sociables, al contrario que los "solos involuntarios." 

PERSONAS QUE VIVEN SOLAS

El dato ha sido extraído del informe La soledad en España, publicado en 2015 por Juan Díez Nicolás y María Moreno Páez. Ese trabajo tiene como objetivos "evaluar el fenómeno de la soledad, conocer los principales factores asociados, analizar las consecuencias que derivan de la misma, así como los instrumentos necesarios que permitan mitigar o combatir los sentimientos de soledad y aislamiento en la población española". En la sección Archivos de este reportaje se pueden consultar varios datos extraídos de este informe.

Más relacionadas y sociables

VOLUNTARIAMENTE

INVOLUNTARIAMENTE

Menos relacionadas y sociables

59%

Del 59%, el 26% tiene más de 65 años y son solteros

Del 41%, el 53% tiene más de 65 añosy son viudos

41%

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Hay consenso en el hecho de que la soledad es un problema social y, por tanto, debe ser tratada por las instituciones públicas, como el recién creado Ministerio de Soledad en Reino Unido. Sin embargo, parece que es la familia la que debería encargarse de los allegados que se sientan solos. "El problema ha sido que el capitalismo y el marxismo, que son hermanos gemelos, han logrado disolver a la familia. Además, ha atomizado y convertido a los seres que se deberían amar y entregarse, el uno al otro, en individuos atómizados convertidos en aparatos del Estado", señala Barahona. Esta realidad choca con los valores que promueve la carta pastoral de los obispos: "El acompañamiento fundamental lo proporciona ante todo la propia familia y el entorno de amistades del paciente".La soledad puede ser interpretada como una causa de pobreza, quizá la más propia de las sociedades occidentales. Santa Teresa de Calcuta, quien conoció la pobreza más extrema y dedicó su vida a luchar contra ella, reconoció que en pocos lugares había visto tanta miseria como en las calles de Nueva York. "La soledad y el sentimiento de sentirse no querido… es la pobreza más terrible", destacó.

La hoy ya santa Teresa de Calcuta dedicó toda su vida a la atención de los más pobres de la tierra tras fundar, en 1975, la Orden de las Misioneras de la Caridad en Calcuta. Su labor se extendió a distintas partes del mundo, también en occidente. De hecho, fue en Nueva York donde encontró una de las pobrezas "más terribles", la de la soledad. Así lo describió ella misma: "Nuestras hermanas se encontraban ya trabajando en muchos países del mundo entero. No hace mucho ocurrió algo extraño en Nueva York. Les dijeron que una mujer había fallecido en su casa, no se sabía cuándo. No les cupo otra solución que derribar la puerta para poder entrar. ¿Os imagináis que encontraron? Las ratas ya habían empezado a roer el cadáver. Trataron de saber quién era, si trabajaba y dónde, su filiación, si tenía hijos, si estaba casada... No lograron descubrir nada. Lo único que lograron saber era lo que ya sabían: el número de su casa y apartamento. Ni siquiera sus vecinos sabían nada de ella. ¡Qué pobreza más extrema! ¡Esa soledad, esa timidez, ese sentimiento de sentirse un estorbo para todo el mundo, de saberse despreciada, de no tener a nadie en este mundo!".

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La soledad, un fenómeno que la pandemia ha agudizado

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Algunos descubrieron la verdadera crudeza de la crisis por el coronavirus cuando, en el verano de 2020, se informó de que había 59 cadáveres en el Instituto Anatómico Legal de Madrid que nadie reclamaba. Morir sin que a nadie le importe. Es uno de los rostros más amargos de esta crisis que ha servido para poner sobre la mesa un fenómeno, el de la soledad, que las sociedades occidentales arrastran desde hace décadas. La pandemia se puede escribir desde el dato terrible del número total de muertos, pero, también, es posible hacerlo desde las historias individuales, desde el drama de cada persona, desde las soledades propias. La lucha contra la COVID-19 no ha sido nada fácil, no porque la infección en sí sea un fenómeno nuevo, sino por la incapacidad de la comunidad científica de adelantar sus consecuencias. Entre ellas, el abismo de la soledad. A pesar de ello, hay organismos y autoridades que han tenido como objetivo hacer sentir a las personas lo más acompañadas posible. Este ha sido el caso del Sámur (Madrid). Cristina Feital, trabajadora de Recursos Humanos de Sámur Protección Civil y responsable de Admisión de Hospitales de Ifema, cuenta en el video la labor que hacían.

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La tecnología y las redes sociales han sido una parte fundamental a lo largo de toda la pandemia. Según la empresa de medición de audiencias Comscore, España fue el país europeo en el que más creció el consumo de información a través de redes sociales durante el confinamiento, con un incremento del 55%. Sin embargo, en ocasiones, las nuevas tecnologías han sido un peligro para la gente más vulnerable que convive con la soledad. Es el riesgo de confundir conexión y comunicación, especialmente entre los jóvenes, lo que el papa ha llamado "difuso narcisismo digital".Las plataformas se llenaban de información, muchas veces falsa o alarmante, y esto fue un detonante para quienes se sentían abandonados y se aferraban a cualquier cosa. No todo el mundo tiene la capacidad de contrastar datos o evitar información cuando el aburrimiento y la preocupación llenan sus días, y este hecho ha podido provocar malestar y angustia en la gente que no tiene a nadie. En este sentido, el profesor Manuel Arias Maldonado afirma en su ensayo Desde las ruinas del futuro: "Se ha dicho que en esta crisis coinciden virología y viralidad, habida cuenta de la velocidad a la que se han transmitido tanto el patógeno como la información sobre él disponible".

En este fragmento del diálogo, Ángel Barahona reflexiona sobre el papel de las nuevas tecnologías en el mundo actual.

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Las tecnologías están muy implicadas en la relación con los demás y ha habido cierto desprecio hacia las personas más vulnerables, a las personas mayores, pero eso es algo que ya ocurría antes de que el mundo atravesara esta crisis provocada por un virus. El periodista y profesor de Ética de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), Isidro Catela explica que la pandemia ha sido como "una bofetada de realidad" para la sociedad que ya no puede seguir escodiendo la muerte.

Isidro Catela es profesor de Ética de la Universidad Francisco de Vitoria y colabora con diversos medios, como Televisión Española, donde dirige el programa Testimonio; la Cadena COPE; o el semanario Alfa y Omega. Fue Director de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española (2004-2014), cargo que le permitió, entre otras actividades, ser portavoz adjunto en El Vaticano durante el Sínodo de 2005 o dirigir la estructura informativa de varias beatificaciones de mártires del siglo XX en España (2007, Roma, y 2013, Tarragona). Imparte cursos y conferencias sobre ética de la comunicación, nuevas tecnologías y comunicación en la Iglesia en numerosas instituciones y universidades. Ha ganado una treintena de premios literarios y es autor, entre otras obras, de Entrevistas con doce obispos españoles, Me desconecto, luego existo y Series en serio.

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La directora de El Sauce, Araceli Montilla, cuenta que a las personas que residen en la casa-hogar les ha supuesto mucho dolor no poder recibir visitas. Sin embargo, y gracias a las actividades que realizan, han podido estar entretenidos y sentirse acompañados. Tanto es así, que los propios familiares se sorprenden de que los residentes se rían o bailen. Sin embargo, no todo son luces. "En las residencias hay personas que se encierran en sí mismas", destaca Marisa Fernández, directora de programas de acompañamiento de la Orden de Malta. La soledad "empeora la salud de las personas que están en residencias", afirma. Y recuerda la historia de Rita, fallecida por coronavirus, a quien acompañó muchos años, a pesar de que ella decía que no estaba sola: "Y lo estaba. Decía que yo era una doctora que iba a dar una conferencia". Cuenta la madre Teresa de Calcuta que, en una visita a una residencia de Inglaterra, se fijó en que todos los ancianos miraban a la puerta. Preguntó: "¿Cómo es que ninguno sonríe? ¿Por qué no dejan de mirar a la puerta?". Le respondieron: "Ocurre lo mismo todos los días. Están permanentemente a la espera de que alguien venga a visitarlos".Juan Delgado y su mujer Pepa Gómez son un matrimonio que perdió a su hija y han vivido en sus carnes la soledad durante un confinamiento que, según ellos, "se ha teñido de duelo".

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Parte del 20% de los españoles mayores de 18 años que viven solos se han quedado completamente aislados de sus familiares y amigos durante los meses de confinamiento. Unas 5.417 personas viven en residencias de mayores, según datos recogidos en el Informe Envejecimiento en Red, correspondiente a octubre de 2019, y elaborado por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Todas ellas han sido afectadas por esta crisis del coronavirus. Durante ese periodo, tanto jóvenes como mayores no han podido recibir visitas ni salir a ver a nadie. Este hecho supone que estas personas -que ya de por sí se sienten solas en ocasiones, porque no tienen familia o porque la que tienen no puede visitarlas tanto como les gustaría- se sienten aún más aisladas y, por lo tanto, más solas.

Demasiado viejos y demasiado jóvenes

Alrededor de un 20% de los españoles mayores de 18 años viven solos, frente a un 80% que viven con otras personas

El dato ha sido extraído del informe La soledad en España, publicado en 2015 por Juan Díez Nicolás y María Moreno Páez. Ese trabajo tiene como objetivos "evaluar el fenómeno de la soledad, conocer los principales factores asociados, analizar las consecuencias que derivan de la misma, así como los instrumentos necesarios que permitan mitigar o combatir los sentimientos de soledad y aislamiento en la población española". En la sección Archivos de este reportaje se pueden consultar varios datos extraídos de este informe.

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Las personas mayores no son las únicas que padecen los efectos de la soledad. Los jóvenes también se sienten solos, y el confinamiento y las posteriores fases de la desescalada han puesto de manifiesto esta realidad. Por una parte, los que son hijos únicos viven un confinamiento en el que su única compañía son sus padres, por lo que sienten un vacío ante la imposibilidad de tener contacto con personas de la misma edad. Por otra parte, también hay quien pasa más de tres meses sin poder ver a sus amigos, a esa segunda familia que han elegido, porque viven en municipios, provincias o incluso comunidades diferentes. Con la llegada de la desescalada por fases, muchas personas empezaron a salir a la calle, pero otras se limitaron a saber que su grupo de amigos se reencontraba mientras ellas seguían sin poder moverse de su domicilio.Este es el caso de Natalia de la Hoz, una estudiante de Comunicación Audiovisual que es hija única. Los grupos de clase han sido su única forma de salir de las cuatro paredes de su casa, pero, durante el confinamiento, De la Hoz ha aprendido a disfrutar de sí misma.

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Uno de los sectores de la sociedad más afectados fue el de las personas mayores, muchas de ellas, en residencias de ancianos, que han sufrido en soledad, lejos de sus familiares. También ha sido complicada la situación de las personas con discapacidad intelectual. Es el caso del Hogar Don Orione, donde atienden residencialmente a personas en esas circunstancias, de la Asociación Casa-Hogar El Sauce y de la Residencia Los Llanos.

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Para paliar el sentimiento de soledad, sobrevenida por una situación más grave como es la muerte repentina de una hija, Juan Delgado y su mujer Pepa Gómez tienen un método infalible: llamar cada día a una persona. De ese modo, los días de dolor no se hacen tan cuesta arriba. Al ejemplo de Juan y Pepa se suma el de Encarna, quien tampoco padece mucho el tener que quedarse encerrada en casa. Durante la cuarentena, ella convivía con su marido, enfermo terminal...

Esta es la historia de Encarna, cuyo marido falleció durante la primera ola de la pandemia. Puedes escuchar su historia completa en el podcast del reportaje, disponible en Archivos.

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De un modo u otro, todas estas personas albergan este sentimiento en su corazón, pese a tener edades diferentes. Todas ellas coinciden en que la pandemia deja una lección importantísima en la sociedad: el contacto humano es vital. Las dos jóvenes buscan la compañía de sus amigos o compañeros de clase. Las mayores la buscan también, pero en las llamadas telefónicas. Sentirse acompañado es vital para todos. Ya lo decía Aristóteles, "el hombre es un ser social por naturaleza". Coincide con él Lorena Prieto, coordinadora del Teléfono de la Esperanza, para quien "es muy difícil vivir sin estar acompañado". Para ella, que trabaja en un centro en el que las personas realizan su voluntariado para descolgar el teléfono y escuchar a quien lo necesite, el acompañamiento es "estar ahí", supone una escucha activa "con todos los sentidos, para que la persona note tu presencia". Puede que el coronavirus no haya hecho más que poner luz un drama que los países occidentales arrastran desde hace años y que tiene causas muy complejas. "La individualidad es la causa sociológica de una soledad no querida", afirma Barahona, para quien la clave pasa por poner a la persona en el centro, cuyo "sentido originario es la relación con el otro y no consigo misma".

Ángel Barahona cree que romper la familia ha sido "el error fundamental" de los últimos años, cuando "es el único lugar en el que uno puede ser amado como es". Esa ruptura ha creado una sociedad " de solitarios, de francotiradores de la nada".

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La doctora Marisa Fernández, responsable de proyectos médicos y directora de los programas de acompañamiento de la Orden de Malta, institución católica que se dedica, entre otras funciones, a ofrecer acompañamiento a personas mayores que viven en residencias asegura que la soledad empeora la propia salud física, y es que "nadie quiere reconocer que está solo". Fernández dirige Conectados, un programa que pone en encuentro a personas mayores con voluntarios que les prestan acompañamiento de manera online. Esther García, directora de la residencia de mayores Los Llanos, también habla de lo importantes que son estos espacios para los mayores, ya que "contribuyen a su socialización" y allí encuentran "una gran familia, que no sustituye a la suya, pero que es una familia social". Esto también les ayuda a mejorar su condición física y mental, porque lo que necesitaban es a otras personas que las acompañen y a las que vean como iguales. García señala también la importancia de no ver las residencias como un lugar de "abandono" de las personas mayores, sino como un lugar que les permite una socialización que no encuentran algunas veces en su familia. Además, remarca la necesidad de "recuperar la figura histórica que ha tenido el mayor como custodio histórico de experiencia y de conocimiento"

Mayores de 18 añosrealmente aislados

El dato ha sido extraído del informe La soledad en España, publicado en 2015 por Juan Díez Nicolás y María Moreno Páez. Ese trabajo tiene como objetivos "evaluar el fenómeno de la soledad, conocer los principales factores asociados, analizar las consecuencias que derivan de la misma, así como los instrumentos necesarios que permitan mitigar o combatir los sentimientos de soledad y aislamiento en la población española". En la sección Archivos de este reportaje se pueden consultar varios datos extraídos de este informe.

Viven solos en contra de su voluntad

8%

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"Una voz, una mano". Estos dos elementos que forman parte de lo que es cada ser humano, de lo que es su naturaleza, son la propuesta para que nadie se sienta solo que presenta Cecilia Castañera, miembro del equipo de mentores del Instituto de Acompañamiento de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), creado para formar en el acompañamiento. Desde el comienzo del confinamiento, y a través de este instituto, la UFV pone a disposición de quien lo desee una forma de contactar con sacerdotes, profesionales de la salud y personal cualificado. Así nace la iniciativa Uno más uno, que permite a cualquier persona que lo solicite ser acompañado en este momento.

Hacia una cultura del encuentro

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Desde la diócesis de Pamplona y Tudela, destacan cómo "es necesario acompañar, vivir junto a los otros, ser con los otros, participar de los sentimientos de los demás" y acercarse al prójimo. Hay una necesidad de alteridad, de encontrarse y convencerse juntos en un diálogo sin fin. Isidro Catela, profesor de Humanidades de la UFV, plantea cómo también desempeña un papel esencial en este aspecto el concepto biográfico de la vida:

1 de cada 3 personas se siente sola

Fuente: El desafío de la soledad.

Hay personas que viven solas por propia voluntad, pero son muchas las que lo hacen aisladas, en una soledad no deseada, siendo invisibles para la sociedad.

Isidro Catela es profesor de Ética de la Universidad Francisco de Vitoria y colabora con diversos medios, como Televisión Española, donde dirige el programa Testimonio; la Cadena COPE; o el semanario Alfa y Omega. Fue Director de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española (2004-2014), cargo que le permitió, entre otras actividades, ser portavoz adjunto en El Vaticano durante el Sínodo de 2005 o dirigir la estructura informativa de varias beatificaciones de mártires del siglo XX en España (2007, Roma, y 2013, Tarragona). Imparte cursos y conferencias sobre ética de la comunicación, nuevas tecnologías y comunicación en la Iglesia en numerosas instituciones y universidades. Ha ganado una treintena de premios literarios y es autor, entre otras obras, de Entrevistas con doce obispos españoles, Me desconecto, luego existo y Series en serio.

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En una carta orientada a tratar los desafíos de la soledad que la pandemia había provocado, los obispos de la provincia eclesiástica de Pamplona y Tudela destacan cómo la Iglesia debe salir al paso de los necesitados que no vienen a ellos: "Cada vez hay menos calor de hogar y de familia. Por ello, es urgente acompañar a las personas que se sienten solas, no comprendidas y no escuchadas". El papel de la Iglesia en los meses más complejos de la crisis del coronavirus va más allá de las obras de caridad. La Iglesia presta servicios de acompañamiento en los momentos de duelo, soledad e incluso padecimiento de esta enfermedad u otras. Muchos sacerdotes han estado en primera línea durante la pandemia y no solo dando ayuda espiritual. Es el caso de Juan Jolín, sacerdote en el Colegio Retamar y licenciado en Medicina. Durante los meses del confinamiento, acompañó a los pacientes de los pabellones hospitalizados de Ifema. Jolín explica que aunque allí la soledad era obligada un cristiano nunca se siente abandonado...

diferenciar entre estar a solas y sentirse solo

Coincidiendo con la celebración del Día de Todos los Santos de 2020, los obispos de la diócesis de Pamplona-Tudela, hicieron público un informe titulado El desafío de la soledad. En el documento, los prelados advierten de que "la soledad solamente se puede vencer con relaciones firmes caracterizadas por el don y la acogida". En la conclusión, los obispos consideran que la solución al desafío de la soledad pasa por la comunión: "No nos relacionamos con los demás como si fuesen rivales, competidores o enemigos. Tampoco los tratamos como clientes, compradores, pacientes, observadores o visitantes. Los consideramos hermanos. Quienes padecen como consecuencia de la enfermedad, la angustia, la depresión, el vacío existencial, la duda vital, el sinsentido han de encontrar en nosotros, tanto desde el punto de vista personal como en nuestra condición de comunidad cristiana, una respuesta adecuada".

Juan Jolín es sacerdote en el Colegio Retamar y licenciado en Medicina. Durante los meses del confinamiento, acompañó a los pacientes de los pabellones hospitalizados de Ifema.

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En este punto, el informe de los obispos destaca la desesperanza que muchas personas sienten ante la ausencia de sus amigos, allegados o familiares. Sin embargo, los autores defienden cómo un cristiano nunca está solo: "Los cristianos sabemos que no existe la soledad absoluta y que el túnel de la soledad se ilumina desde la comunión con Jesucristo". El remedio de la fe ante la soledad puede curar la desesperanza de sentirse abandonado. En el escrito, también destacan cómo un correcto aprovechamiento de la soledad facilita encontrar en el corazón la voz de Dios y dotar de un sentido el sufrimiento y, por tanto, llegar a trascenderlo. Ángel Barahona, director de Humanidades de la UFV, defiende cómo, a pesar del proceso de destrucción al que la sociedad ha sometido a las familias, estas siguen siendo "el único lugar donde uno puede ser libre y ser amado tal y como es".

El ser humano puede estar a solas, pero no sentirse solo

Los cristianos saben que no existe la soledad absoluta, pues el túnel de la soledad se ilumina desde la comunión con Jesucristo.

La soledad se combatecon la compañía

Coincidiendo con la celebración del Día de Todos los Santos de 2020, los obispos de la diócesis de Pamplona-Tudela, hicieron público un informe titulado El desafío de la soledad. En el documento, los prelados advierten de que "la soledad solamente se puede vencer con relaciones firmes caracterizadas por el don y la acogida". En la conclusión, los obispos consideran que la solución al desafío de la soledad pasa por la comunión: "No nos relacionamos con los demás como si fuesen rivales, competidores o enemigos. Tampoco los tratamos como clientes, compradores, pacientes, observadores o visitantes. Los consideramos hermanos. Quienes padecen como consecuencia de la enfermedad, la angustia, la depresión, el vacío existencial, la duda vital, el sinsentido han de encontrar en nosotros, tanto desde el punto de vista personal como en nuestra condición de comunidad cristiana, una respuesta adecuada".

Es necesario acompañar, vivir junto a los otros, SER CON LOS OTROS, acercarse, ser próximos y ser prójimos. Es fundamental crear comunidad y vincularse con la gente.

Coincidiendo con la celebración del Día de Todos los Santos de 2020, los obispos de la diócesis de Pamplona-Tudela, hicieron público un informe titulado El desafío de la soledad. En el documento, los prelados advierten de que "la soledad solamente se puede vencer con relaciones firmes caracterizadas por el don y la acogida". En la conclusión, los obispos consideran que la solución al desafío de la soledad pasa por la comunión: "No nos relacionamos con los demás como si fuesen rivales, competidores o enemigos. Tampoco los tratamos como clientes, compradores, pacientes, observadores o visitantes. Los consideramos hermanos. Quienes padecen como consecuencia de la enfermedad, la angustia, la depresión, el vacío existencial, la duda vital, el sinsentido han de encontrar en nosotros, tanto desde el punto de vista personal como en nuestra condición de comunidad cristiana, una respuesta adecuada".

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En el camino al encuentro, a una solución para afrontar la soledad que puede oprimir al ser humano, se encuentran también otras virtudes que solo destacan en momentos de crisis. También en estos instantes florecen las grandes obras de quienes dan su vida por los demás, de quienes acompañan. Esa entrega generosa favorece una cultura de encuentro, verdadero antídoto frente a esa carrera desbocada hacia uno mismo en que parece haberse convertido el mundo. La persona, escribe el filósofo Alfonso López Quintás, es "éticamente valiosa" cuando "configura un modo de ser que la dispone favorablemente para crear relaciones de encuentro".

Al final del diálogo con los expertos, le preguntábamos a Ángel Barahona por qué consejo le daría a una persona de más de 50 años que se sintiera sola. ¿Qué podría hacer para salir de esa situación?

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El diálogo entre los expertos

Un vídeo, un pódcast y los datos: estos son los archivos de Soledad en tiempos de pandemia

El pódcast: Una historia para el recuerdo

El reportaje, en datos

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