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Una obra realizado por adolescentes, para cualquier persona. La tecnología arrasa en éstos días, pero la realidad virtual no es una con la cual bromear. Su uso intensivo e irresponsable puede traer severos problemas, la mayoría de ellos aplicados a la salud mental y la percepción del entorno.

Transcript

La Realidad

Prepárate para conocer...

Obra realizada por:

Delgado, Ignacio Ariel Flores, Joaquín Nehuén Franco, Federecio Valentín Viana, Mateo Nehuén

Alumnos de la Escuela de Educación Secundaria Técnica N°7 "Taller Regional Quilmes", popularmente conocida como "I.M.P.A"

Comencemos....

Luego de la espera, el fin de semana llegó. Las ansias no perdían terreno. Como todos los sábados a esta hora, era cuestión de esperar el primer mensaje que, por suerte, lejos estaba de no suceder. Corrían las 17:51 de aquella pacífica tarde.

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A lo largo del día, me quedé pensando… ¿Un malware con el potencial de transportar a una persona de cualquier parte del mundo a un escenario específico y que esa persona salga ilesa? Es increíble. Vaya uno a saber su finalidad. Tiempo atrás no se hubiera ni pensado en la posibilidad, pero la ciencia y la tecnología avanzan a grandes rasgos, estamos en el auge diría yo. Dijeron que ya hicieron algunos pequeños experimentos, qué será de esas personas, la sensación de no saber qué es real y qué no.

Minutos faltaban para que sea la hora de jugar. El escuadrón es bastante competitivo, pero nos interesa más divertirnos. Contamos con un líder, nuestro médico de confianza, un experto en francotiradores y armas a largo alcance, un soporte que nos garantiza seguridad y un estratega que siempre tiene un haz bajo la manga (¿Cuál es mi rol? Ya lo descubrirás). Pero ya saben, también tenemos un profesional en adquirir nuestras casas, un hábil y escurridizo ladrón de cajas de enemigos y nunca falta el gracioso que nos lanza granadas o cocteles molotov, para variar. De igual modo, bromeamos y competimos en distintas partidas y modos de juegos. Hoy tenemos planeado jugar al nuevo evento: “El Templo”. Es día de estreno. Queremos aprovecharlo al máximo, así que decidimos vivir la experiencia de alta sensibilidad con nuestros dispositivos de realidad virtual.

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La llamada entró y fue aceptada por todos a la vez. A la hora que acordamos, es sorprendente. Nos contamos los unos a los otros nuestros días, unos más arduos que otros, pero, al fin y al cabo, estábamos para despejarnos. Dimos inicio al juego, aceptamos nuestras solicitudes de equipo y esperamos el emparejamiento. Lo único que nos pareció extraño es que solo éramos nosotros, puesto que el evento sostenía la batalla de 25 equipos según creímos. Como lo es del modo clásico: 25 equipos, un total de 100 jugadores, cuya finalidad es terminar #1 (primeros) y ser proclamados vencedores. No le dimos tantas vueltas al asunto, probablemente no estábamos bien informados. El reloj marcaba 5 minutos hasta que apareciera el Guardián. Mientras, nos equipamos e hicimos el ridículo un rato. Había cuatro casas de dos pisos y en el centro un templo donde, suponemos, aparecerá el Guardián. El fuego amigo estaba permitido, pero pactamos no dispararnos para no gastar nuestras vendas innecesariamente. Era una cuestión de apretar el gatillo y desatar una discordia, pero no era el momento de hacerlo.

En la cotidianidad de descubrir las herramientas que la realidad virtual nos ofrece, decidimos reunirnos en el centro. No se encontraba igual que antes. Una barrera verde, de espectro fluorescente, animó nuestros instintos. Decidimos entrar, sin saber a dónde nos llevaría. Los cuatro a la vez, nos adentramos. Era imposible echar un vistazo a nuestro alrededor. La luz excedió nuestras fronteras visuales (la cantidad suficiente para encandilar a cualquier persona). Fue tanta, que en el momento en que la oscuridad tomó el control, nadie pudo reaccionar:—Individuos aislados. Iniciamos en 3… 2… 1…—. Todos pudimos oírlo.

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En un abrir y cerrar de ojos, todo cambió. Sentimos algo extraño, algo indescriptible, pero intentaré contárselos de la manera más sencilla posible: lo más similar es ese estado cuando estás a punto de dormir, pero percibes una sensación que te estremece el cuerpo por completo. El medio cambió, ya no teníamos nuestra ropa ni los cascos de realidad virtual. Teníamos las prendas bases de nuestros personajes en el juego. El aire advertía lo que sucedía. Aparentemente estamos dentro del templo, por las ruinas y la arquitectura del lugar. No logramos visualizar nada más que a nosotros y estas cuatro paredes. Solo necesitamos conocer nuestro objetivo aquí. Federico apunto hacia un rincón:

—Una nota. Es manuscrito, alguien estuvo aquí… o alg— Dejando su comentario sin atención, fue cortado. —Alguien nos metió en este basurero, ¿Vamos a quedarnos de brazos cruzados? —Interrumpió Joaquín. —Claro que no. Recuento de armamento y provisiones— Dije, sin temor a lo que nos esperase—. Tengo M4A16, 40 balas de 5.56mm en el cargador ampliado y 30 en mi cargador rápido. En las casas había un chaleco militar de kevlar y un casco de motocicleta. No me protegerá mucho, mas peor es nada. La mira de punto rojo será útil. Tengo una granada de fragmentación por si se complica la cosa. —Cuento con una SCAR-L, mismas balas y cantidad que balas que Ignacio. Tengo chaleco de spectra, pero mi cabeza está desnuda. Llevó una G36C en mi espalda con un visor láser. Enfundo cuchillo táctico. Escaseo en medicinas —Afirmó Mateo. —AKM con cargador rápido de 30 balas de 7.9mm y otras 40 en un ampliado. Conseguí mira x2. Necesito chaleco, tengo un casco de moto también. Voy a guardar la granada de humo en mi chaleco. Puedo darles insumos médicos en el momento que necesiten, espero no llegar a eso —Sumó Federico. —Micro UZI con culata retráctil y con silenciador. Tengo balas de 9mm de sobra. Tengo chaleco de twaron. Voy a necesitar un encendedor para el cóctel molotov —Nos comentó Joaquín.

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—La puerta está abierta, avancemos, no nos separemos. Juntos saldremos de ésta. —Afirmativo. Recojo bidón de combustible. Enciendan linternas y procedan— Finalizó Federico.Avanzamos unos metros. Solo se veía lo que nuestras linternas centraban, lo demás era imperceptible. Aquí apesta. Creo que encontraron algo. —Por acá. La puerta puede ser nuestra salida —Apuntó joaquín, antes de agarrar un encendedor del suelo. —Dentro. Rápido —Dije, sin dudar. La puerta se cerró tras el último paso. Las grietas del techo permitían el ingreso de haces de luz. Suficiente para hacer reconocimiento. Un temblor interrumpió la escena. Los cadáveres hicieron notoria la situación. Era él, sin dudas. El Guardián yacía frente a nuestros ojos. Macizo. Con una pigmentación grisácea. Su contextura humana y su altura superior era impresionante. Una embestida esquivada dio a conocer sus intenciones. Era él o nosotros. —2-1-1 ¡Ahora! ¡Middle! —Exclamó Federico. —¡Middle! —Gritó Joaquín. —¡Left! —Afirmé, con un enfoque que podría denominarse perfecto. —¡Right! —Terminó Mateo.La balacera fue un hecho. El Guardián desistió a nosotros. Pero las balas podían dañarlo. Es un vil adversario. Perece de movimientos bruscos, es como si preparase algo. Un problema arriba: nos quedan pocas municiones —¡Molotov!

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Lo quemó completamente, su final estaba cerca. O eso creímos. No nos quedaban muchas municiones. Él sangraba demasiado. La situación parecía controlada, un simple error sería fatal. —¡Mateo no! —Una frecuencia levemente superior hubiera devastado mis cuerdas vocales. Mateo se confió, habiendo descartado su SCAR-L, a atacarlo de cerca con su G36C. Avanzó a mansalva. —¡Alto al fuego, no queremos fuego amigo! Lo va a lograr. Ese desgraciado lo va a lograr. Con admiración y entusiasmo, creímos que así sería. Vació su cargador y se dirigió a el herido Guardián, desenfundando su último recurso. —¡Déjanos en pa… agh! —Insecto —Advirtió su estado, suspirando. El silencio venció el entorno —¡No podrán conmigo! —El estallido de su voz resonó en el ambiente durante unos segundos. —¡Es ahora o nunca! —Nuestra esperanza no se desvanecía. Al contrario, era exponencialmente positiva. El objetivo fue claro: rescatar a Mateo y neutralizar el objetivo —¡Va el humo! —Corrí hacia Joaquín esquivando una mortal embestida —¡Hit and run! ¡Ya! Coordinados como los engranajes del Big Ben, procedimos. Le di mi granada a Federico, quién instantáneamente deslizó bajo el Guardián dejando caer el bidón, siguiendo sin parar hacia una cubierta detrás del fenómeno. Joaquín puso a punto el bidón. Mientras el gigantón preparaba el golpe que acabe con Mateo, vacíe mi último cargador en sus rodillas, dejándolo inmóvil. Atravesé el humo y con un último esfuerzo salté hacia Mateo. Logré separarlo de su brazo y al instante en que caímos, el humó se disipó. Con las manos del Guardián lejos de nosotros, nos arrastramos hasta el muro.

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—¡CLICK! ¡Cúbranse! —¡Ahora Joaquín! —¡PAM! —¡BOOM! —. El Guardián cedió el grito más desgarrador jamás oído. La explosión fue inminente. Los pedazos de éste cubrieron rápidamente el rededor. El polvo nos cegaba. En el centro yacían los restos de la bestia. Vi a Joaquín abriéndose paso hacia Federico, quien movía la boca, pero no lograba oírlo. Un zumbido controlaba mi audición. Mateo me gritaba, pero no tenía caso. Esperen ¿Dónde apuntan Federico y Joaquín? —PIII —¡ …uerta se…! —PIIII— ¡La… ando! — Federico intentaba decirme algo, pero no lograba oírlo. Mateo me dio una cachetada que reactivó mis sentidos —¡La puerta se está cerrando! Allí estaba. Nuestra oportunidad. Sin dudarlo, corrimos hacia nuestra “luz al final del túnel”. Deslizándome fui el último en entrar, en el segundo final.—¿Ahora qué? —Dubitativamente dijo Joaquín. —¡Hey! Por allá… La barrera fluorescente —Anuncié. —A la cuenta de 3 saltamos. 3…2…1… ¡Vamos! Una aguda frecuencia gobernó nuestro cerebro. Sentimos cómo se alteraba algo. Nuestro… lóbulo temporal. La oscuridad ganó el terreno. Esto no está bien. —¡Chicos! ¡No se rindan! Luchen contr… ¡Toc Toc! —Hijo… ¿Estás despierto? Escuché ruidos raros en tu habitación. Voy a pasar… ¡Ay, Dios! Otra vez dormido frente a la computadora y los cascos de realidad virtual en el suelo. Levanta hijo, ya es de madrugada. —… Hola ma ¿Qué pasó? —No sé, tú dime. Baja, papá preparó el desayuno. Dijiste que lo ayudarías. —Ya voy… Realmente no entiendo nada.

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¡Fin!

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