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La Revolución en Rosa Luxemburgo

Rosa Luxemburgo Rosa Luxemburgo nació el 5 de marzo de 1871 en Zamosc, Polonia, entonces ocupada por el imperio zarista ruso. Fue asesinada el 15 de enero de 1919, a los 47 años.

“Águila de la Revolución” fue el apodo que se ganó por el líder soviético Vladimir Lenin; es considerada una de las grandes revolucionarias del siglo XX. Durante gran parte de su vida sostuvo la causa feminista y sostenia un socialismo democrático en el marco de la revolución proletaria.

"El fundamento científico del socialismo reside, como se sabe, en los tres resultados principales del desarrollo capitalista. Primero, la anarquía creciente de la economía capitalista, que conduce inevitablemente a su ruina. Segundo, la socialización progresiva del proceso de producción, que crea los gérmenes del futuro orden social. Y tercero, la creciente organización y conciencia de la clase proletaria, que constituye el factor activo en la revolución que se avecina". (Rosa Luxemburg, Obras Escogidas, edicion digital de Izquierda Revolucionaria, 1900,p.8)

Reforma o Revolución

En su trabajo "Reforma o revolución" se ve plasmado gran parte de su pensamiento y su defensa del socialismo cientifico de Marx. El eje del planteo será una respuesta a las ideas reformistas de Eduard Bernstein:

Según Bernstein, la decadencia general del capitalismo se presenta como improbable debido a su capacidad de adaptación y la creciente variación en el proceso productivo. Sus postulados teóricos plantean el eje de la práctica de la socialdemocracia. Ésta no debe dirigir su actividad diaria hacia la conquista del poder político, sino hacia el mejoramiento de la condición de la clase trabajadora dentro del orden existente.

Parlamentarismo y sindicalismo

El capitalismo, al ser un sistema que ejerce la explotación desde las relaciones economicas, no puede ser transformado desde reformas jurídicas o legales. Sin embargo, Rosa Luxemburgo destaca, al igual que Engels, la importancia de la lucha parlamentaria y sindical, reforzando la democracia y la resistencia, pero discrepa con el reformismo sobre los propósitos de la misma. Para los revolucionarios, estas luchas parciales deben preparar a la clase trabajadora para la lucha revolucionaria y fortalecer la conciencia de los trabajadores en la necesidad de la conquista del poder politico hacia el socialismo.

"Desde la primera aparición de las sociedades de clases con la lucha de clases como contenido esencial de su historia, la conquista del poder político ha sido siempre el objetivo de las clases en ascenso. Este es el punto de partida y el final de todo periodo histórico". (Rosa Luxemburg, Obras Escogidas, edicion digital de Izquierda Revolucionaria, 1900, p.47)

En el pensamiento marxista de la revolución, retomado por Rosa Luxemburgo no hay la idea de comienzos radicales o "blanquistas", ni tampoco la idea de cambios sin intervención, la cual debe ser consciente y voluntaria de los hombres. El sujeto social, la clase obrera, tiene que asumir la problemática del cambio social; debe producirla desde las posibilidades surgidas en la madurez de las relaciones económico sociales y los de la formación de conciencia social. La revolución en Marx aparece como un punto en una larga línea de transformaciones, desequilibrios, contradicciones y luchas; podria incluso pensarse como un proceso abierto, pero que, siendo signado por la propia dinamica del modo de producción capitalista y la conciencia proletaria, deberá conducir a una nueva logica historico-social en la cual el sistema capitalista debe ser superado; es decir, hacia una sociedad sin clases.

"Va en contra del proceso histórico presentar la obra reformista como una revolución prolongada a largo plazo y la revolución como una serie condensada de reformas. La transformación social y la reforma legislativa no difieren por su duración sino por su contenido. El secreto del cambio histórico mediante la utilización del poder político reside precisamente en la transformación de la simple modificación cuantitativa en una nueva cualidad o, más concretamente, en el pasaje de un periodo histórico de una forma dada de sociedad a otra". (Rosa Luxemburg, Obras Escogidas, edicion digital de Izquierda Revolucionaria,1900,p.48)

En este sentido, es interesante su planteo respecto a la imposibilidad de establecer una relación directa entre Capitalismo y Democracia. Por tanto, la democracia no sería una ley general del proceso historico en la sociedad moderna y contemporánea, sino que la forma politica de los países está supeditada a factores internos y externos. Cuestión que nos invita a pensar en las distintas coyunturas históricas, la conquista de derechos, los golpes militares y la resistencia obrera en nuestro propio devenir político social.

Capitalismo y Democracia

Es interesante la importancia que tiene la democracia en el planteo de Rosa Luxemburgo, ya que le permite a la clase obrera crear las formas políticas que serán el punto de apoyo para la transformación social. En este sentido, parece indicar que mientras la democracia se presenta cada vez mas como un fastidio a los ojos de la burguesía, por el contrario, se hace cada vez mas indispensable y necesaria para clase obrera. Esto guarda una relacion vital con su crítica posterior a los bolcheviques en sintonía con su perspectiva de un socialismo que no se direccione a una burocracia que suprima la libertad de expresión.

En este sentido, la teórica nos introduce a una idea de revolución que contemple la acción de las masas, que mediante la lucha, en el marco de la descomposición de la sociedad burguesa, adquieran conciencia de sus intereses de clase y de su tarea histórica; una lucha persistente que comprenderá varias derrotas en el proceso, pero que brindará madurez política a la clase obrera al momentos de completar la revolución. Además, retoma a Engels en su planteo de lucha legal de los obreros en la vida cotidiana y la concepción de Marx en tanto "ejercicio pacífico de la dictadura del proletariado", algo que marca fuertemente la posición de Rosa en tanto socialista, democrática y pacificista.

"La marcha del proletariado, a escala histórica mundial, hasta su victoria final no es, por cierto, “tan simple”. El carácter peculiar de este movimiento reside precisamente en el hecho de que, por primera vez en la historia, las masas populares, en oposición a las clases dominantes, deben imponer su voluntad, pero fuera de la sociedad imperante, más allá de la sociedad existente. Las masas sólo pueden forjar esta voluntad en lucha constante contra el orden existente. La unión de las amplias masas populares con un objetivo que trasciende el orden social imperante, la unión de la lucha cotidiana con la gran tarea de la transformación del mundo.("Rosa Luxemburg, Obras Escogidas, edición digital de Izquierda Revolucionaria,1900,p.60)

A modo de síntesis, el planteo de Rosa Luxemburgo tiende considerar las reformas solamente como instrumento de formación subjetiva de la clase obrera, en tanto organización, conciencia de clase y comprensión del mundo; de esta forma, el mejoramiento del nivel de vida dentro de esa lucha y conquista de dichas modificaciones se presenta como un medio necesario pero insuficiente. Desde esta perespectiva, contrastando esto con las condiciones objetivas en la actualidad y la teoría de Marx, pienso que es necesario superar la discusión entre reformismo o revolución, considerando que la lucha por reformas sociales que tiendan a alterar los equilibrios existentes forman parte dialécticamente del proceso revolucionario en su dinámica de acumulación. No reconocerlo podría conducirnos a posiciones simplificadoras como la trivialización de la política.

Sin embargo, si bien no considero estéril un movimiento de reformas que mofidiquen las condiciones sociales existentes, la posición de Rosa Luxemburgo acerca del peligro de considerar la reforma como un fin en si mismo, resignando la lucha por el poder político, tiene una relevancia insoslayable. En este sentido, quedarse en la posición reformista implicaría la renuncia a transformaciones profundas, la peligrosa equivalencia entre progreso y capacidad de consumo, la imposibilidad de constituirnos como sujetos sociales y protagonistas del cambio histórico.