Want to make creations as awesome as this one?

Transcript

Instituto Ana María Janer 4°B - 2020

Junto con los alumnos de cuarto grado en este tiempo de cuarentena, estuvimos trabajando con cuentos de animales de la selva de diferentes autores, a través de un proyecto de lectura y escritura.Como cierre de este proyecto, cada alumno escribió una historia y las compilamos en este libro.¡Esperamos que las puedan disfrutar!

Introducción

Índice de cuentos

10. El mono que quería volar

9. El mejor desastre de Tito

8. El rey de la selva

7. El león amistoso

6. Las aventuras del puma Lincon

5. Historia del cachorro Alexis

4. Un hoyo profundo

3. Mi amiga Luna y yo

2. Un puma que aprende

1. El misterio

Índice de cuentos

20. La yaguareeté Sofía y su hija perdida

19. El mono Simón

18. Somos tan viejos

17. El león volador

16. Los problemas de Pichu

15. El yaguareté y el loro

14. Se cayeron las pelotas

13. Midas, el mono

12. El mono raro

11. Pedrito, el puma afónico

Índice de cuentos

30. Valiente y sus amigos

29. El hipopótamo colorido

28. El puma que todo lo puede

27. El mono trepador

26. Felipe se perdió en la selva

25. Lolita verde y su mejor amiga la serpiente

24. Las aventuras de Yunca y Luli

23. Sin ramas

22. El puma Charlie y su amigo Carlos

21. La gran sequía

Índice de cuentos

34. La historia del mono Pepe y su amigo Tucán

33. El problema de Toti

32. Aventura en la ciudad

31. Mi animalito perdido

El misterio Autor: Olivia Astrada Diaz Había una vez un lindo y amable tucán que se perdió, sus plumas son rosadas, su pico es muy llamativo y multicolor. Vive en la selva de Mutunui, la selva tiene palmeras, un río y flores. El clima es soleado tres días y los otros tres días llueve. Le son útiles las palmeras, ya que son su principal alimento. Convive con varios animales como: monos, tigres, leones, hipopótamos, elefantes y loros. Su nombre es Piquito y es muy chistoso, amable, bueno y muy buena onda. Piquito se lleva bien con todos los animales de la selva. Un día el tucán desapareció y nadie sabe por qué. Algunos piensan que falleció y otros lo siguen buscando, pero lo que si saben es que iba en el micro con sus compañeros de clase de excursión. Por lo que dicen se cayó en el pozo sin fin, pero Piquito no sabía que tenía superpoderes y como se había caído en un micro, Él con su superpoder secreto los salvo a todos.

Un puma que aprende Autor: Lautaro AzpilcuetaMaría es un puma. Vive en una selva de América, dentro de una cueva, donde hay muchos árboles que dan sombra y un río, al que va cuando tiene sed. María, es inteligente, cuidadosa, le gusta pasear y correr junto a sus dos hijos, los pumitas. Ella tiene su pelaje dorado, a diferencia de sus amigos los tigres, su cabeza es redonda y sus orejas erguidas, que le permiten escuchar a la distancia, lo que dicen sus amigas, las leonas. Un día, sus hijos, tenían hambre y María buscó comida para ellos y no encontró. A lo lejos, escuchó algo, y eran dos personas, con un montón de alimentos, uno decía que si alguien ganaba la carrera, iba a tener una medalla y podía pedir lo que desee. Al oir esto, María se dio cuenta que tenía que aprender a comunicarse con las personas, para lograr que no le tengan miedo, demostrarles que no les haría daño y así conseguir lo que tanto deseaba, la comida para sus hijos. Fue así que lo logró, y todos los viernes, ellos pasaban a saludarla, y le acercaban ricas comidas, para que disfrutara junto a los pumitas.

Mi amiga luna y yo Autora: Morena Bachiocchi Había una vez, una leona llamada Luna, ella era mi mejor amiga, juntas pasábamos lindos momentos, jugábamos en el parque de mi casa, la hacía sentar en dos patas y le peinaba su hermosa melena negra, ella me hace muy feliz. Le gustaba pasear por la ciudad, pero lo que más le encantaba era ir a jugar en la plaza, donde ahí podíamos correr, saltar y dar vueltas alrededor de los árboles. Pero había un problema, cuando yo me subía al tobogán, hamaca y a la calesita ella no podía subir conmigo. Hasta que un día me animé a preguntarle al cuidador de la plaza, si mi amiga la leona Luna, podía subir conmigo, el señor muy amable me dijo que si pero con mucho cuidado. Esa tarde fue la mejor de nuestras vidas, haber compartido los juegos con mi amiga la leona Luna.

Un hoyo muy profundo Autora: María Belén Baldassi Había Una vez un papagayo llamado Pepe que estaba comiendo, siempre come porque le encanta comer y también siempre está enojado. Vive en la selva tropical de América central donde hay árboles, frutos y más papagayos. Al lado de donde estaba comiendo había un río, entonces él se tiró y cayó a un lugar desconocido y nunca más salió de ahí. Unos años después se descubrió que el papagayo había caído en un pozo casi sin fondo. En ese pozo había una selva y había animales que, esos animales habían tratado de salir, pero no podían porque cuando ellos trataban de hacerlo venía un monstruo a comérselos. Entonces lo que hacían era agarrar la comida y esconderse rápido. Pero cuando Pepe se cayó y tiene un pico muy grueso, le pegó al monstruo y lo noqueó entonces todos los animales pudieron salir del pozo y poder volver a ver a su familia.

Historia del cachorro Alexis Autora:Morena Barrionuevo Hoy les voy a contar la historia del cachorro Alexis con sus hermanos. Eran un grupo y muy curioso. El león de lo preguntón que era les decía a todos con los que se cruzaba: ¿De qué signo sos? – preguntó con su fuerte rugido. Él vive en la sabana con todos sus familiares. En su hogar, entre las muchas piedras que hay, se hacen cuevas y los fines de semana van a explorarlas con sus hermanos. Una mañana en su excursión descubrieron que algunas cuevas estaban ocupadas. Pero cuando estaban explorando vieron en una de ellas a una hermosa leona, al verla, Alexis quería preguntarle su signo, pero estaba muy enamorado y nervioso por lo que no le salían los rugidos. Era tarde y de lo avergonzado que estaba fue a su cueva con su familia. Al día siguiente se levantaron muy temprano para ir a explorar. Ya investigando, se encontraron de vuelta a la leona, pero Alexis se escondió para que no lo vea. En la tarde, se puso a pensar que no podía estar todo el tiempo ocultándose de la leona entonces decidió preguntarle su signo y ser su amigo. Ella también era muy tímida, pero se tomaron confianza uno al otro, en la charla descubrieron que ambos eran de Leo.

Las aventuras del puma Lincon Autor: Facundo Barrios Cuenta una leyenda que en una selva muy lejana, vivía un puma llamado Lincon. Tenía el pelo rojo como el fuego que lo hacía muy popular en la selva, era muy llamativo ya que tenía unas alas enormes con las que podía volar muy alto y ver como estaba la selva, un pico muy pequeño con el que podía comer todo tipo de frutos pequeños, los que más le gustaban eran las ciruelas, tenía una larga trompa con la que recogía los frutos y un cascabel en su cola que sonaba cuando se movía. Lincon vivía en una hermosa selva rodeada de muchas plantas, flores y muchos árboles de diferentes tamaños y algunos podían llegar a medir treinta metros, eso no permitía que entrara el sol y por eso era un clima húmedo pero cálido a la vez. Una mañana en la selva el puma Lincon fue sorprendido por un fuerte temblor y cuando miró hacia arriba, resulta que había una piedra cayendo sobre él, pero el puma Lincon recordó que se había peleado con un gorila muy fuerte y pensó que podría haber sido él. (El gorila le robó su comida). Pasaron dos días de aquella pelea y el gorila le fue a pedir disculpas, decidieron compartir su comida entre ellos dos.

El león amistoso Autor: Pedro Bernard En una selva de África vivía un león el cual era musculoso, flaco, bueno y sociable. Disfrutaba de ayudar a los demás integrantes de la selva. En otra parte de la selva, vivía una familia de zorros con sus crías a las que tenían que alimentar. Una pareja de zorros iba buscando animales por la selva, encontraron a una jirafa, la fueron a atacar; el león se despertó y escuchó los gritos de su amigo jirafa entonces fue a buscar a su otro amigo jabalí y después de contarle lo que estaba pasando fueron a atacar a los zorros; estos asustados por los zarpazos del león y los golpes del jabalí se fueron corriendo. De camino a su casa, cruzando el rio, consiguieron peces para sus crías.

Cuando Jorge vio a Pedro, se enojó porque pensó que lo buscaba para jugar y él estaba durmiendo. Entonces el mono dio tantos saltos en el aire que terminó tirando a Pedro del árbol. El león se enojó mucho con su amigo y rugió tan fuerte que asustó a todos los animales de la selva, y el mono salió corriendo. Desde esa tarde nada fue igual, nadie quería jugar con Pedro porque tenían miedo de que se enoje. Pedro estaba muy triste, no le gustaba que todos le tengan miedo y que ya nadie quiera jugar con él. Finalmente, un día de los tantos aburridos de Jorge, se dio cuenta que extrañaba mucho a su amigo, quería volver a jugar con él. Entonces decidió hablar con todos los animales de la selva y contarles lo que en realidad había pasado. El mono y todos se dieron cuenta que Pedro había rugido así de fuerte porque se había enojado con su amigo que lo tiro del árbol. Pero sabían en el fondo que no lastimaría a nadie de sus amigos. Desde ese momento lo fueron a buscar y Pedro contento volvió a jugar con ellos. Todos entendieron que cada uno tiene su forma de enojarse y que no pasa nada, mientras no lastimemos a otros.

El rey de la selva Autor: Mauro Brasero Hace muchos años en una selva que tenía los árboles muy altos, donde hacía calor y casi siempre llovía, vivían muchos animales por ejemplo pájaros, lobos, pumas, osos, tigres, leones, etc. En una cueva cerca del río vivía Pedro, el león, Él es valiente y todos los animales lo quieren porque a pesar de ser el rey de la selva es muy amigable y defiende a muchos animales de otras especies. Pedro es robusto su pelaje es amarillo y su melena es rubia y oscura, también tiene la cola muy larga. Es muy juguetón y lo que más le gusta hacer es trepar árboles y correr, porque es muy rápido. A diferencia de otros leones, la comida favorita de Pedro son los frutos de los árboles. Una tarde lluviosa en la que el león iba a trepar a un árbol para buscar frutos para su almuerzo, no se dio cuenta que en una de esas ramas tan resbalosas estaba Jorge, su amigo mono, que tiene un carácter muy especial porque no le gusta que lo molesten cuando está descansando.

Apareció el gorila y Tito le preguntó ¿Fuiste vos quien me trajo hasta el árbol?, el gorila le responde si, fui yo. Y ya que me trajiste ¿Qué quieres a cambio?, el gorila le respondió que un poco de tu dulce de leche y le pidió que lo espere y le traería y subió, lo agarró y el gorila lo estaba esperando. Abrió el pote de dulce de leche se le resbaló y se le cayó todo en la cabeza del gorila, el gorila y se enojó mucho y el mono Tito se puso a llorar porque se le había desperdiciado todo el dulce de leche.

El mejor desastre de Tito Autor: Valentino Condoleo Había una vez un mono que se llamaba Tito. Este mono no era igual a los que nosotros conocemos porque era pelado, tenía las patas tan cortas que tenía que usar sus brazos y cola largas para trepar. Donde vivía Tito, había muchos árboles que casi llegaban hasta el cielo. También hacía mucho pero mucho calor y llovía mucho. El convivía con otros animales, por ejemplo: ranas, jaguar y gorilas con caras de malos. Su comida preferida es la banana con dulce de leche. Al igual que los humanos se daban besos, abrazos, palmadas en la espalda, se tocaban las manos y se hacían cosquillas y por último se reían cuando jugaban. Tito tenía hambre y no sabía que comer y decidió ir a buscar el dulce de leche, pero se dio cuenta de que estaba muy lejos y se puso a buscar comida. Buscó y no vio comida por ningún lugar, entonces se rindió y tuvo que ir al árbol, pero tardo horas en llegar. Se durmió una siesta y cuando se levantó estaba más cerca que nunca y dijo ¿Cómo estoy tan cerca de mi árbol?

El mono que quería volar Autora: Pilar Costantino Alan es un mono, pero no un mono cualquiera, Él es un mono con pelaje puntiagudo. Su amigo el tucán volaba como cualquier día, el mono lo veía volar y él también quería, entonces se fue a dormir con las esperanzas de volar. Al día siguiente se levantó y fue a visitar a su amigo, el tucán lo recibió y el mono le dijo necesito volar, eso se ve muy divertido. El tucán le dijo que le podía enseñar y que vaya a buscar dos hojas grandes y una ramita bastante flexible. Alan lo trajo y el tucán se lo ató a la espalda. Él tomó impulso hacia atrás y se lanzó pero se cayó y se lastimó. Se lo llevaron de urgencias y juró que nunca más volvería a intentar volar.

Entre Mushi y Apolo lo ayudaron a escapar y le avisaron al guardabosque. Lo que pasó fue que al estar afónico a Pedrito no se lo escuchaba pedir ayuda… lo que escucharon era el ruido que venía de la panza de Pedrito del hambre que tenía. Después del susto entendió que un puma no puede rugir y que cada uno tiene que aceptarse como es. ¡Ah!, el ruido de la panza se le pasó comiendo un chocolate que el guardabosque le dio.

Pedrito, el puma afónico Autor: Matias Di Luozzo En la selva misionera, en una reserva, vive Pedrito, un puma de pelo marrón clarito, patas chicas y orejas grandes, que le gusta correr y jugar con sus amigos. El clima en la selva es caluroso, húmedo y llueve muchos días. Pedrito tiene dos amigos, un loro de muchos colores que se llama Apolo y Mushi, un camaleón que juega siempre a las escondidas. A Pedrito le gusta comer carne, insectos y roedores, pero lo que más le gusta son los chocolates. Un día a Mushi, el camaleón, propuso jugar a las escondidas con Apolo y Pedrito. Cuando terminó de contar, Mushi miró para todos lados y arriba de un árbol de hojas verdes vio plumas de colores y encontró a Apolo. Siguieron buscando por mucho tiempo a Pedrito y ya se hacía de noche, hasta que escucharon un ruido… siguieron ese ruido que se hacía cada vez más fuerte y lo encontraron a Pedrito atrapado en una trampa de un cazador.

En la selva le pusieron de nombre León, lo que si tenía que lo hacía igual a todos los monos era que comía bananas y trepaba. El clima en la selva (que no era el lugar de los monos) era frio y así fue que el hipopótamo León quedó muy feliz por ser un mono. Él quiso convertirse en un mono porque los demás hipopótamos siempre lo trataban mal y lo burlaban, por eso pensó que se podía convertir en otro animal y pensó el mono ya que creía que era perfecto, además le encantaban los monos y es súper fácil convertirse en un mono y muy feliz vivió siendo un mono (medio raro pero un mono como el quería).

El mono raro Autora: Catalina Diez Naya Había una vez un hipopótamo violeta que quería ser un mono, entonces todos los días iba a visitar a un mono para ir conociéndolo mejor y tratar de transformarse en un mono. Una tarde dijo que Él sabía lo suficiente para transformarme en un mono y empezó a trepar, comer bananas y todo lo que hacían los monos (al menos el pensaba eso) y fue al lugar donde vivían los monos. Cuando entró, todos los monos se rieron y pensaron que se había equivocado de lugar (porque tenía el pelo violeta), entonces se fue a vivir a una selva con animales malos, pero no le dijeron nada y dijo ¡Muy bien soy un mono! (y tenía plumas violetas y vivía en la selva)

Midas, el monoAutor: Iván Fernández Bruno Midas el mono, es un animal muy pequeño y peludo. Él es muy travieso y le gusta robar bananas a los turistas que pasean por la selva tropical donde vive. Con sus ojitos achinados logra ver las bananas que los turistas llevan en sus bolsos o mochilas y, desde lo alto de los árboles, salta para tomarlas. Pero, un día, Midas saltó hacia un turista para robarle la banana, y se cayó dentro de su mochila. El turista no se dio cuenta que Midas estaba allí, hasta que llegó al hotel, abrió el cierre y tocó algo peludo y se asustó y gritó. Pero Midas era tan lindo y simpático que enseguida el turista perdió el miedo, y reconoció a Midas, el monito de los ojos achinados que había visto en la selva. Entonces lo agarró despacito con las dos manos y le dio fruta de comer. Midas estaba feliz de comer fruta tan rica. Al día siguiente, el turista llevo al mono Midas a la selva tropical de vuelta. Desde entonces el turista y Midas son muy buenos amigos.

A pesar de volar y nadar lo más rápido posible, no lograron agarrarlas. Longa, la víbora, vio las pelotas caer por la cascada y por ser tan mala las fue pinchando con sus dos dientes una por una. La lora que desde su árbol veía todo lo que estaba sucediendo se puso a llorar. Coki, vió a Picoloroi que lloraba sin parar y se acercó para ayudarla. La lorita al ver a Coki le dijo: -Nunca voy a poder ganar el concurso, la malvada víbora me destrozó todas mis pelotas-. Coki se dio cuenta que su amiga estaba en problemas y tenía que ayudarla, rápidamente juntó a todos los animales del bosque y les pidió que vayan a recolectar todas las frutas redondas que caían de los árboles frutales. Luego de un rato, la Lora se sorprendió al ver que los monos le traían naranjas, los conejos saltando le dieron manzanas y Coki con sus amigos pájaros volando le trajeron limones. Picoloroi se puso muy contenta valorando la ayuda de todas. La lora logró presentarse en el concurso realizando sus malabares exitosamente con todas las frutas, el jurado la felicitó y le dio el primer puesto. Picoloroi con sus amigos festejaron a lo grande y Longa, la víbora, se dio cuenta que ser malvada no sirve para nada.

Se cayeron las pelotas Autora: Josefina Fernández Cao Cierta vez en un bosque muy colorido vivía una lorita muy juguetona y graciosa, ella se llamaba Picoloroi, era la lora más divertida del bosque. Jugaba de muchas formas locas, como por ejemplo, saltaba de árbol en árbol hasta llegar a los pinos más altos que había en el bosque. El clima del bosque era muy variado, a veces salía el sol brillante y otras veces se inundaba por las lluvias, por eso la lorita andaba siempre bajo su paraguas gigante. Picoloroi era una lora muy coqueta y todas las mañanas se pintaba los labios antes de empezar a practicar sus malabares. Sus mejores amigos eran los peces del río y el pajarito del árbol vecino y su enemiga era la víbora Longa. Una mañana de mucho sol, Picoloroi practicaba con sus pelotas para presentarse en un concurso de malabares, estaba tratando que le salga el giro mortal, pero no calculó su fuerza y al caer sobre la rama del árbol las pelotas se cayeron al río y no las llegó a agarrar a tiempo. Los peces del río vieron a las pelotas caer y junto a Coki, el pajarito, trataron de alcanzarlas para que las pelotas no se vayan por la cascada, ya que del otro lado se encontraba Longa.

El yaguareté y el loro Autora: Jordana Fittipaldi Había una vez un yaguareté que tenía pelo rosa, hermoso y como lo tenía tan brilloso todos los cazadores lo querían cazar. Sus orejas eran tan grandes como las de un elefante y podía escuchar a todos los animales. Tenía un mejor amigo que era un loro que se conocían desde bebés. Todas las tardes salían de paseo y el lorito siempre iba en el lomo del hermoso y enorme yaguareté. Vivían en una selva húmeda con otros animales. En invierno llovía mucho y había muchos árboles. Una tarde el yaguareté empezó a comer plantas, pero ese fue a otra selva y en el camino se dio cuenta que no había más plantas. Unas semanas de más tarde a una selva y se dio cuenta de que no había plantas, entonces volvió a comer animales. Un día después en la selva, estaba el día muy lindo y de repente empezó a llover. La lluvia se convirtió en granizo que inundó toda la selva. Todos los animales se escondieron, por eso el yaguareté no tenía cómo alimentarse. Triste preocupado siguió viajando por la selva hasta que una tarde volvió a salir el sol, dejó de llover, y los animales salieron de los escondites. Así el yaguareté volvió a ser feliz.

Los problemas de Pichu Autor: Tomás Forgione Había una vez, un león marino, que era de color morado, colorado, amarillo y marrón. Comía carne podrida y era gordo, tena patas de cocodrilo para moverse, convivía con tiburones, peces y esponjas de mar. Le servían las piedras y algas para construir su casa. Unos tiburones pensaban que ese montón de piedras y algas no servían, entonces sacaron todo el material, el león se había quedado sin casa, cayó en un pozo muy hondo y se desmayó, cuando despertó se encontraba muy lejos de su casa. Lo habían llevado a un hospital de Brasil. Al día siguiente se escapó por la ventana, se lanzó a las algas, luego encontró mucho metal y lana, corto pedazos de metal e hizo una fuerte cuerda. Con la lana se hizo un traje de ninja, esperó a que los tiburones se durmieran y fue a buscar su casa. Enroscó a los tiburones y se los dio a la Polipeces, pero ellos le dijeron que fue un error, las algas habían camuflado tanto la casa que pensaron que era una pérdida de espacio de mar y los Polipeces perdonaron a los tiburones y le pusieron un cartel de casa al león para que no vuelva a pasar.

Lo que no sabía el león era que sus amigos no estaban por ahí, porque le estaban preparando una fiesta sorpresa de cumpleaños. Por suerte, el tigre escuchó su llamada y fue a preguntar que necesitaba, entonces Jorge le pidió algún remedio para sentirse mejor, y le pregunto si sabía dónde estaban sus amigos. El tigre, claro que sabía dónde estaban, pero se hizo el distraído y no dijo nada. Pero le llevó el remedio y para la tarde Jorge ya estaba mejor. Más tarde, sus amigos lo llamaron para que baje, y Jorge fue. Ahí entendió todo, estuvieron todo el día preparando su fiesta de cumple. ¡Qué contento se puso Jorge al saber que no se olvidaron de esa fecha y que lo querían! El resfrío poco a poco se fue yendo y Jorge pudo disfrutar de la fiesta y de sus amigos.

El león volador Autor:Thiago Frojan Jorge, es un león muy amistoso de cuerpo grande y marrón que tiene alas para volar, ya que vive en la copa de un árbol alto de la selva misionera, además usa corbata y barbijo. Como en toda selva, el clima es cálido y la mayoría de los días hay sol, por suerte hay cerca una laguna para refrescarse. Una mañana se levantó, empezó a estornudar y a tener fiebre. Enseguida se puso su barbijo, para no contagiar a ninguno en la selva. Llamó al tucán para que le trajera algo para mejorar, pero, aunque lo llamó y llamó, el tucán nunca lo escuchó ¿Dónde se habrán metido? - pensó Jorge. Jorge se decía - ¡Justo hoy me tuve que enfermar que es mi cumpleaños! - Jorge no sólo vive con el tucán y el mono, sino con más animales, pero estos dos son los mejores amigos. Esa mañana se levantó, y fue a buscar a sus amigos, pero se puso triste cuando no encontró a ninguno. Entonces se fue volando a su casa.

Cada uno estaba en su habitad, Él estaba en el río africano, pero pasaron días y seguía lloviendo. Él, preocupado con la situación decidió ir a nadar por el río y de golpe escucha que dejó de llover. Se acercó a la reserva y ya no tenía tanta agua y se rencontró con sus amigos, pero le dijeron que no podían volver a la reserva porque había una reja rota, se podían escapar y era muy peligroso. Así que se fueron a otra reserva muy lejos de Nueva York a los Ángeles. Cuando llegaron era muy grande y linda, había partes techadas por si pasaba una tormenta. Luego de 3 años seguían en la reserva, pero todos tenían novios y uno que otra eran papás. Ya había pasado años y eran viejos, ya todos tenían hijos e hijas, así que se tenían que ir a una reserva para ancianos así ellos no se esforzaban para su alimento así no se golpeaban o lastimaban.

Somos tan viejos Autora: Guadalupe García MelfiLuz vivía en Nueva York en una reserva natural con varios animales como, hipopótamos, loros, tigres y leones. El león se llamaba Paco, tenía siempre una bufanda y cada tanto tenía gorros y sombreros, el tigre se llamaba Max, era de color café y le encantaban los frutos secos y los frutos rojos y le gustaba que le acaricien la cabeza. El loro se llamaba Patrick, antes odiaba vivir con otros animales, pero le empezaron a caer bien y se hicieron amigos con el hipopótamo, era su ídolo, porque vivía ahí hace años y por su único color piel. Somos tan viejos - dijo el hipopótamo a sus amigos de la reserva natural. Empezó a llover y Luz les preguntó ¿Se acuerdan del día en que se inundó la reserva natural? - Juntos recordaron lo feo que había sido. Todo comenzó cuando empezó a llover en un principio no muy fuerte, pero empezó a llover más fuerte, llovía muy fuerte hasta granizar y se tuvieron que ir fuera de la reserva natural por que se había inundado. Al hipopótamo no le gustaba estar fuera de la reserva porque se sentía inseguro y se podría decir que le daba miedo, era medio miedoso y se fueron a la selva y claro se perdieron.

Cuando Simón regresó a casa, se dio cuenta que su familia había ido en su búsqueda. Él fue a buscar a la familia, los encontró, pero se dio cuenta que su familia fue capturada por otros monos que desconocían. Él recupera a la familia mientras los monos malos estaban dormidos. Cuando Simón vuelve a casa, promete nunca más irse solo para no perderse y no suceda que tengan que ir a buscarlo. La familia entera después de juntarse fue a pasear y se colgaron de árboles para comer bananas todos juntos y celebrar el reencuentro. Fueron a la casa y festejaron estar todos juntos en la casa, comieron toda la noche bananas y tomaron mucha leche de cocos.

El mono Simón Autor: Lucio Gentilini En la selva misionera vivía el mono Simón. Él era el más chico de los cuatro hermanos. Por las mañanas le gustaba levantarse temprano para compartir un momento con su mamá, luego de jugar un rato con ella, tomaba la leche y se iba juntar bananas. El mono Simón se perdió juntando bananas como cada mañana. Llevaba desaparecido 72 horas. En un momento de desesperación, la familia lo empezó a buscar. Cuando comenzó la búsqueda, encontraron unas cáscaras de bananas. Pensaron que eran de él y las siguieron. Cuando terminó el camino de las cáscaras de bananas, había otros monos malos, quienes secuestraron a la familia de Simón.

La mamá paró de llorar y se fue a buscar a su cachorra. Lucía también lloraba gritando - ¡Mamá, te quiero ver! – Cuando la mamá de Lucía estaba caminando, se acordó de que habían ido al parque de diversiones a la tarde, entonces fue hasta ahí a buscar a Lucía. Cuando llegó, la vio sentada en un banco, triste, mirando el piso. En ese momento, Lucía levantó la mirada y vio a la mamá parada mirándola a distancia. Entonces fue corriendo a abrazarla. Después se fueron contentas a su casa. Y en cuanto llegaron, todos se dieron un abrazo muy muy muy fuerte. Tan fuerte que ese abrazo formó un corazón enorme y lleno de alegría. Y colorín colorado este cuento se ha terminado.

La yaguareté Sofía y su hija perdida Autora: Catalina González Sanatore Había una vez una yaguareté llamada Sofia que vivía con su familia. Sofia era la mamá, el papá se llamaba Santiago y los tres hijitos se llamaban Milo, Lucía y Mauro. Un día se fueron al parque de diversiones a pasar la tarde. Jugaron y jugaron hasta cansarse. Cuando llegó la hora de irse, no se fue toda familia, porque Lucía se había perdido. No sabía dónde estaban ni su mamá ni su papá, tampoco sus hermanos. No sabía qué hacer, si quedarse quieta o preguntar si habían visto a su familia. Cuando llegó el resto de la familia a la casa, la mamá contó a los cachorros y se dio cuenta de que Lucía no estaba. La mamá se largó a llorar gritando ¡No voy a volver a ver a Lucia! El papá le decía - Calma, calma, la vamos a encontrar-

La gran sequía Autor: Luca Gorla Un día, hace mucho tiempo, había parado de llover, el sol y su calor había hasta secado el río y no había agua para tomar. Al león se le ocurrió una idea, junto a todos los animales y les dijo - ¡Amigos juntos buscaremos agua! El cocodrilo dijo - El río está seco – Y la serpiente y los ciervos respondieron - No hay agua en ningún lado. Entonces el león les preguntó a los monos qué podían ver desde los árboles. Los monos respondieron que vieron a los tucanes volar hacia las cataratas, entonces el león les dijo que fueran para allá todos juntos. Después de caminar mucho, por fin llegaron a las cataratas. No podían creer lo que vieron, estaban sin agua. El león les dijo a sus amigos que sólo quedaba rezar, así que lo hicieron y cuando ya estaban muy tristes el cielo se oscureció y después de un trueno empezó a llover muy fuerte. Todos festejaron bajo la lluvia. Después de ese día cuando llovía en lugar de esconderse de la lluvia, salían a disfrutarla.

El puma Charlie y su amigo Carlos Autor: Tiago Higa Érase una vez en la selva Misionera, al Norte de la República Argentina, un puma que tenía cuatro patas y una cabeza grande, era de color marroncito y se llamaba Charlie. Él tenía algo especial que era nadar y tenía un mejor amigo, un león llamado Carlos. Cuando eran bebes, eran muy tiernos y cariñosos, a veces eran juguetones. Cuando tenían 10 años, la mamá del puma no quería que esté con su mejor amigo Carlos y hasta que un día decidió que Charlie se quede en su casa (que era una cueva), a Charlie no le gustaba entrar a la cueva porque tenía flores y dos camitas para dormir y era muy aburrido. Cuando pasaron 5 años de estar en la cueva, la mamá lo dejó salir pero los mejores amigos ya no se conocían. Un día apareció Carlos por la selva entonces Charlie dijo - ¡Carlos! ¡Soy yo Charlie! - y Carlos lo abrazó porque vio que era su mejor amigo. Finalmente, ellos estaban jugando en la selva y el padre y la madre se miraron y se besaron y tuvieron otro hijo, luego se besaron porque en realidad ellos en el pasado eran novios.

Luego fueron al colegio juntos. Ese día hubo una tormenta muy fuerte, entonces Coki le preguntó a Ana, si quería ir a su casa, y ella le dijo que si. Al día siguiente cuando salieron de su casa, vieron que no había ramas, empezaron a buscar por todos lados hasta que encontraron una cueva, donde había una selva desconocida, con árboles, agua y comida. Coki decidió mudarse ahí, le pregunto a Ana si se quería quedar con él, ella dijo que si, y vivieron juntos muy felices.

Sin ramas Autor: Santino Karakasis Coki vive en Centro América entre los árboles, es un loro que tiene el pico corto y sus plumas son de color azul y amarillo, puede comer bichos chicos, pero lo que más le gusta son las plantas que están alrededor de su casa. También le encanta dibujar y es fanático de los árboles más altos. El secreto más importante que tiene, es que sabe hablar español, pero no tiene muchos amigos. Por eso todas las mañanas, se levanta más temprano que todos y se va a recorrer la selva para ver si encuentra algún amigo con quien poder hablar. Coki ya era grande y se estaba construyendo su casa para poder mudarse. Cuando caía la noche en la selva, y Coki estaba armando su nido, se tuvo que ir a dormir porque al día siguiente tenía escuela. Cuando iba volando a la escuela, vio a una lora atrapada abajo de un árbol, fue a ver si ella estaba bien, la ayudo a salir, le dijo que su nombre era Coki, le preguntó cómo se llamaba, y qué había pasado, ella le respondió que se llamaba Ana y le contó que iba volando al colegio y no recuerda más nada.

Trataron de mirar para todos lados y por suerte encontraron una balsa de madera, entonces dijeron: “Es nuestra salvación”. Y trataron de nadar hacia la balsa. Llegaron y se subieron a ella. Pero la balsa estaba a punto de caer por la cascada. Por suerte una rama movió la balsa a la derecha y se fueron por otro camino que no tenía cascada. Después de unas horas pudieron arrimarse a una orilla y se bajaron en una selva. Esa selva era únicamente exclusiva de papagayos y pumas. Al ver a estos animales, Yunca dijo: “Son como nosotros pero tienen más colores, son muy coloridos”. Los dos quedaron con la boca abierta, sorprendidos y Luli dijo: “Tenés razón, me caen bien pero dan miedo”. Yunca le respondió: “Tenemos que conocerlos sí o sí”. Los papagayos y pumas los recibieron muy bien, les muestran el lugar y les dicen que pueden quedarse a vivir ahí. Yunca y Luli se emocionaron y les gustó la idea. Finalmente en ese lugar ellos eran libres, no había humanos ni turs para sacarles fotos y mirarlos como animales vistosos, pero no perdieron la costumbre de hacer Tik Tok y les enseñaron a sus nuevos amigos a bailar y grabarse. A los tres días de vivir allí, hicieron una cuenta nueva de Tik Tok que incluía a todos los papagayos y pumas del lugar. Y en dos horas tenía más de dos mil billones de seguidores.

Las aventuras de Yunca y LuliAutor: Sol Lanatta Había una vez un papagayo llamado Yunca Tenazas Modai Lanatta. Él tiene colores vistosos, le gusta cantar y bailar desplegando sus alas de todos colores, por eso cuando las personas se le acercan, le piden grabar un Tik Tok y él se pone muy contento. También le gusta nadar en el río, nada estilo pecho y puede estar dos horas seguidas nadando a lo largo del río. Le gusta estar con otros animales pero es muy presumido. Le encanta dormir en los árboles. Yunca vive en climas tropicales y zonas con bosque donde hay muchos árboles, en América del Sur. Vive junto a otros papagayos, tucanes, pumas, hipopótamos y monos. Un día Yunca y Luli, el puma, estaban intentando grabar un Tik Tok arriba de una rama, hasta que hicieron un movimiento brusco y se cayeron al río. El agua de río estaba muy revuelta y se alejaron de la orilla. Estaban desesperados, no sabían que hacer porque estaban a punto de caer por la cascada. En ese momento los dos gritaron: “No puede ser, vamos a morir antes de tiempo”.

Lolita verde y su mejor amiga la serpiente Autora: María Victoria LesbeguerisEn la selva misionera hay una puma que se llama Lolita Verde. Su tamaño es mediano, tiene alas y su pelaje es de color violeta. Vive en un palacio en la punta de una montaña con su familia: la mamá, el papá y su hermanita menor. En la selva donde vive hay mucha vegetación, árboles, flores y mariposas; el clima es cálido y a veces llueve mucho. Lolita Verde en un puma que come solamente: uvas, manzanas, bananas, frutillas y zanahorias. Es muy buena, graciosa, amigable, sensible, inteligente y sociable. Su mejor amiga es Mika, la serpiente. Un día soleado salieron a caminar como todas las tardes, iban charlando muy distraídas y de repente Mika se cae en una grieta que estaba en el piso. Lolita se desespera porque ella sola no podía ayudarla a salir de allí porque la grieta era muy chiquita para su tamaño. Y entonces decidió llamar a Pepe, el pájaro más fuerte y pequeño de la selva. Cuando Pepe llegó tuvo que hacer mucho esfuerzo para sacar a la amiga de Lolita. Ambas le dieron las gracias a Pepe y volvieron al palacio muy asustadas con lo que les había pasado.

Felipe se perdió en la selva Autora: Luciana Lopez El tucán Felipe vive en la selva Misionera. Tiene alas muy grandes y cuadradas, sus alas son de color violeta y verde. Es muy alegre y siempre anda volando por la selva, muy contento La selva es un lugar con muchos árboles, mucha vegetación, con un clima cálido y húmedo, con bastantes lluvias. Felipe convive con otras especies tales como cuatíes, loros, guacamayos y monos. La vegetación del lugar rica en frutas, en nutrientes, en pastos, le permite al tucán y al resto de sus amigos tener facilidad para alimentarse y un amplio espacio para volar, divertirse y jugar junto a otras especies. Felipe siempre salía a pasear con sus amigos, recorrían toda la selva jugando y volando por los altos árboles. Un día mientras jugaban Felipe salió volando primero y se adelantó tanto que se perdió de sus amigos. Ellos no pudieron llegar, entonces desesperados en la selva por Felipe que se había perdido, pidieron ayuda a otras especies. Entre todos comenzaron a emitir sus sonidos, a cantar para ubicar al tucán. Cada vez se oía más cerca la voz de Felipe y justo en un árbol encontraron al tucán. Y desde ahí Felipe aprendió una lección que nunca más debía separarse tanto de sus amigos.

El mono trepador Autor: Ariel Mendoza Había una vez un mono trepador de árboles llamado Jack. Le gustaban las frutas y las termitas. Un día Jack vio una banana, trepó hacia ella y se agarró de una rama delgada, se cayó y vio un tigre que le preguntó qué hacía por allí y Jack le contestó que buscaba comida para sobrevivir en la selva. El tigre le contestó que le diría algo al oído, Jack puso su oreja acerca de la boca del tigre para escucharlo y el tigre le mordió la oreja. El mono agarró una piedra grande y la tiró en la cabeza del tigre que se desmayó. Así el mono se escapó y trepó a los árboles.

De repente algo empezó a salir de su espalda, cada vez crecían más y más eran alas como las de los murciélagos, primero se sintió extraño, pero después se puso muy contento porque podría volar en busca de su mamá. Voló y voló, recorrió toda la selva en busca de su mamá hasta llegar a un lugar muy alejado, allí vio una cueva, se acercó y no vio a nadie. Entonces decidió entrar, escuchó ruidos y a alguien que se quejaba, estaba todo muy oscuro; cuando se acerca se dio cuenta que era su mamá, ella tenía una pata lastimada. Se abrazaron muy fuerte y Juancito la agarró en brazos y se fueron volando hasta su cueva para poder curarla. Todos estaban muy contentos con el regreso de su mamá. Desde ese día Juancito se hizo muy amigo de los murciélagos porque si no fuera por esa picadura no hubiera tenido alas para volar y encontrar a su mamá. Toda la familia y amigos de Juancito festejaron el regreso.

El puma que todo lo puede Autor: Ignacio Pertierra Cierta vez un Puma llamado Juancito nació en la selva Africana. Era muy musculoso y robusto, cuando tenía 10 años su madre salió a buscar comida muy lejos y su padre se quedó cuidando a Juancito porque su mamá nunca más volvió. Vivían en una cueva con muchos murciélagos en el medio de una gran selva donde había mucha vegetación y llovía casi todos los días, el clima era muy caluroso durante todo el año. Una noche de mucha tormenta estaban durmiendo y después de un fuerte trueno los murciélagos se despertaron y empezaron a volar en círculo arriba de sus cabezas y uno de ellos picó a Juancito. Después de esa terrible noche de tormenta todo empezó a cambiar en Juancito, tenía muchos dolores en su cuerpo, no podía moverse, no podía correr como le gustaba a él.

Elmer no podía más ya estaba cansado de que lo burlen entonces se le ocurrió una brillante idea para Él, le escribió una carta a su familia, agarró comida y todo y se fue. Escribió la carta a sus padres. “Familia esta carta no es de despedida bueno un poco, les cuento, me voy algunos días para estar solo, así nadie me burla un beso, Elmer.” Los padres estaban llorando, pero el papá lo entendió, la mamá quería que todo el pueblo lo buscara, pero el papá lo impidió le dijo: “Anda a descansar un poco hoy fue un día muy raro “y la mamá se fue. Elmer estaba cansado caminó todo el día porque ya era de noche. Elmer se fue a dormir se hizo un colchón con las hojas que tenía cerca. A la mañana siguiente se despertó con la luz del sol, tenía mucha hambre, pero se sorprendió, no estaba su comida, el agua ni la mochila, entonces se fue a encontrar provisiones. Cuando ya no podía más, Elmer por fin encontró un lago para tomar agua y árboles con frutas, fue corriendo por la bebida fue a agarrar algunas frutas, fue a encontrar un árbol para hacer sus necesidades. Cuando fue a comer, vio algo moverse en el lago, Él se asustó, cuando se paró vio a muchos peces.

El hipopótamo colorido Autora: Ursula Pierro Había una vez un hipopótamo llamado Elmer, era un hipopótamo gordo, el más chico de sus hermanos, es bueno, tiene muchos amigos hipopótamos y peces. Él no es igual a todos los hipopótamos, él tiene una característica especial, a él le da mucha curiosidad, todos los hipopótamos son grises, Él es multicolor. Le preguntó a toda su familia si alguien era multicolor o de otros colores, a sus abuelas y abuelos, a los papas de sus primos y a más familiares, pero todos le dijeron que no. Además, algunos hipopótamos, como es multicolor, lo burlaban, le decían: ¡Hola multicolor!, ¡Hola colorido! Todos le decían eso menos sus amigos. Los que más lo hacían son los más grandes, los hipopótamos y peces que están en la adolescencia y algunos peces, los que le caen mal también, le llaman así. Algunos de sus hermanos los más grandes también les dicen esos apodos. Él vive en el Amazonas, hermoso lugar, allí hay muchos árboles, pasto, lagunas, ríos y lagos cualquier tipo de animal puede estar ahí.

Cuando ya estaba por el final, hubo un viento muy fuerte que a Elmer lo tiraba para atrás, trataba de hacer el menor ruido posible así no despertaba a los tiburones. Cuando ya no podía más hizo, un ruido muy fuerte y justo terminó el viento. Elmer vio algo moverse abajo del agua. Elmer empezó a nadar como ningún hipopótamo pudo nadar antes,cuando los tiburones subieron no vieron a nadie entonces bajaron, no vieron a Elmer porque cuando salió fue corriendo a las ramas de los árboles. Caminó un poco más y vio un lago chiquito, comió y tomó. Cuando estaba tranquilo, escuchó un ruido, abrió los ojos, pero no había nadie cuando, cerró los ojos volvió a escucharlo, cuando Cerró los ojos se acordó lo que le dijo el pececito entonces se fue corriendo. Ya era de noche y el hipopótamo no encontró ninguna luz, se fue a buscar algunas rocas así podía dormir, cuando ya era de día se fue caminado para encontrar el lugar. cuando ya no podía más el hipopótamo vio una luz, entonces se acercó a ella y cuando llegó los hipopótamos lo recibieron y trataron como un rey, le dieron comida y agua, Él no entendía nada. ¿Por qué me tratan como rey? – preguntó Elmer. Te voy a contar una historia, le respondieron“Hace mucho tiempo había un rey igual a vos, era multicolor, se mudó porque donde vivían sus padres lo burlaban, él se tuvo que ir porque no aguantaba las burlas.

Elmer se calmó y dijo: “Hola pececitos saben dónde hay un lugar para que me quede algunos días”, los pececitos dijeron: “Si, tienes que pasar un lago muy largo, pero cuando creas que llegaste a la mitad ¡Cuidado con los tiburones, te van a molestar! y cuando ya te canses de los tiburones te van a comer. Cuando estés en tierra firme, tienes que caminar hasta encontrar un lago con agua cristalina hay podés comer, a ser tus necesidades, tomar, bañarte y un poco de todo pero no podes estar tanto tiempo porque va venir un zorro si te ve dormido te mata, pero si lo ves y te vas te deja ir. Y después tienes que caminar hasta ver una cueva, cuando te dejan pasar te podés quedar todo el tiempo que quieras.” ¡Gracias! - dijo Elmer ¡Esperá! - le dijo un pececito. Queremos ver qué tipo de animal sos porque te escondiste atrás de los árboles y no te podemos ver. Elmer estaba muy asustado porque no quería que lo burlen, pero respiró profundo y salió. Cuando los pececitos lo vieron, se empezaron a burlar, Elmer estaba muy triste, pero se dio vuelta y siguió. Cuando ya era de noche, Elmer justo llegó al lago, tomó un poco de agua y se durmió. Cuando despertó el hipopótamo tenía hambre y sed, pero cuando se iba a tirar agua al agua, pensó si se tiraba al agua los tiburones lo comerían, entonces Elmer se tiró al agua muy despacito así no despertaba los tiburones.

El hizo este lugar para que todos los animales sean ambos y cuidados. Elmer vos sos igualito a él por eso te doy esta corona para que reines.” Elmer estaba preocupado porque había muchas consecuencias, no podía visitar a su familia porque no le iba a alcanzar el tiempo. El hipopótamo tuvo un tiempo largo para pensarlo, pero valió la pena, dijo que si, trajo a sus amigos y a su familia a ese lugar con mucha precaución para que no los lastimen los tiburones ni el zorro.

Mientras ellos jugaban de repente aparecieron cuatro osos que los empezaron a cargar, molestar y cuando Valiente se descuidó, estos osos le sacaron la pelota. Valiente y sus amigos no entendían que es lo que les pasaba y tenían miedo que los osos les hicieran algo, entonces le pidieron si por favor podían devolverle la pelota porque ellos querían seguir jugando, sin embargo los osos se reían y no querían devolvérsela. Por eso Valiente se enojo y les dijo: nosotros estamos jugando y no los molestamos a ustedes, ¿Por qué en vez de sacarnos la pelota no vienen a jugar un partido con nosotros? Y los osos se pusieron a pensar y les gustó la idea. Comenzó el partido, aunque algunos amigos de Valiente seguían asustados porque le tenían miedo a los osos, pero al jugar con ellos se dieron cuenta que no eran malos y que podían divertirse todos juntos. Fue pasando la tarde y todos seguían jugando muy contentos; pero en eso escucharon a alguien gritar: “Chicos vengan a comer algo rico” - era la mamá de la pantera Azul que les había hecho un budín de chocolate con cereales para que tomaran todos juntos la merienda. Mientras comían los osos le preguntaron a Valiente y sus amigos si mañana podían volver a encontrarse para pasar otra linda tarde; y ellos les dijeron que si que ahora eran todos amigos y siempre iban a jugar y vivir aventuras juntos.

Valiente y sus amigos Autor: Rodriguez Vazquez Santiago En la selva amazónica vive un puma muy aventurero llamado Valiente de cuerpo peludo con manchas verdes, rudo y hermosos ojos celestes. Él despierta cada día en su casa del árbol y desde allí puede mirar la selva, mientras toma su desayuno con yogurt, leche, cereales y hojas. Valiente le dice a sus amigos que comer todo eso le da fuerzas para luego poder hacer todas sus actividades como ir a sus clases de natación con ellos. La mayoría de los días en la selva son calurosos y húmedos a Valiente le gusta mucho eso porque no le gusta el frio. Luego de su clase de natación y viendo que era otra hermoso día en la selva, Valiente se fue a investigar los diferentes arboles que hay ahí porque le encanta explorar todo. Más tarde y después de almorzar fue en busca de todos sus amigos, la pantera Azul, La serpiente VIa y la hormiga Carlos para ir a jugar al básquet que es algo que a Valiente le encanta porque puede correr, saltar y desplazarse con mucha velocidad y disfrutar de jugar con sus amigos.

Mi animalito perdido Autor: Delfina Saboundjian Había una vez un Tapir llamado Stich, él vivía en la selva y le encantaba jugar con sus amigos, la jirafa, el yaguareté, la boa y la tortuga, Stich era muy travieso no hacía caso, era rebelde y le encantaba el futbol. Una vez Jugando con Jorge el yaguareté y Emilia la boa patearon tan fuerte la pelota que no la encontraban, Stich fue a buscarla y entonces se perdió en la selva. Como no sabía volver a casa, se le ocurrió una idea. Preguntarles a todos los animales que se cruzara, si sabían el camino a su casa. Caminaba preocupado y sintiendo miedo de que lo atacaran, hasta que se le ocurrió una idea, preguntar a todos los animales que se cruce en el camino si sabían la ruta para llegar a casa y preguntado y preguntando de casualidad se cruzó a un chico llamado Nahuel, le pregunto si sabía el camino a su hogar, entonces lo acompaño y finalmente llegaron a casa sanos, salvos y la mama muy agradecida mucho por haber encontrado a su hijo lo invito a comer.

Hay un problema - dijo Fox ¿Qué? No podemos desenterrar todo, ¡Es un montón! Y sus amigos, que sabían que era su comida favorita, le dijeron: No te preocupes Fox, lo vamos a arreglar, y los buenos amigos, desenterraron su cuevita para que pueda descansar. Y armaron un plan. La tortuga dijo que como era muy lenta, se iba a quedar a cuidar a Fox con Pececito, quien no podía salir del lago. Águila, junto con Abejin fueron a buscar a la Ciudad de Buenos Aires, una excavadora, (para desenterrar lo que la tormenta había tapado). A la mañana siguiente Fox despertó, ¿Dónde están Águila y Abejin? Preguntaba ¿Dónde están? Y Tortuguita, le respondió: Están dando un paseo. Unas horas más tarde, Abejin y Águila llegaron a la ciudad, y una persona los vio. ¿Qué hacen ustedes aquí? ¿De dónde vienen? Los animales no contestaron, hasta que empezaron a escribir en un papel. ¡Ah! - gritó la chica, ¡Saben escribir!- gritaba espantada. Y leyó el papel, que decía: ¡Hola humana estamos aquí porque necesitamos una de sus excavadoras! Ella puso expresión rara pero como quería ayudarlos les dijo: Pero, ¿Dónde viven? - preguntó. Los animales volvieron a escribir: En la Antártida. Voy para allá, dijo la chica muy amablemente. Y los animales festejaron. Dos horas después de su viaje a la Antártida, llegaron donde estaban el zorro, la tortuga y el pez ¡Volvimos, volvimos!

Aventura en la ciudad Autora: Sofia Swider Había una vez hace mucho tiempo, un zorrito llamado Fox. Siempre jugaba con sus cuatro amigos, la abeja, la tortuga, el águila, y el pez, ellos eran muy unidos. Fox tenía un pelaje gris, y usaba siempre un collar de perlas, porque le encantaba la moda. Los pinos eran su comida favorita, ya que siempre que había uno se lo comía. Vivía en el sur, en la Antártida, un lugar donde hacía mucho frío y nevaba. Allí hay rocas, montañas, pinos, algunos lagos, y muchas más cosas. A los cinco amigos les encanta jugar a las escondidas entre las rocas. Un día, mientras estaban jugando en el lago, se escuchó un ruido muy, pero muy fuerte, como si fuera una tormenta, pero claro, creían que era su imaginación. Cuando volvieron a sus cuevas, no encontraron nada, y el pececito pensó: Nos hemos perdido. Y todos se pusieron tristes, ¡Tenían miedo! Hasta que a Fox se le ocurrió, para tranquilizarse, jugar a cavar un pozo. De repente, se encontró con algo verde ¿Qué es esto? Pensó. ¡Vengan a ver esto chicos!, gritaba. Seguí cavando - decía el águila. Cuando Fox llegó a desenterrar todo, ¡Era un pino! En ese momento, los amigos se dieron cuenta de que una tormenta había pasado y había tapado todo.

Y para que lo sucedido en la tormenta no ocurriera nunca más, la humana les dejo unos ladrillos, súper fuertes, y así nunca más una tormenta tapó los pinos ni las cuevas, al menos no donde ellos estaban.

Cuando pasaron la excavadora por la nieve, todos los pinos y sus cuevitas. Le agradecieron mucho, a la persona que los había ayudado, y todos festejaron. Pero sólo había un problema, cuando estaban festejando, las rocas con las que iban a jugar habían desaparecido. Buscaron y buscaron por todas partes, y no encontraron nada, hasta que Fox, dijo: ¡Ya se quien fue!, la persona que nos ayudó. Entonces los amigos, (esta vez todos), fueron a la ciudad, a buscarla. Cuando llegaron, Abejin les dijo: ¡Aquí es el lugar donde la encontramos! ¡Allí, está! Cuando fueron a buscarla le preguntaron si se había llevado las rocas, porque en la Antártida eran color esmeralda, muy bonitas para decorar las cuevitas también. Entonces la chica les dijo: Lo siento mucho, no sabía que ustedes usaban las rocas para jugar. Pero ellos le preguntaron: ¿Para qué quieres nuestras rocas? Y ella contestó: Porque tengo una tienda donde las vendo y gano dinero, para poder estar en mi casa y pagar los gastos. Finalmente, llegaron a un acuerdo: Ellos se quedaron con la mitad de las rocas, y a ella le dieron la otra mitad, en forma de agradecimiento por la ayuda. Y así todos vivieron felices para siempre.

Entonces llamaron a los veterinarios y le pusieron al mono un sedante para que se duerma. Tuvieron que llevarlo en una caja muy grande a otro lugar con los monos chiquitos, después Toti preguntó ¿Qué me pasó? Finalmente se recuperó, terminaron el lugar llevaron a los monos incluso a Toti. Estaba muy feliz porque quedo hermosísima y ya no tenían que llevar a Toti en una caja grande y nunca anestesiarlo. Toti invito a sus familiares y amigos a tomar un licuado de bananas.

El problema con TotiAutora: Solana Unchalo Toti es un mono gigante, no tiene brazos, tiene orejas muy grandes y su pelaje es, de color violeta. Es el mono más raro de mundo Vive en el Zoológico de Australia, con su familia: papá, hermanos y abuela. Siempre camina con mucho cuidado para no pisar a los otros monos que viven con él. Le gusta comer muchas frutas al día, porque es su comida favorita. Y disfruta jugar con sus hermanos monos y subirse a los arboles. Una mañana ya estaban desayunando las frutas. A las 10:30 horas ya abrían el “zoológico”, y había fila. En poco tiempo ya abrirán. Los cuidadores siempre limpian a los animales antes que entren los visitantes. Les preguntan quiénes están listos para entrar. Ya abrieron, todos van a ver al mono gigante. Hasta que un día querían hacer el lugar de los monos más grande y los mudaron para hacer las reparaciones. Pudieron agarrar a los monos mas chiquitos pero a Toti, no pudieron agarrarlo y empezó a correr y a aplastar los árboles.

La historia del mono pepe y su amigo el tucán Autor: Matías Villamando Una vez hubo, un mono Carayá que se llamaba Pepe, que vivía en la selva misionera de hojas color verde radioactivo. Allí hacía siempre mucho calor y casi nunca llovía. El mono Pepe era muy divertido y se reía fácil. Tenía pelo dorado. Y le gustaba mucho comer helado. Un día, Pepe se perdió en la selva buscando un camión de helado que se había estrellado hace un tiempo. Él se sentía solo, triste y muy hambriento. Después de mucho tiempo en la verdosa selva, vio una cosa puntiaguda de color amarilla que se asomaba por un arbusto. Se acerco y era el pico de un Tucán. Entonces, Pepe le dijo al Tucán: “Oye tú, me puedes ayudar a encontrar mi casa. Estaba buscando un camión de helado, y ahora estoy perdido”. “Bueno, pero tú me tendrás que ayudar también” dijo el tucán. Y después de unas horas encontraron la casa de Pepe. Entonces el tucán y el mono fueron amigos para siempre.