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Llaman la atención un conjunto de imágenes de gente en los locales durante los años 60 y 70, en las que aparecen todos con los ojos tapados con una franja negra. Preguntamos si se trata de una intervención artística. “No, en absoluto, las hemos tenido que publicar así porque hay personas que frecuentaban esos locales pero que ahora no quieren ser vinculados al ambiente gay.

Entre las acciones más exitosas de la asociación ha estado la exposición ‘Pasaje Begoña, isla de libertad’, con imágenes del artista cordobés Xe Marz y con una selección de documentos fruto de la investigación con la Universidad Pablo de Olavide.

Tras esta labor de investigación, ahora se centran en la recuperación. Quieren colocar placas en el suelo en homenaje a los personajes más emblemáticos de la época dorada del Pasaje Begoña y pintar grafitis y colgar placas informativas generales en las que se resumirá la información general sobre los motivos que explican que el Pasaje Begoña fuera un referente internacional.

“Muchos de los que fueron expulsados de Torremolinos se fueron a Ibiza, a Barcelona, a Benidorm, ciudades que comenzaron a crecer como destinos turísticos LGTBI. Pero el germen estuvo aquí: el boom de este tipo de turismo comenzó en los años 50 en Torremolinos.

“La Universidad trabaja en el marco del Laboratorio Iberoamericano para el Estudio Sociohistórico de las Sexualidades”, explica Pérez, que subraya que esta investigación ha permitido entrevistar a personas que vivieron la ‘gran redada’, además de descubrir partes policiales y otros documentos entre miles y miles cotejados en diversos archivos.

La recuperación de la memoria del Pasaje Begoña ha sido posible gracias a un exhaustivo trabajo de investigación dirigido por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, en el que, además de la Asociación Pasaje Begoña, han contribuido un buen número de personas y entidades.

Gracias a un recorte de prensa que hablaba de este lugar, los miembros de la asociación conocieron la historia hace pocos años y se pusieron en marcha, no solo para recuperar la memoria del movimiento LGTBI en Torremolinos, sino para darle un futuro al Pasaje Begoña.

Muchos de los locales fueron multados y clausurados, y la mayoría quedaron cerrados para siempre. La historia del Pasaje Begoña enmudeció enterrada bajo capas de polvo, suciedad y escombros. Esta callejuela acabó convertida en un lugar de marginalidad.

“Había habido alguna redada anterior pero eran simples toques de atención que se quedaban en anécdota. Todo el mundo sabía lo que pasaba allí, pero nadie veía al colectivo como peligroso”, relata Juan Carlos Parrilla. Pero algo cambió el 24 de junio de 1971. El Gobernador Civil de Málaga ordenó una gran redada en la que se identificaron a 300 personas y 114 de ellas fueron arrestadas por “atentar contra la moralidad y las buenas costumbres”. Las vejaciones a las que les sometieron y el trato que recibieron escriben una de tantas páginas oscuras de la dictadura.

En el Pasaje Begoña, apenas una callejuela con forma de L en pleno centro de Torremolinos, hubo al menos 50 locales de copas y música en directo entre 1962 y 1971. En plena dictadura Franquista, este rincón de la costa malagueña era un pequeño oasis de libertad para el colectivo LGTBI. No es tan difícil de explicar. La entrada de divisas gracias al turismo, la presencia de celebridades de Hollywood y de la jet set internacional y el deseo de proyectar al mundo una imagen de modernidad hicieron que Torremolinos se convirtiera en una auténtica isla de libertad donde las autoridades hacían la vista gorda.

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Llaman la atención un conjunto de imágenes de gente en los locales durante los años 60 y 70, en las que aparecen todos con los ojos tapados con una franja negra. Preguntamos si se trata de una intervención artística. “No, en absoluto, las hemos tenido que publicar así porque hay personas que frecuentaban esos locales pero que ahora no quieren ser vinculados al ambiente gay. Un detalle que demuestra lo mucho que todavía queda por hacer en el movimiento LGTBI.

También ha hecho acciones. Entre las más exitosas de la asociación ha estado la exposición ‘Pasaje Begoña, isla de libertad’, con imágenes del artista cordobés Xe Marz y con una selección de documentos fruto de la investigación con la Universidad Pablo de Olavide.

Tras esta labor de investigación, ahora se centran en la recuperación. Quieren colocar placas en el suelo en homenaje a los personajes más emblemáticos de la época dorada del Pasaje Begoña y pintar grafitis y colgar placas informativas generales en las que se resumirá la información general sobre los motivos que explican que el Pasaje Begoña fuera un referente internacional.

“Muchos de los que fueron expulsados de Torremolinos se fueron a Ibiza, a Barcelona, a Benidorm, ciudades que comenzaron a crecer como destinos turísticos LGTBI. Pero el germen estuvo aquí: el boom de este tipo de turismo comenzó en los años 50 en Torremolinos.

“La Universidad trabaja en el marco del Laboratorio Iberoamericano para el Estudio Sociohistórico de las Sexualidades”, explica Pérez, que subraya que esta investigación ha permitido entrevistar a personas que vivieron la ‘gran redada’, además de descubrir partes policiales y otros documentos entre miles y miles cotejados en diversos archivos.

La recuperación de la memoria del Pasaje Begoña ha sido posible gracias a un exhaustivo trabajo de investigación dirigido por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, en el que, además de la Asociación Pasaje Begoña, han contribuido un buen número de personas y entidades.

Gracias a un recorte de prensa que hablaba de este lugar, los miembros de la asociación conocieron la historia hace pocos años y se pusieron en marcha, no solo para recuperar la memoria del movimiento LGTBI en Torremolinos, sino para darle un futuro al Pasaje Begoña.

Muchos de los locales fueron multados y clausurados, y la mayoría quedaron cerrados para siempre. La historia del Pasaje Begoña enmudeció enterrada bajo capas de polvo, suciedad y escombros. Esta callejuela acabó convertida en un lugar de marginalidad.

“Había habido alguna redada anterior pero eran simples toques de atención que se quedaban en anécdota. Todo el mundo sabía lo que pasaba allí, pero nadie veía al colectivo como peligroso”, relata Juan Carlos Parrilla. Pero algo cambió el 24 de junio de 1971. El Gobernador Civil de Málaga ordenó una gran redada en la que se identificaron a 300 personas y 114 de ellas fueron arrestadas por “atentar contra la moralidad y las buenas costumbres”. Las vejaciones a las que les sometieron y el trato que recibieron escriben una de tantas páginas oscuras de la dictadura.

En el Pasaje Begoña, apenas una callejuela con forma de L en pleno centro de Torremolinos, hubo al menos 50 locales de copas y música en directo entre 1962 y 1971. En plena dictadura Franquista, este rincón de la costa malagueña era un pequeño oasis de libertad para el colectivo LGTBI. No es tan difícil de explicar. La entrada de divisas gracias al turismo, la presencia de celebridades de Hollywood y de la jet set internacional y el deseo de proyectar al mundo una imagen de modernidad hicieron que Torremolinos se convirtiera en una auténtica isla de libertad donde las autoridades, por lo general, hacían la vista gorda.