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Durante el Romanticismo los matrimonios solían dormir en estancias independientes, costumbre habitual en las viviendas acomodadas desde la Edad Moderna y que fue desapareciendo a medida que avanzó el siglo XIX. En su dormitorio cada cónyuge realizaba actividades relacionadas con los roles marcadamente diferenciados que la sociedad les atribuía y que se ilustran a través de las piezas expuestas.

Cama Segunda mitad del siglo XIX La cama es la pieza de mobiliario principal en alcobas y dormitorios. Esta es de tipo sofá, tiene cabecero y piecero y se arrima a la pared por uno de sus laterales. Sigue por tanto el modelo francés propio del Neoclasicismo, diferente de la cama a la española que se arrima a la pared por el cabecero. Es habitual que esta tipología esté cubierta con un dosel, elemento que servía como protección contra el frío. Mantener calientes las estancias era una de las principales preocupaciones en las viviendas de la época, como indica la presencia de chimeneas o braseros en otras estancias del Museo. También era muy común utilizar calentadores que se introducían entre las sábanas antes de acostarse para templar las camas.

Taller catalán Cuna ca. 1850-1860 Dentro del mobiliario infantil las cunas son las piezas que mejor conocemos hoy en día. Era habitual que estos objetos siguieran los estilos de los muebles para adultos. En este caso la cuna reproduce el modelo de las camas a la francesa con dosel, la misma tipología del lecho expuesto en esta estancia. La presencia de la cuna dentro de esta sala indica el papel primordial de la mujer en el cuidado de los hijos durante el Romanticismo. La maternidad era considerada en el siglo XIX el rol femenino más importante y por ello en la decoración de esta estancia hay múltiples referencias a este papel. Además, esta habitación se encuentra muy cerca del principal espacio del Museo dedicado a la infancia, la Sala de Juego de Niños.

José Gutiérrez de la Vega (Atribuido) Una boda en 1830 ca. 1830 La escena representa la boda de una joven pareja y sirve como testimonio de varios de los cambios que en el arte y las costumbres se produjeron durante el Romanticismo. La obra destaca por la sensación de intimidad. El espectador asiste de forma privilegiada a la ceremonia junto a los contrayentes, los padrinos y el sacerdote, únicos personajes representados en el lienzo. La composición se centra en el gesto de cariño de los novios entrelazando las manos. Aunque los matrimonios de conveniencia siguieron siendo muy comunes durante todo el siglo XIX, el Romanticismo influyó en el desarrollo del ideal del matrimonio por amor. Además, la novia aparece luciendo el tradicional traje blanco, símbolo de virtud, una costumbre originada en el siglo XIX.

José Elbo La familia de Cayetano Fuentes 1837 Son varios los retratos familiares expuestos en esta estancia, señal de la importancia que esta tipología cobró durante el siglo XIX. La nueva sensibilidad del Romanticismo propició una transformación en el concepto de familia. Los afectos tomaron un lugar central en las relaciones, y los pintores se encargaron de inmortalizar esos vínculos en obras cada vez más íntimas. Los artistas también codificaron en estos retratos los roles que la sociedad establecía para cada uno de los miembros de la familia. El padre aparece generalmente en pie, aludiendo a su rol activo como sostén de la familia. La madre, habitualmente sentada, interactúa con los hijos, reflejando su papel como protectora y transmisora de los valores familiares.

Tocador ca. 1820-1830 En el siglo XIX uno de los roles ejercidos fundamentalmente por las mujeres era la preocupación por el aspecto físico, considerado símbolo tanto de feminidad como de estatus social. Por ello, los tocadores estaban asociados a los espacios femeninos. Pero estos muebles, con sus cajones provistos de cerraduras, permitían también a sus propietarias almacenar objetos personales, actuando como un reducto de independencia y privacidad. Encima del mueble se exponen una serie de frascos que servían para contener agua y productos cosméticos cada vez más variados. Estos juegos de tocador tuvieron un gran desarrollo en consonancia con la evolución que las prácticas de higiene y belleza vivieron durante el siglo XIX. Si quieres saber más sobre el papel del tocador en la vida cotidiana de la mujer del siglo XIX: https://bit.ly/2USBtQU