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El comedor fue una sala de gran importancia en los palacios del siglo XIX, ya que fue en este periodo cuando se generalizó como estancia independiente, ubicándose normalmente en la zona interior de la vivienda. Su aparición se relaciona con las nuevas costumbres gastronómicas y sociales, y tenía un doble uso, como centro de la vida familiar y como espacio para recibir invitados.

Joaquín Espalter La familia de Jorge Flaquer 1842-1845 El retrato que preside el comedor evoca el uso doméstico que se hacía de esta estancia y también la importancia que la familia fue cobrando a lo largo del siglo XIX. Es una obra de gran modernidad en la que destaca la sensación de intimidad y los lazos de afecto que se perciben entre los retratados, rasgos propios de la nueva sensibilidad del Romanticismo. Es además una obra especialmente significativa para el Museo, pues representa a la familia materna de su fundador, Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer. La niña que aparece en primer plano es Elisa, su madre. Esta fue una de las piezas de los fondos personales del marqués con cuya donación se dio origen a la colección del museo. Si quieres saber más sobre esta obra y su relación con la creación del Museo, puedes leer el siguiente texto: http://bit.ly/2t9P47U

Pickman y Cía Vajilla ca. 1858 Además de tener un uso familiar y doméstico, el comedor cumplía en los palacios una función social de recepción de invitados. Era por tanto un espacio de representación y debía estar lujosamente decorado y contar con abundante mobiliario para exhibir diversas vajillas. En el comedor del Museo destaca la vajilla, expuesta tanto en la mesa principal como en la mesa de bufé del lateral de la sala. Es obra de la fábrica Pickman y Cía (también conocida como “de la Cartuja”), una de las manufacturas españolas de loza más emblemáticas. Se trata de un conjunto de gran valor histórico, pues fue encargado por un antiguo capitán de la Guardia Real de Isabel II, Camilo Feijóo de Sotomayor, con motivo de un banquete en honor de la monarca. Para saber más sobre la historia de esta vajilla y las piezas que la componen, puedes consultar este texto: http://bit.ly/2n6HSc4

Juan de Arellano (Atribuido) Bodegón de flores con malvarrosas Segunda mitad del siglo XVII Dentro de la decoración pictórica de esta sala, destacan dos aspectos. En primer lugar, la presencia de bodegones de flores y frutas, un género muy utilizado como adorno en los comedores burgueses de la época. Las escenas florales son piezas del siglo XVII, ya que entre las colecciones del Museo también se conservan algunas obras que no pertenecen al periodo del Romanticismo. En segundo lugar, llama la atención la pintura del techo. En los techos de varias estancias del Museo podemos admirar una serie de decoraciones procedentes del antiguo Casino de la Reina, finca de recreo que perteneció a Isabel de Braganza. Estas pinturas, realizadas sobre lienzo, pertenecen a la colección del Museo del Prado. En este álbum puedes conocer otras piezas del Museo que no son del siglo XIX: http://bit.ly/1x5GMvx

Fábrica de Pasajes Juego de té y café 1851-1895 En los comedores del siglo XIX estaban presentes diversas vajillas que no solo eran signo de lujo sino también de modernidad. Reflejaban la implantación de nuevas costumbres, desde una forma novedosa de servir la mesa hasta una gastronomía más variada, enriquecida por los avances técnicos en materia de transportes y conservación de alimentos. Destacan los juegos de café y té, imprescindibles para las sobremesas tras la comidas y para las meriendas con las visitas. Este servicio de porcelana fue realizado en la fábrica guipuzcoana de Pasajes. Contiene cafetera y tetera pero un único tipo de tazas, más adecuadas para el café, bebida que junto al chocolate era preferida por la sociedad decimonónica española.