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Las siguientes salas marcan la transición hacia la zona privada de la casa; son estancias de semiconfianza donde la familia recibía únicamente a amistades o relaciones más cercanas. En el Museo estas salas se han dedicado al costumbrismo, género artístico de gran importancia durante el Romanticismo que representa tradiciones y tipos populares. En concreto, en esta sala predominan las obras de la escuela andaluza.

Eugenio Lucas Velázquez La plaza partida ca. 1854 Aunque la mayoría de obras de esta sala pertenecen a la escuela costumbrista andaluza, este óleo de Eugenio Lucas se adscribe a la corriente madrileña, influida por Goya, y más cruda en el tratamiento de estos temas. La costumbre de dividir el coso en dos, habitual en la época, aparece en algunas obras de Goya. Pero esta escena de la desaparecida plaza de la calle Alcalá de Madrid responde ya a la sensibilidad del Romanticismo. Destaca el protagonismo de los tipos populares, descritos con todo detalle en primer plano pero convertidos en puras manchas de color en el fondo. También el dramatismo de los animales ensangrentados sobre la arena, que se aleja de la visión de los temas taurinos en la escuela andaluza.

José Cubero Gabardón Torero con sombrero calañés ca. 1860-1875 Dentro del conjunto de estancias dedicadas al costumbrismo, en esta sala se exponen fundamentalmente obras de la escuela andaluza, que aborda estos temas exaltando los aspectos más folclóricos. Buen ejemplo de ello son los barros de esta vitrina, un catálogo de tipos andaluces (aunque se hicieron también de otras regiones) donde destacan bandoleros, bailaores y toreros, como este de José Cubero Gabardón. Representan la imagen exótica y pintoresca que atrajo a numerosos viajeros a España en el siglo XIX. Estas obras fueron muy demandadas como souvenir por el público extranjero, pero también por la burguesía española para decorar sus hogares.

Jardín del Magnolio El palacio en el que se ubica el Museo se distribuye en torno a tres patios, lo que garantizaba abundante iluminación natural y ventilación al edificio. Estas cuestiones fueron de gran importancia en el siglo XIX, de acuerdo con las nuevas teorías de higiene y salubridad. Desde estancias como esta, orientadas al interior y de uso más privado, se tenían magníficas vistas de uno de los patios, un jardín. El jardín sigue el modelo francés del siglo XVIII. Se divide en cuatro calles separadas por parterres y con una fuente circular en el centro. En uno de los parterres se ubica el magnolio que da nombre al jardín. Actualmente es uno de los espacios más emblemáticos del Museo y un remanso de paz en pleno centro de Madrid. En este álbum puedes ver más imágenes del jardín y conocer su evolución a lo largo de los años: http://bit.ly/17DsgKG