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el bolero de ravel

AuLa De MúSiCa

CEIP Gerardo Diego

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Texto deJosé Antonio Abad VarelaIlustraciones de Federico DelicadoInterpretaciónOrquesta Filarmónica de Viena, dirigida por Gustavo Dudamel

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CEIP Geardo Diego

Los Corrales de Buelna

Septiembre2023

http://gerardodiegoaulademusica.blogspot.com/

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Un clarinete repitió la melodia de la flauta y un arpa, recién afinada, se sumo, acompañándolo con notas pellizcadas.

La tarde anterior había llegado al pueblo un gran camión cargado de instrumentos musicales. Eran los de la orquesta invitada. Algunos músicos aún descansaban en el hotelde la plaza central.

Al grueso de la orquesta se incorporó el grupo de trombones, y parecía que reventaban de risa en glissandi placenteros. Mientras, los platillos se deshacían a cada choque en chispas doradas que se desvanecían por el espacio sonoro. El ritmo, ya desatado, crecía y crecía enloquecido, hasta que, a la señal del director, toda aquella magia desbordada e intensa acabó en una gran explosión final.

Alguien marcaba un repiqueteo insistente, como si ensayara un taconeo a ritmo de bolero.

Poco a poco, en los distintos edificios fueron asomando cabezas curiosas de niños y de mayores, atraídos por el persistente ritmo que se iba nutríendo cada vez más de diferentes sonidos. El repiqueteo del tambor y la melodía que había iniciado la flauta travesera saltaban de un instrumento a otro, inundando todos los rincones del pueblo. Entonces, la trompeta, con la sordina puesta, interpretó su partitura.

Un amanecer de domingo el quiosco de la música apareció engalanado. Puertas y ventanas se abrían lentamente aquella mañana de primavera.

La plaza era ya un hervidero de gente que disfrutaha de la inesperada y sorprendente actuación, mientras oboes y clarinetes repetían juntos, y cada vez más animados, la musica que se esparcía por todas las calles del pueblo.

Terminado el Bolero se hizo un silencio que dejó paso al asombro. Por unos momentos nadie osó romper aquel encantamiento, basta que una cascada de aplausos celebró aquel inesperado concierto en la plaza del pueblo.

En la calle, algunos músicos se fueron acercando al escenario. Entre ellos estaba un requinto que, habiendo escuchado al fagot, empezó a parafrasear la melodía aprendida, lanzando al aire su agudo sonido. Cuando el requinto enmudeció, el pizzicato de un contrabajo se hizo sentir potente y todos agradecieron la profundidad que imprimía aquel instrumento.

A su lado se encontraba una flauta, que de inmediato siguió al tambor, envolviéndolo en dulces cadencias y dando a su sonido forma melódica.

De pronto, un oboe aparecióen otro de los balcones que daban a la plazay se incorporó al grupoque, desde el quiosco de la música,marcaba armosniosamente el ritmo del Bolero.

Una diminuta flauta, tocada por un músico alto y flaco, se incorporó a aquel ritmo impetuoso. Era el flautín que, junto a la enorme trompa y la dulce celesta, desgranaban el tema inicial.

Despertado por el bullicio y la música,se abrió paso entre el gentío un nuevo personaje.Subió al palco y se puso al frente de la orquesta.Era Pier, su director.

A continuación, desde un balcón del hotel, un fagot sorprendió a los presentes vertiendo sus notas sobre la plaza.

Cada vez se fue congregando más gente, que, entre sorprendida y gozosa, se movía al compás del bolero.

Los dorados saxos brillaban en las manos de sus músicos cuando el saxo tenor se plantó ante los allí presentes y dio a su interpretación un sonido aterciopelado y profundo. El saxo sopranino repitió la melodía, consiguiendo de su instrumento un vibrato especial.

De pronto, en un rincón del quiosco de la músicacomenzó a oírse un tenue sonido de tambor

Entonces, provocando las sonrisas del público, llegó el intérprete del trombón. Lo acompañaban violines y otros instrumentos, que se incorporaban a la improvisada fiesta. Se plantó en medio de la gente y se expresó con todo el entusiasmo de que fue capaz...

La intensidad del sonido, anunciado por las trompetas, se fue haciendo cada vez más evidente. Flautín, flautas, oboes, clarinetes y violines se expresaron unidos con mayor sonoridad y otra caja o tambor se sumó y reforzó, aún más, el ritmo del primero.