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10 claves para aprender mejor

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Claves para aprender mejor

Practicar deporte y/o actividad física.

Alimentación Equilibrada y patrón de sueño regular

La emoción es un importante motor de aprendizaje

Favorecer el aprendizaje a través del juego

Fomentar el hábito lector

Guiar el aprendizaje con preguntas

Practicar el recuerdo de lo aprendido

Los errores como fuente fundamental del aprendizaje

El arte mejora el cerebro

Cada persona es única

Para saber más pincha en los números

El ejercicio físico aeróbico beneficia las capacidades cerebrales tanto en el niño como en el adulto. Para saber más: https://escuelaconcerebro.wordpress.com/2017/03/31/la-conexion-cuerpo-y-cerebro-en-el-aprendizaje/

En cuanto a la alimentación: Somos lo que comemos La buena alimentación y un estilo de vida sano inciden de forma positiva sobre el cerebro afectando a toda una serie de procesos moleculares y celulares asociados al metabolismo energético y a la plasticidad sináptica y que son fundamentales para la transmisión y procesamiento de la información en el cerebro (Gómez-Pinilla y Tyagi, 2013; ver figura 1). Y ello tiene una incidencia directa, por ejemplo, en el aprendizaje o en el retraso de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Para saber más: https://escuelaconcerebro.wordpress.com/2016/03/17/alimentos-para-una-buena-salud-cerebral-implicaciones-educativas/ En cuanto al sueño: Pasamos una tercera parte de nuestra vida durmiendo y aunque creíamos que el sueño nos permitía descansar después de la actividad realizada en el estado de vigilia, actualmente sabemos que constituye un proceso de gran actividad mental y corporal imprescindible para el aprendizaje. La falta de sueño perjudica la memoria, la atención, el razonamiento lógico, las habilidades motoras o el humor, todos ellos factores críticos en los procesos educativos de enseñanza y aprendizaje. Para saber más: https://escuelaconcerebro.wordpress.com/2014/05/11/sueno-y-aprendizaje/

Las emociones son reacciones psicofisiológicas que ayudan a garantizar nuestra supervivencia. No hay emociones buenas y malas, puesto que son todas necesarias pero sí podemos hablar de emociones agradables y desagradables. La neurociencia ha demostrado que las emociones mantienen la curiosidad, nos sirven para comunicarnos y son imprescindibles en los procesos de razonamiento y toma de decisiones, es decir, los procesos emocionales y los cognitivos son inseparables. La clave está en el circuito del procesamiento de las emociones que tiene la habilidad para abrir o cerrar el acceso a la consolidación de recuerdos, lo que llamamos la memoria a largo plazo y que es, de nuevo, el acceso al aprendizaje. Si nuestro estudiante está en una situación de tensión o de ansiedad, si está deprimido o con una situación familiar preocupante, el cerebro bloquea el acceso al procesamiento superior y deja de formar nuevas conexiones, con lo que el proceso de aprendizaje se ralentiza o se detiene. Para saber más https://jralonso.es/2020/03/11/doce-resultados-de-la-neurociencia-aplicados-al-aprendiz https://escuelaconcerebro.wordpress.com/2014/06/15/emociones-positivas-en-el-aula-una-cuestion-de-actitud/

El juego constituye un mecanismo natural arraigado genéticamente que despierta la curiosidad, es placentero y permite descubrir destrezas útiles para desenvolvernos en el mundo. Los mecanismos cerebrales innatos del niño le permiten, a los pocos meses de edad, aprender jugando. Se libera dopamina que hace que la incertidumbre del juego constituya una auténtica recompensa cerebral y que facilita la transmisión de información entre el hipocampo y la corteza prefrontal, promoviendo la memoria de trabajo. El juego constituye una necesidad para el aprendizaje que no está restringida a ninguna edad, mejora la autoestima, desarrolla la creatividad, aporta bienestar y facilita la socialización. La integración del componente lúdico en la escuela resulta imprescindible porque estimula la curiosidad y esa motivación facilita el aprendizaje. Fuente: http://sonandounmundoubuntu.blogspot.com/2017/03/creciendo-juntos-sin-emocion-no-hay.html

De todas las actividades intelectuales potenciadoras de capacidades mentales la más asequible y la que proporciona un mejor balance costo/beneficio es, sin duda, la lectura. Leer es uno de los mejores ejercicios posibles para mantener en forma el cerebro. Es así porque la actividad de leer requiere poner en juego un importante número de procesos mentales, entre los que destacan la percepción, la memoria y el razonamiento. Cuando leemos, activamos preferentemente el hemisferio izquierdo del cerebro, que es el más dotado de capacidades analíticas en la mayoría de las personas, pero son muchas las áreas cerebrales de ambos hemisferios que se activan e intervienen en el proceso. Decodificar las letras, las palabras, las frases y convertirlas en sonidos mentales requiere activar amplias áreas de la neocorteza cerebral. Las cortezas occipital y temporal se activan para ver y reconocer el valor semántico de las palabras. La corteza frontal motora se activa cuando evocamos mentalmente los sonidos de las palabras que leemos. Los recuerdos que evoca la interpretación de lo leído activan poderosamente el hipocampo y el lóbulo temporal medial del cerebro, que son zonas críticas para la memoria. Las narraciones y los contenidos emocionales del escrito, sean o no de ficción, activan la amígdala y demás áreas emocionales del cerebro. El razonamiento sobre el contenido y la semántica de lo leído activa la corteza prefrontal y la memoria de trabajo. La lectura refuerza también las habilidades sociales y la empatía, además de reducir el nivel de estrés del lector. El libro y la lectura, como gimnasio asequible y barato para la mente, deberían incluirse en la educación desde la más temprana infancia y mantenerse durante toda la vida. Fuente: https://elpais.com/elpais/2015/10/29/ciencia/1446135253_593995.html

Consistiría en ayudar al niño/a a que se formule preguntas sobre el tema que se está viendo, tanto sobre lo que sabe de ese tema como lo que cree que va a aprender formulando alguna hipótesis. Este procedimiento motiva al estudiante, activa sus conocimientos previos, concentra su atención y le convierte en una especie de detective o investigador a la búsqueda de los interrogantes que se plantea. Es además un modo de enseñarle a trabajar y ganar autonomía para aprender, es decir, es también un modo de aumentar la capacidad del alumno para aprender por sí mismo en el futuro.

El recuerdo, además de servir para evaluar lo aprendido, sirve también para seguir aprendiendo. El preguntar sobre la información recientemente aprendida beneficia a la memoria a largo plazo promoviendo el fortalecimiento de los circuitos neurales subyacentes a ese aprendizaje. Véase igualmente el efecto contrario, tendemos a olvidar aquello que no practicamos activamente, por ejemplo, un idioma que aprendimos en la adolescencia y no hemos vuelto a hablar. Para saber más: https://jralonso.es/2020/03/11/doce-resultados-de-la-neurociencia-aplicados-al-aprendizaje/

En las sociedades modernas, tan competitivas, fracasar es sinónimo de desastre, pero la neurociencia nos señala que en el proceso de aprendizaje, el fallo es esencial. Un estudio reciente encontraba que los estudiantes funcionaban mejor en clase y sentían más confianza en sí mismos cuando se les hacía saber que era normal que fallaran en cosas, que irían a mejor y que lo importante era aprender también de esos fallos. También es necesario explicar que al igual que sucedió cuando aprendieron a montar en bicicleta o a usar el monopatín o una tabla de surf, pueden necesitar muchos intentos antes de dominar una tarea académica. Si se caen, no pasa nada, solo hay que volverse a levantar. Las cosas no son siempre sencillas y las soluciones muchas veces no son ni evidentes ni rápidas. La neurociencia también sugiere que el mejor camino para aprender algo no es centrarse en los errores, sino en hacer algo correctamente. Ese proceso llevará de forma natural a que los errores vayan desapareciendo. Focalizarse en el error solo refuerza la ruta neuronal que lleva a él y eso aumenta la posibilidad de que el error se repita. La neurociencia sugiere construir una nueva ruta neuronal, abandonar la ruta del error y dejar que se vaya borrando. Por tanto, es mejor apostar por la creatividad y por la resolución de problemas que centrarse en la memorización y en la puntuación de los exámenes, dos actividades que refuerzan recordar los errores. Fuente: https://jralonso.es/2020/03/11/doce-resultados-de-la-neurociencia-aplicados-al-aprendizaje/

La neurociencia está demostrando que las actividades artísticas (involucran a diferentes regiones cerebrales; ver figura 5), en particular la musical, promueven el desarrollo de procesos cognitivos. Fig.5. La instrucción musical en jóvenes mejora la capacidad intelectual como consecuencia de la plasticidad cerebral, sobretodo en aquellos con mayor interés y motivación hacia las actividades artísticas (Posner, 2008). Además, en algunos niños, aparecen correlaciones entre la práctica musical y la mejora en geometría o las capacidades espaciales cuando el entrenamiento es intenso. Por otra parte, el teatro o el baile desarrollan habilidades socioemocionales como la empatía y son beneficiosos para la memoria semántica. Por ejemplo, al hablar en público se genera noradrenalina, una sustancia que se sabe que interviene en los procesos relacionados con la atención, la memoria de trabajo o el autocontrol. Fuente: https://escuelaconcerebro.wordpress.com/2012/12/27/neuroeducacion-estrategias-basadas-en-el-funcionamiento-del-cerebro/

Cada persona posee una exclusiva combinación genética, tiempos propios de maduración, experiencias de vida, memoria, talentos y fortalezas que son irrepetibles. Por ello, merece una educación que respete y comprenda las individualidades que le permitan llegar a su máxima expresión. Conocer nuestro cerebro y nuestro cuerpo desde pequeños nos permite reflexionar y aprender a ser responsables de nuestro bienestar y el de las otras personas con quienes nos relacionamos. Además es importante adaptar los desafíos a las posibilidades de quien lo va a realizar e ir aumentando progresivamente el nivel. Este incremento no debe sobrepasar las posibilidades del momento en que se presenta. Cada logro permite desarrollar eficacia percibida (sentir que se puede). La eficacia percibida aumenta la autoestima y la confianza en uno mismo. Cada logro permite lograr un mayor nivel de motivación para enfrentar nuevos desafíos. El cerebro funciona de un modo óptimo con cierto nivel de tensión o estado de alerta relajado (desafío y motivación). Si este es muy alto, cae en desatención y desorganización; si es muy bajo, pierde su estado de alerta.