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Hacia el despertar de una nueva consciencia.

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No obstante, hasta la fecha, ninguna de esas evidencias científicas ha logrado frenar las ansias nunca satisfechas del más amenazador depredador sobre la faz de la Tierra: el homo sapiens, nosotros, que constituimos el último de los eslabones de homínidos, ya que todos nuestros ancestros acabaron extinguiéndose. ¿Estaremos llevando el mismo rumbo?

Gracias a esas investigaciones, conocemos, por ejemplo, que los árboles tienen corazón. ¡Como suena!

Cada dos horas, tronco y ramas se contraen y se expanden -a modo de la sístole y diástole de nuestro sistema cardiovascular- a fin de que el agua y los nutrientes puedan ser bombeados desde las raíces hasta las hojas.

Y desde las hojas, el árbol va absorbiendo diversos gases contaminantes de efecto invernadero que nosotros generamos, gases responsables del calentamiento global. Una vez absorbidos, los disuelven, convirtiéndolos en materia fertilizante.

Textos y fotografías: Quino Villa

7 de mayo de 2020

Serie Un Nuevo Aliento Infografía nº 20

1. Preámbulo 2. Mi buen amigo 3. Siete recorridos 3.1. Estar presente 3.2. Estación Envidia 3.3. Estación Esperanza 3.4. Estación Resentimiento 3.5. Estación Estrés 3.6. Estación Desnudez 3.7. Estación Ternura 4. Epílogo

1.Preámbulo

Recientes investigaciones en el campo de la ecología, la silvicultura y la botánica, nos han mostrado hallazgos asombrosos a los profanos como yo.

Nos hemos ido sumiendo en una crisis existencial global. La naturaleza en su conjunto, y en concreto los árboles, nos envían importantes mensajes que podrían ayudarnos a despertar a una nueva consciencia planetaria. De cada cual depende.

Tomo Buena Nota, Amigo Árbol

Sumario

Increíble, ¿no?, que alguien ajeno, que no conozco de nada, vaya detrás de mí tratando de subsanar lo que yo voy desbarajustando.

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"¿Y a mí, qué? ¿No me irás a decir que todo eso va conmigo, no?", creo escuchar, a modo de réplica, de un ser anónimo cualquiera del clan de los más temidos depredadores. "Todo eso va contigo, y conmigo", asevero, "pues un solo árbol puede llegar a absorber en un solo día lo que contamina mi automóvil, el tuyo y 98 más. ¡Casi nada!"

Tomo Buena Nota, Amigo Árbol

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Textos y fotografías: Quino Villa

7 de mayo de 2020

Visto así, los árboles nos evitan un montón de muertes y un sin fin de episodios respiratorios agudos.

No sólo los árboles. Esa función regeneradora aún es más acentuada por parte de los musgos.

"Pero nuestro organismo es tremendamente evolucionado", sigo escuchando la misma voz de antes; no parece atenerse a razones; lo que busca es gresca. Evito la confrontación, evito poner en cuestión que cómo unos seres tan "evolucionados" pueden generar tantos daños a los ecosistemas a través de conflictos armados, el expolio minero, los incendios intencionados, la tala indiscriminada, los vertidos ilegales, la contaminación... Prefiero acomodarme a su guión.. "Y también es evolucionado el de los árboles", corroboro. "Hasta tienen sistema nervioso." "¡Venga ya!" "No como el nuestro, claro. Pero tanto tú, Árbol Amigo, como las plantas, sois capaces de sentir que estáis siendo agredidos." "Puedes decir misa, si quieres. Pero me faltan evidencias." "Pues ahí voy. Si cualquiera de nosotros sufrimos una herida, el glutamato -un aminoácido- desencadena una sacudida de iones de calcio que afecta, primero, a las células adyacentes, y al poco, a todo el cuerpo. Pues ese mismo patrón tiene lugar en cualquier planta, en cualquier árbol. Y ni siquiera se queda en eso, pues la alerta alcanza a otras plantas y árboles vecinos."

De vez en cuando me gusta hablar con mi Amigo Árbol. La nuestra es una larga historia, que comenzó durante mi infancia. Aún hoy, me gusta visitarlo muy de vez en cuando y contarle mis secretos. Y sé que me escucha. Puede que sea capaz de escucharme, incluso, desde la distancia, como ahora.

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Son capaces de percibir la calidad cromática de la luz. Huyen de la luz fría, la azul, que es propia de la umbría. Buscan la cálida, más vivificadora.

"Pero nosotros somos inteligentes", vuelve la misma voz anónima. "Y los árboles y las plantas también lo son." "¿No pretenderás hacerme creer esa bobada?" "No, no pretendo convencerte de nada. Pero sí voy a dejar, aquí, unos cuantos hechos probados por la ciencia, pues tal vez alguien..." Y así lo hago.

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7 de mayo de 2020

Si entendemos la inteligencia como una función que permite resolver problemas, podemos afirmar que tanto los árboles como las plantas sí son inteligentes. Diré más: son más inteligentes cuanto más longevos. Y he ahí unas cuantas evidencias.

También son capaces de percibir no sé si música pero sí frecuencias bajas, entre 100 y 400 Hz, que precisamente son las que genera el agua fluyendo.

Y en caso de detectar falta de agua, esto es, ausencia de ese tipo de frecuencias, emiten ultrasonidos de alerta.

Si por un casual una planta o un árbol nace en un medio hostil -por ejemplo, demasiado oscuro-, deberán transcurrir unos cuantos años hasta que crezca suficientemente y pueda realizar la fotosíntesis de manera desahogada. Pues mientras tanto, sus congéneres le irán prestando ayuda a través de las raíces.

Hemos conocido que esa ayuda fraternal va, incluso, más allá, pues se presta entre plantas de distintas especies, suministrando a la más necesitada nutrientes suficientes y agua.

Tomo nota. Un bello ejemplo para un mundo tan competitivo como el nuestro, donde impera el lema de sálvese quien pueda.

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Volvamos con los árboles y las plantas. Hablábamos de su ambiente fraterno, que precisamente emana de su inteligencia. Pero ni siquiera se trata de ayudas coyunturales.

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7 de mayo de 2020

Cuando nos adentramos en un bosque, los profanos vemos tan sólo una parte minúscula, la que se halla sobre la superficie y, en ocasiones, ni eso. Pues debajo se extiende la materia orgánica, el suelo y el subsuelo, un mundo complejo por el que discurre una gran red de combinaciones simbióticas entre las raíces de árboles y plantas y los micelios de los hongos; una red con sus propios nodos, que convierten al bosque en un sistema altamente cooperativo e inteligente.

A comienzos del siglo XXI ya se conocía que los árboles de una floresta comparten información a través de las redes bajo tierra.

Y eso acontece desde la más tierna edad: una plántula de pino ya es capaz de transmitir carbono a sus semejantes.

Pero esos procesos de simbiosis van más allá pues, como decíamos antes, también se han descubierto entre especies diferentes que cooperan entre sí, ayudando a los ejemplares más necesitados.

Si un árbol enferma, a través de esa tupida red subterránea otros árboles le prestan nutrientes, intentando sanarlo.

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Con frecuencia, son los ejemplares más adultos quienes ponen más esmero y cuidado en los párvulos. Se ha comprobado cómo pueden juntar sus copas, limitando así la luz solar, a fin de que sus pupilos vayan creciendo poco a poco, de forma sana y segura.

Lo que más ha sorprendido a investigadores e investigadoras es la sofisticación de esas tupidas redes de micelios de hongos, que pueden alcanzar cientos de kilómetros, a las que yacen conectados un número ingente de árboles, matas y arbustos, a través de las cuales intercambian carbono por nutrientes, utilizando un lenguaje, cuando menos, sorprendente. Es lo que se ha dado en llamar Wood Wide Web.

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Textos y fotografías: Quino Villa

7 de mayo de 2020

El bosque, la selva, constituyen un sistema de redes con sus propios nodos, en la que todos los elementos están cooperando entre sí. ¿Dije, cooperando? Eso dije. Otra gran lección por aprender.

Un soto, una arboleda, una jungla, una pineda son mucho más que la simple adición de sus elementos: constituyen, pues, entes supremos.

Pero todo ese vasto conocimiento que nos ha aportado la ciencia, en absoluto ha frenado los incendios provocados, el uso abusivo de pesticidas, y las talas indiscriminadas de bosques, en las que se han eliminado árboles centenarios, los más sabios.

Una vez más me sonrojo, al saberme parte de esa especie de homínidos depredadores que, para más INRI, se ha dado en llamar sapiens sapiens. La arrogancia no tiene freno.

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¿Y cómo podía aguantar tanto ensañamiento sin contarlo a nadie? Sí lo contaba a alguien, y ese alguien debió ser mi salvación. Cada vez que sufría un nuevo episodio de atropello por parte de mis verdugos, solía acontecer a la hora en que tenía que regresar a casa, a eso de la anochecida. Pues en cuanto aquellos desalmados habían dado por concluida su tropelía y se retiraban a sus aposentos con otro propósito consumado, yo me desviaba del camino, yendo al encuentro de ti, Árbol Amigo, ¿recuerdas?

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7 de mayo de 2020

Tenía unos siete años cuando comencé a sufrir abusos por parte de unos pocos rapaces que me pasaban cinco o seis, vamos, que casi doblaban mi edad.

Esos episodios de bullying nunca tenían lugar en horario escolar, ni tampoco en las inmediaciones de la escuela. Habitualmente aquellos bravucones actuaban con nocturnidad, sin otros espectadores que ellos mismos. Así que en absoluto se ajustaban a lo que hoy día se considera un patrón usual.

Yo no compartí ese tormento con mis padres, y nunca por esperar una mala reacción de ellos hacia mí, como apuntan varios estudios. No lo conté, por miedo. ¿Por miedo, a qué? Por miedo al miedo. El miedo paraliza. En mi caso, y por suerte, me paralizaba cuando inesperadamente se presentaban esos episodios de violencia; el resto del tiempo vivía feliz, en compañía de mis amigos, ocupado en la magia creativa de un sin fin de juegos, y también en compañía de las hadas de mi fantasía.

2. Mi buen Amigo

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Llegaba, me abrazaba fuertemente a tu tronco, y tras derramar unas cuantas lágrimas contenidas, pasaba a contarte mis penas. Siempre acogías de buen grado mi agonía. Permanecía así unos cuantos minutos. Antes de desapegarme de ti, inclinaba mi mirada hacia tu copa, y mi corazón te declaraba: "Una vez más, gracias, Amigo. Pero, por lo que más quieras, no cuentes nada de todo esto a nadie." Por la forma de mover las hojas de tus ramas, sentía que mi petición era bien aceptada. Y eso me reconfortaba.

Tomo Buena Nota, Amigo Árbol

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7 de mayo de 2020

Aunque tú, Árbol Amigo, supiste guardar nuestro secreto, mis padres igual acabaron enterándose, pues a pesar del esmero de mis acosadores, podía haber ojos que advirtieran sus maldades, y así ocurrió en una ocasión, en una tan solo. Fue cuando mis padres corrieron a tomar cartas en el asunto. Aún así, los episodios no finalizaron; tras una pequeña tregua, se fueron espaciando más en el tiempo, haciéndose incluso más virulentos. Hasta que, por fin, a los 10 años, finalizó definitivamente el tormento, coincidiendo con mi marcha a la ciudad para estudiar bachillerato.

Han pasado muchos años desde todo aquello. Aunque ocasiones han tenido, y no pocas, nunca mis maltratadores se han dignado acercarse a mí para disculparse por sus fechorías. No les guardo rencor alguno.

Pero vuelvo contigo, Árbol Amigo. Desde entonces, han sido muchas las veces que me he detenido ante ti, he dejado apoyada una de mis manos en tu tronco, y te he recordado muchos de los lances compartidos. Y te he reiterado mi agradecimiento por tanto.

Sí. Han pasado muchos años. Y tú, viejo Amigo, me has ido adentrando no sólo en tu círculo más inmediato sino en árboles de otras especies, en florestas y arboledas, en espesuras y selvas. Y como sé de la extensa red que os une, cada vez que me encuentro con un árbol, aunque nunca antes hayamos coincidido, sigo llamándole como a ti: Árbol Amigo. Me sale del alma, te lo aseguro.

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Durante siete lapsos de tiempo, iré al encuentro de varios árboles de emplazamientos diferentes. Con cada uno de ellos iré confrontando algunos de mis quebraderos de cabeza. Y de cada uno intentaré recoger alguna que otra brizna de su fecunda y primordial sabiduría.

Tomo Buena Nota, Amigo Árbol

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7 de mayo de 2020

Siete itinerarios con destino a siete estaciones.

No sé por qué habré ido a elegir siete recorridos. Hubieran podido ser más, o también menos. Pero he elegido siete. Bueno, a decir verdad la del siete es una cifra que siempre me ha seducido, tal vez porque yace rodeada de un halo de misterio. Simboliza la totalidad: la fusión de la tierra -el cuatro- con el cielo -el tres-. Remite, también, a la espiritualidad, al despertar de una nueva consciencia. Qué casualidad. Aún no sabiendo por qué la he elegido, me gusta.

3. Siete itinerarios

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Tomo Buena Nota, Amigo Árbol

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Textos y fotografías: Quino Villa

7 de mayo de 2020

Día primero. Hola, Árbol Amigo. Soy yo de nuevo. ¡Qué ganas tenía de volverme a encontrar contigo! ¡Han sido tantos los secretos compartidos!

No obstante, hoy me ha traído aquí una cuestión muy concreta. Ya me contarás cómo lo haces, pero siempre te percibo plenamente presente. Y cuando digo que siempre, quiero decir siempre, tanto como abarcan mis recuerdos desde la más tierna infancia.

3.1. Estar presente

No, mi buen Amigo. Ése hubiera podido ser mi lamento en caso de haber ocupado tu lugar. Pero no tú. Tú no eres así. Ante cualquier adversidad, sigues estando presente. Atraviesas fases diferentes, como cada ser viviente. Pues tú te aceptas totalmente en cada una de ellas. ¿Me dirás cómo lo haces?... ¡Cómo que no hay que hacer nada!... ¡Que todo es cuestión de aceptación de lo que es!... Es fácil decirlo... Debe resultar fácil para ti... Meditaré tus palabras... Te lo prometo... De acuerdo... Entendido... Bien, pues tomo nota, mi buen Amigo.

"¡Con la falta que me hubiera hecho toda esa cantidad de agua que se desperdicia, fluyendo barranco abajo! ¡Qué desgraciado que soy! ¡Habré sido tocado por el hechizo de algún malvado maleficio! Encima, si la última tormenta no hubiera sido tan impetuosa, el agua no habría corrido con tanta fuerza por la ladera, erosionando el escabroso terreno al que mis avejentadas raíces se agarran a duras penas. Todo el mundo parece haberse vuelto en mi contra. Ahora, mientras espero lo peor, no me queda sino llorar mi desgracia y profunda amargura para la que no hay consuelo alguno."

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Los árboles hablan, igual que la naturaleza en su conjunto. Ahora mismo mi Árbol Amigo lo estaba haciendo conmigo. No hace falta sino sintonizar en su misma frecuencia. Lo demás, viene solo. Yo no sabía que él hablaba, hasta que un buen día, para mi sorpresa, me aseguró: "Te he estado hablando siempre. Sólo necesitaba que tú prestaras atención a mis mensajes." Desde entonces, puedo conversar con él y con árboles bien diferentes.

Tomo Buena Nota, Amigo Árbol

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Textos y fotografías: Quino Villa

7 de mayo de 2020

Ya lo decía el escritor Hermann Hesse: "Los árboles son santuarios. Quien puede hablar con ellos, quien sabe cómo escucharlos, sabe la verdad. No predican doctrinas o recetas, predican la ley primordial de la vida."

Mi Árbol Amigo, aunque está situado en las inmediaciones de un bosque, por los años que le atribuyo -y es algo de lo que nunca ha querido hablar-, debe ser un árbol sabio.

Día segundo. Voy caminando hasta adentrarme en un bosque frondoso. Y en él me encuentro con alguien muy especial.

Hola, árbol amigo. Esta mañana, andando esta misma senda, he presenciado otros árboles de tu misma especie, pero con una copa mucho más jubilosa que la tuya... Qué tontería más grande te estoy contando, ¿verdad?... Pues porque desde tu ubicación privilegiada, puedes avistarlos perfectamente... Y aunque no estuvieras asentado aquí mismo, igualmente te llegaría esa información a través de la red... Sí, por ahí iba mi sospecha... Pues porque veo que no sientes envidia de ellos... ¡Cómo que no conoces ese término!... ¿Que no está en tu diccionario?... Pues voy a intentar explicarte qué significa en mi mundo... Sí, lo reconozco, mi mundo es extraño... Y también paradójico.

La envidia surge de otro sentimiento, que nosotros denominamos de inferioridad... ¿Que tampoco te dice nada lo de sentirte inferior?... Comprendo... Sí, en la red de tu fantástico bosque impera la acción cooperativa... Puedo entender que, al cooperar, todos los seres vivientes de vuestra comunidad compartís las mismas metas... Entendido.

3.2. Estación Envidia

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Nosotros sentimos envidia de aquellos semejantes que no aceptamos que sean más que nosotros... A quienes son muy superiores, como escuché el otro día en un debate, ¡que les den!... Es una expresión soez, que indica despecio... No te rías... Así es... Pero con respecto a los semejantes, conjeturamos: "Si ella ha sido capaz de... si él posee equis, ¿por qué no yo?"... No, no creas... Todo ello va en detrimento de unas relaciones sanas... ¡Claro!

Tomo Buena Nota, Amigo Árbol

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Textos y fotografías: Quino Villa

7 de mayo de 2020

¡¿Que te haces cruces de lo complicados que somos?!... No me extraña ... Sí, posiblemente tengas razón... No, no puede ser buena la envidia... A nivel neurológico, sabemos que activa los centros del dolor... Sí, como suena... Y eso nos lleva a otro territorio... El de la depresión... No, no me importa aportarte una evidencia... Pues allá va.

Se calcula que más de 300 millones de personas en el mundo padecen trastornos depresivos; sólo en nuestro país, se cuentan en unos dos millones los afectados. Y en algunos de los sustratos de la depresión, siempre aparecen episodios de envidia... Yo diría que es una de las peores experiencias de nuestra especie... La envidia, también; pero me refería a la depresión... Resumiendo, los síntomas depresivos más importantes: incapacidad para disfrutar de los acontecimientos cotidianos, sensación de cansancio y falta de energía, y sentimientos de infelicidad, inutilidad, culpabilidad, desesperanza y tristeza, entre otros... Entiendo... Cada vez siento más debilidad por tu mundo... Pues no sé qué decirte... ¡Claro que somos complicados!... Desde luego... Tienes toda la razón en eso que dices... Tomo nota, amigo árbol.

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Tomo Buena Nota, Amigo Árbol

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7 de mayo de 2020

Día tercero. Me voy adentrando en un paraje montano virgen, de uno de los parques naturales del Pirineo. Y pronto doy con él. Hola, amigo árbol... Si te he de ser sincero, la esperanza es lo que muchas veces me mantiene en vilo... ¡Venga ya!... ¡Cómo es posible que nunca hayas oído hablar de ello!... Claro que no me importa... Posee dos semblantes... Pues el primero tiene que ver con el establecimiento de metas... Te puedo asegurar que las grandes metas de vida dan sentido a mi existencia... No, no las tengo escritas, aunque podría hacerlo en cualquier momento... Las tengo a buen recaudo en un apartado escondite de mi corazón...

De la esperanza, no todo es malo. Las personas que la cultivan en el primer supuesto, están más satisfechas con la vida, suelen establecer vínculos más satisfactorios... ¡Claro que tú y yo somos muy diferentes!... Pero a pesar de ello, me gustaría que siguiéramos siendo amigos... De acuerdo... Pues tomo nota, amigo árbol.

No, no me he olvidado del segundo semblante. Te adelanto que resulta un tanto controvertido... Porque además de mantenerme concentrado en el futuro, me lleva a la negación del Aquí Ahora... Posiblemente porque Aquí Ahora no soy capaz de aceptar lo que es... ¡Cómo que tampoco has oído hablar del futuro!... ¡Me estás dejando a cuadros!...

3.3. Estación Esperanza

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Día cuarto. Hoy mi destino está en la floresta que tantas veces he fotografiado. No, nunca antes habíamos coincidido, aunque conocía el lugar de sobras... De acuerdo... Quería preguntarte algo... Pues porque al no habernos encontrado con anterioridad, pensaba que podrías darme una visión más objetiva sobre una cuestión importante, una visión nada afectada... Ja ja ja... Pues allá voy.

Tomo Buena Nota, Amigo Árbol

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7 de mayo de 2020

Trata de hacer memoria, y cuéntame cuántas veces a lo largo de tu vida te has sentido resentido... Enojado por algo, o enfadado con alguien... ¡Cómo que nunca!... Pero sois muchos en esta espesura y, entre tantos, fácil que alguien te haya tratado mal, o haya abusado de ti, o que, con el paso del tiempo, te haya sido infiel... ¡No puedo creerlo!... Tú piénsalo bien... Pues alguna vez alguien te habrá mentido como un bellaco... O te habrán soltado alguna mentirijilla... ¡Cómo puede ser!...

Veo en tu tronco varias cicatrices de desaprensivos amantes; imagino que al menos el día que aquellos desalmados esculpieron, con su navaja, sus majaderías, provocarían en ti un mínimo de resentimiento, o de rencor, o de enfado más o menos manifiesto...

Denominamos rencor a un sentimiento de profundo enfado persistente que nos desequilibra, ya debido a maltrato, o a un abuso de confianza... Sí, claro que supone anclarse en una experiencia negativa del pasado...

3.4. Estación Resentimiento

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Pues el resentimiento surge cuando hemos sido humillados u ofendidos sin merecerlo. Al tratarse de un enojo no expresado y, por tanto, reprimido, mucho peor, pues victimiza a quien lo sufre...

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7 de mayo de 2020

¡Pero cómo es posible que no te suene de nada todo esto!, si tú y yo habitamos un mundo próximo, limítrofe... Por supuesto... Ah, entiendo... Pero aún así, tú y yo no podemos ser tan dispares... Entiendo... Sí, claro que te entiendo... De acuerdo... Visto así, tienes toda la razón... Sí, sí, me hago cargo de cuanto me estás diciendo... Te aseguro que no caerá en saco roto... Así es... Sí, te aseguro que me ha quedado claro... Pues tomo nota, amigo árbol.

Día quinto. Me adentro en la selva. No tardo en escuchar un profundo silencio, el silencio del latir de la vida. Tampoco tardo en dar con un árbol prototipo, o al menos ésa es mi impresión. Lo saludo. Me da la bienvenida. No tardamos en abrirnos el uno al otro.

Tenía una pregunta para ti... Imagino que habitando una selva tan frondosa, alguna vez te habrás sentido agobiado... Pues porque aquí percibo una alta densidad poblacional, y cada uno de vosotros debéis estirar tremendamente el tronco a fin de poder recibir la suficiente luz solar...

3.5. Estación Estrés

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Pero a lo largo de los meses y de las estaciones acontecen muchas cosas, y alguna habrá acabado afectándote más de la cuenta... ¡Cómo que tampoco!... No sé, alguna noche habrás dormido mal... ¡Cómo es posible!... Pues chico, no lo entiendo... No, si creerte, te creo. Pero es algo que no me cabe en la cabeza... Pues porque la realidad que yo he vivido, es otra bien diferente... De acuerdo, amigo árbol... Tomo buena nota.

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7 de mayo de 2020

Día sexto. Mi destino es una arboleda próxima al río. Doy con él enseguida. Y tras el saludo de rigor, le hablo.

Durante cada otoño te desnudas, al margen de controversias éticas y morales, al margen de conquistas de libertad... Claro que me extraña... Porque en nuestra especie, el pudor levanta una frontera entre uno mismo y los demás... Sí, es algo que al niño se le impone desde su más tierna edad... Pero tú te desnudas con amor... No, no es comparable... Por supuesto que no... Lo nuestro ya viene de lejos... Mira, te pondré un ejemplo: Miguel Ángel esculpió su obra maestra, el David, totalmente desnudo; cuando al cabo de los dos años y pico de factura fue mostrado a los florentinos, muchos lo apedrearon, y otros corrieron a tapar sus genitales con un racimo... Pues así, como suena...

3.6. Estación Desnudez

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La religión imperante en nuestra sociedad ya en sus orígenes se inspiró en las ideas platónicas del cuerpo como cárcel del alma, y el desnudo siempre estuvo denostado... O si no, que se lo pregunten a Goya, que tuvo que someterse a un proceso de la Inquisición, tras haber pintado su maja desnuda... Sí, lo complicamos todo mucho... Si quieres, otro día ya seguimos hablando de la dualidad cuerpo alma... Sí, sí, por supuesto... Es lo que hay.

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7 de mayo de 2020

¡Claro que somos complicados!... Pues no sé, porque un cuerpo exhibido suele entenderse como un cuerpo cosificado; aunque no siempre, claro... En otros momentos la desnudez del cuerpo se ha mostrado como grito de guerra en pro de la libertad de un colectivo... Así es... Sin embargo tú, aquí... Entiendo... Por lo mismo de antes, porque somos complicados... Pues tomo nota, amigo árbol.

Día séptimo. Hoy también he ido al bosque, a un lugar muy especial. Lo he hecho en compañía de una experta en ecosistemas, una gran científica; me ha pedido que omita su nombre. Al poco de adentrarnos en él, me ha señalado un ejemplar núcleo. Le he pedido que me esperara. Como otras veces, quería asomarme a la boca del volcán estando solo. Ella lo ha entendido.

Una vez junto al nuevo árbol amigo, le he contado algunas de mis impresiones. Me ha escuchado, como otros árboles amigos. Pero no he conseguido que soltara prenda. Ha debido intuir mis pesquisas, y puede que no las comparta. En lo que alcanza mi corto entender, él, antes que un árbol ocupando una posición privilegiada de la Wood Wide Web, debe sentirse plenamente integrado en la totalidad.

3.7. Estación Ternura

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'Él por un lado, y el bosque por otro', se acomoda a mi torpe forma de percibir, tal y como mi ego ha ido adiestrando mi mirada. Pero en la red simbiótica de esta parte del valle, las cosas deben ser de otra manera.

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7 de mayo de 2020

Ya de vuelta a casa, he escrito unas pocas notas en mi cuaderno de campo. Son las que siguen.

Son muchas las personas que, en los instantes de claridad previos a la muerte, recuerdan de su vida, antes que episodios de éxito, momentos de intimidad que despertaron ternura. Y la ternura remite al amor incondicional, a la aceptación de la otra persona tal cual es, a la construcción de lazos afectivos significativos con el otro, con los otros.

La ternura está hecha de silencio antes que de fuego, más de delicadeza que de arrojo, de conexión profunda con el otro ser.

El insólito lenguaje de la ternura llega para alinear mente, emoción y corazón, precipitándonos hacia una unidad superior, hacia la conciencia integradora, hacia la fuente del Ser donde el árbol, el bosque y todos y cada uno de nosotros y nosotras somos Uno.

Desde el inicio de los tiempos, la ternura se ha encarnado en la figura de la madre. Ella la recrea en cada gesto, en cada seña, y muy especialmente en los primeros encuentros, en la inmediatez inasible de cada mirada, en cada cráter de goce. Ya lo decía José Narosky: en el pecho materno absorbemos ternura para toda la vida. Sí, esas experiencias de dicha nos marcarán para siempre.

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Árboles madre del bosque. Los mejor conectados en las redes microrrizales, los situados estratégicamente en los nodos de la anchurosa Wood Web. Pues son ellos los que mejor nutren de carbono -su leche materna- a los jóvenes, a matas y arbustos del sotobosque. Más aún: desfallecen, dejando notar su debilidad de madre, pues alimentan y miman más a las plántulas de su misma especie; incluso en un acto de amor incondicional, restringen su tasa alimenticia para ofrecerla como ración extra a sus hijitos.

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Textos y fotografías: Quino Villa

7 de mayo de 2020

Y al final de sus días se abandonan a otro gesto de amor sin condiciones, al enviar mensajes de sabiduría -mensajeros químicos especiales- a todos los ejemplares conectados a la red, a fin de que puedan aumentar su resistencia y su capacidad de supervivencia.

Árboles madre que encarnan la ternura, no sólo en el seno del bosque donde se hallan interconectados, su mensaje silencioso llega hasta nosotros, ciudadanos de este mundo tan controvertido, imagino que para despertarnos de nuestro letargo y precipitarnos a una Unidad Primordial de la que siempre hemos formado parte. Tomo buena nota, amigo Árbol Madre.

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Los árboles hablan. Me han hablado a mí. Han hablado a muchas personas. Nos siguen hablando. La ciencia dice que su lenguaje está hecho de carbono, de fósforo, de nitrógeno... como el nuestro se compone de sonidos y fonemas. Esos son únicamente los códigos, los códigos con los que los árboles elaboran su mensaje. Sólo hace falta sintonizar en su misma frecuencia para interpretar su misterio, cada uno de sus secretos. Pero están ahí, hablando constantemente.

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7 de mayo de 2020

Hojas del árbol caídas / juguetes del viento son:¡Las ilusiones perdidas / ¡ay! son hojas desprendidasdel árbol del corazón! (José de Espronceda)

Un poema es mucho más que una adición de palabras. Muy por encima del código de los árboles, al igual que más allá de las palabras, se abre un universo de melodías que remiten al verdadero tifón de la Vida Una, a la Conciencia Abierta, a la Presencia Amorosa, a la Identidad Esencial del Ser. Sólo hace falta sintonizar en su misma frecuencia para interpretar su misterio. Pero los árboles están ahí, hablando constantemente.

4. Epílogo

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Siete de mayo de dos mil veinte. Iba a mirar el calendario de mi smartphone, pero corrijo a tiempo: me basta con mirarte a ti, árbol madre, mensajero de ternura. A mí me ocurre lo que al escritor Christian Bobin: "Amo apoyar mi mano sobre el tronco de un árbol ante el cual paso, no para cerciorarme de la existencia del árbol –de la que no dudo– sino de la mía."

Tomo Buena Nota, Amigo Árbol

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Textos y fotografías: Quino Villa

7 de mayo de 2020

Y a través del latir de tu tronco, escucho el silencioso eco de un sistema de redes, con sus propios nodos, que discurre a lo largo y ancho de la selva; puedo percibir, porque tú me lo muestras, un reverbero sorprendente, asombroso, soberbio. Pero ese eco me lleva a otras redes de mi mundo civilizado, el de los homo sapiens, un mundo cada vez más trastornado.

Nuestras redes, antes que subterráneas, son clandestinas. Redes del narcotráfico. Redes de tráfico de armas, y de petróleo. Redes que trafican con elefantes, tigres, rinocerontes... aniquilando a unos por el marfil, a otros por su piel, a los últimos por sus cuernos, y ésta es sólo la punta del iceberg. Mercado negro de Internet. Redes fraudulentas de datos e informes al más alto nivel. Redes de tráfico de seres humanos -la he dejado para el final; pretendía evitarla, pero no me la puedo sacar de la cabeza-: trata para trabajos forzados en situación de esclavitud, matrimonios obligados, tráfico de órganos, trata de mujeres y de menores para su explotación sexual...

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Trato de escapar de semejante pesadilla, pero imposible. Continúa retumbando en mi mente la contraseña de equilibrio supremo, de cooperación fraterna: los bosques constituyen comunidades muy bien organizadas, en las que los ejemplares mejor conectados, los árboles madre, antes que aprovecharse de su situación excepcional, son quienes mejor transmiten su sabiduría a las siguientes generaciones, son ellos quienes más se movilizan para socorrer al más necesitado, son los más generosos, los más magnánimos, yo diría que los más inteligentes, y enmarco el concepto en el contexto de la inteligencia emocional, entendida como aquella que nos permite relacionarnos de manera satisfactoria con los demás seres y con nosotros mismos.

Tomo Buena Nota, Amigo Árbol

Hacia el despertar de una nueva consciencia.

Serie Un Nuevo Aliento Infografía nº 20

Textos y fotografías: Quino Villa

7 de mayo de 2020

Cooperación, altruismo, magnanimidad por parte de los árboles mejor comunicados. Pero continúo sumido en mi mundo perturbado. Sin ir más lejos -pues estoy redactando estas líneas durante la pandemia por el coronavirus-, visita mi mente otra pesadilla. Desde hace tiempo Gran Farma tiene puesto el ojo en los mercados que resultan más atractivos, como el de la oncología, dando la espalda a enfermedades infecciosas por un lado -tranquilos, virus, tiempo de veda-, y a la salud pública en general, por otro. Resulta más lucrativo crear medicamentos no necesarios, generando para ellos la necesidad a través de estrategias publicitarias sutilmente persuasivas, incluso subliminales. Y cuando no, actuando al margen de la legalidad, como lo prueban tantas acusaciones referidas a sobornos, a promoción ilegal de fármacos, a mala praxis de investigación... Y mejor no hablar de sus lobbies, para hacerse con patentes de fármacos esenciales.

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Cooperación, altruismo, generosidad por parte de los árboles núcleo, los más 'poderosos'. Según datos de Intermón Oxfam, se calcula que un 1% de la población mundial acapara, aproximadamente, la mitad de la riqueza; y que los primeros 85 multimillonarios del ranking acumulan tantos bienes como los 3.570 millones de personas con menos ingresos.

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Hacia el despertar de una nueva consciencia.

Serie Un Nuevo Aliento Infografía nº 20

Textos y fotografías: Quino Villa

7 de mayo de 2020

Hoy todas las paradas fuera del bosque me llevan a un pozo sin fondo, desde el que escucho un lamento agónico para el que no hay consuelo que valga.

Y sí. No sé si por suerte o por desgracia, está transcurriendo la primavera de 2020. ¿Dije primavera? Eso mismo. En cierto modo, es verdad. Sin embargo, noto que todo está ardiendo a mi alrededor. ¡Escucho tantos lamentos! El más silencioso, y también el más dramático, el de Madre Tierra, pues continuamos sin haber aprendido la lección. Y cada día que pasa, nos quedan menos oportunidades, menos oportunidades para sobrevivir. Después de todo, no somos imprescindibles. Ya lo decía Carl Sagan: "El universo no está obligado a estar en perfecta armonía con la ambición humana."

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Todo está ardiendo. Nos estamos quemando en el fuego que nosotros mismos hemos provocado, y que seguimos alimentando día a día. Encima, por si fuera poco, nos vanagloriamos de nuestra portentosa inteligencia. ¡Y lo que nos queda por aprender de los árboles, de sus redes cooperativas, de su empatía, de sus actitudes prosociales! ¿Pero cómo vamos a aprender de ellos, si los estamos exterminando? Ya lo advierte Markku Envall, y yo estoy con él: "Los árboles permanecen intactos si tú te vas. Pero tú no, en caso de que se vayan los árboles."

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Hacia el despertar de una nueva consciencia.

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Textos y fotografías: Quino Villa

7 de mayo de 2020

Todo está ardiendo. Nos estamos achicharrando en las llamas de nuestro propio ego. ¿Seremos capaces de abrirnos a una nueva consciencia? Pues en ese reto, estoy convencido que la naturaleza en su conjunto y en concreto los árboles, si antes no se nos acaba el tiempo, podrían ayudarnos. Tenemos la suerte de que, a pesar de los daños que les hemos causado, ni siquiera nos guardan rencor, ni tampoco resentimiento.

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En la noche el árbol se gira al revés. Sus raíces se hunden en el cielo estrellado. (Fabrizio Caramagna)

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Textos y fotografías: Quino Villa

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Los árboles son las columnas del mundo. Cuando se hayan cortado los últimos árboles, el cielo caerá sobre nosotros. (Proverbio Indio)

Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo hoy todavía plantaría un árbol. (Martin Luther King)