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En conmemoración del día del libro, 23 de Abril de 2020, se recogen una selección de fábulas para que todas las familias disfruten en sus casas. Comparte y harás más felices al resto de personitas :)

Transcript

8

FÁBULAS

Los Hijos del Labrador

Las Ranitas y el Tronco Tallado

La Cigarra y la Hormiga

La Lechera

El Lobo con piel de Oveja

El Ratón del Granero

El Zorro y la Cigüeña

El León y el Ratón

GENIALES

Día del Libro 2020

Alejandro Santiuste

Moralejas

¿23 de Abril?

Día del Libro 2021

El ratón del granero

Érase una vez un ratón que vivía debajo de un granero. Las tablas que formaban el suelo del granero tenían un agujerito, por el que, uno tras otro, los granos de trigo caían poco a poco a la madriguera. De ese modo vivía el ratón espléndidamente, estando siempre bien alimentado. Pero, al cabo de algún tiempo, comenzó a mortificarlo la idea de que ninguno de sus amigos supiese lo bien que le iba. Entonces se puso a roer la madera del granero, para agrandar el agujero de tal modo que pudiesen caer más granos en su madriguera. Hecho esto, corrió en busca de los demás ratones de los alrededores y los invitó a una fiesta en su granero. Venid todos a mi casa -les decía-, que os voy a obsequiar. Pero cuando llegaron los invitados, y quiso el ratón llevarlos hasta el agujero del granero, ya no había ningún agujero en las tablas, y en el nido no se veía ni un solo grano. El gran tamaño del agujero que el ratón había abierto en el suelo del granero, llamó la atención del granjero. Y éste lo había tapado, clavándole una tabla.

El Zorro y la Cigüeña

Un día, el zorro invitó a la cigüeña a comer un rico almuerzo. El zorrito tramposo sirvió la sopa en unos platos planos, planísimos, y de unos pocos lengüetazos terminó su comida. A la cigüeña se le hacía agua el pico, pero como el plato era plano, planísimo, y su pico era largo, larguísimo , no consiguió tomar ni un traguito. - ¿No le ha gustado el almuerzo, señora cigüeña? -le preguntó el zorro relamiéndose. - Todo estuvo muy rico -dijo ella-. Ahora quiero invitarlo yo. Mañana lo espero a comer en mi casa. Al día siguiente, la cigüeña sirvió la comida en unos botellones altos, de cuello muy estrecho. Tan estrecho que el zorro no pudo meter dentro ni la puntita del hocico. La cigüeña, en cambio, metió en el botellón su pico largo, larguísimo, y comió hasta el último bocado. Después, mirando al zorro, que estaba muerto de hambre, le dijo riendo: - Por lo visto, señor zorro, le ha gustado mi comida tanto como a mí me gustó la suya. El zorro se fue sin chistar, con la cola entre las piernas. El tramposo no puede protestar cuando le devuelven su trampita.

El León y el Ratón

En un día muy soleado, dormía plácidamente un león cuando un pequeño ratón pasó por su lado y lo despertó. Muy cabreado, el león tomó al ratón con sus enormes garras y cuando estaba a punto de aplastarlo, escuchó al ratoncito decirle: —Déjame ir, puede que algún día llegues a necesitarme. Fue tanta la risa que estas palabras le causaron, que el león decidió soltarlo. Al cabo de unas pocas horas, el león quedó atrapado en las redes de unos cazadores. El ratón, fiel a su promesa, acudió en su ayuda. Sin tiempo que perder, comenzó a morder la red hasta dejar al león en libertad. El león agradeció al ratón por haberlo salvado y desde ese día comprendió que todos los seres son importantes.

El Zorro con piel de Oveja

Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la obtención de su comida. Se metió entonces en una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al pastor. Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un establo, quedando la puerta bien cerrada. Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día siguiente, cogió al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante.

La Cigarra y la Hormiga

Una vez, al llegar el invierno, una cigarra que estaba muerta de hambre se acercó a la puerta de un hormiguero pidiendo comida. A su pedido respondieron las hormigas, haciendo la siguiente pregunta: -¿Por qué durante el verano no hiciste tu reserva de alimentos como lo hicimos nosotras? La cigarra respondió: - Estuve cantando alegremente todo el tiempo, y disfrutando el verano plenamente ¡Si hubiera sabido lo duro que es el invierno...! Las hormigas le dijeron: -Mientras nosotras trabajamos duro durante el verano para tener las provisiones y poder pasar el invierno, tú disfrutabas y perdías el tiempo. Así que ahora...¡sigue bailando! Pero las hormigas sintieron pena por la situación y entendieron que la cigarra había aprendido la lección, entonces finalmente compartieron con ella su alimento.

La Lechera (Parte 1)

Había una vez una niña, hija de un granjero, que ayudaba a sus padres en las tareas de casa y en el cuidado de los animales de la granja. Una mañana, tras recoger la leche de las vacas, la madre de la niña se sintió mal y no se encontraba bien para salir de casa. Entonces, pidió a su hija que llevara la leche al mercado para venderla. La niña, muy responsable, le contestó muy contenta que sí. Y más contenta se quedó cuando su madre le prometió que todo el dinero que ella ganase con la venta de la leche, sería para ella. La niña cogió el cántaro lleno de leche y salió de la granja en dirección al pueblo. Por el camino, ella empezó a hacer planes futuros con lo que ganaría: - Cuando yo venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos, descartando los que no nazcan, me darán al menos doscientos pollos. Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas.

La Lechera (Parte 2)

Y seguía ensimismada en sus pensamientos: - Cuando esté en el baile todos los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré uno a uno. Pero en ese momento la niña se despistó y no se dio cuenta de que había una piedra en el medio del camino y acabó tropezando en la piedra y cayendo en el suelo. El cántaro voló por el aire y se rompió derramando toda la leche al suelo. La niña, decepcionada y herida, se levantó y lamentó: - ¡Qué desgracia! Ya no tengo nada que vender, no tendré huevos, ni pollitos, ni vestido... eso me pasa por querer demasiado. Y fue así como la niña, frustrada, se levantó, volvió a la granja y reflexionó sobre la oportunidad que tuvo y que la derramó por el suelo.

Las Ranitas y el Tronco Tallado

Una familia de ranitas que vivía en un lago, sentía mucho temor por un tronco tallado que se veía desde la orilla. Estas ranitas amaban las fiestas y la diversión, pero sentían gran respeto por el tronco, así que en muchas oportunidades trataban de no hacer tanto ruido para no molestar al tronco. Seguramente este personaje al que tanto le temían, era un monumento de alguna tribu que ya no habitaba en el lugar, pero como no se animaban a acercarse para ver bien de que setrataba, solo podían divisar un rostro serio y que inspiraba mucha autoridad. Un cierto día, en que se desató una terrible tormenta, el tronco cayó al lago y en ese momento las ranitas pudieron ver con claridad, que era solo un tronco tallado que ningún daño podía hacerles. Se rieron mucho de los temores por los que habían pasado y comenzaron a jugar con él y usarlo de trampolín para sus zambullidas en el lago.

Los Hijos del Labrador (Parte 1)

Los dos hijos de un labrador vivían siempre discutiendo. Se peleaban por cualquier motivo, como quién iba a manejar el arado, quién sembraría, y así como todo. Cada vez que había una riña, los hermanos dejaban de hablarse. La concordia parecía algo imposible entre los dos. Eran testarudos, orgullosos y para su padre le suponía una dificultad mejorar estos sentimientos. Fue entonces que decidió darles una lección. Para poner un fin a esta situación, el labrador les llamó y les pidió que se fueran al bosque y les tajeran un manojo de leña. Los chicos obedecieron a su padre y una vez en el bosque empezaron a competir para ver quién recogía más leños. Y otra pelea se armó. Cuando cumplieron la tarea, se fueron hacia su padre que les dijo:

Los Hijos del Labrador (Parte 2)

- Ahora, junten todos las varas, las amarren muy fuerte con una cuerda y veamos quién es el más fuerte de los dos. Tendrán que romper todas las varas al mismo tiempo. Y así lo intentaron los dos chicos. Pero a pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguieron.Entonces deshizo el haz y les dio las varas una a una; los hijos las rompieron fácilmente. - ¡Se dan cuenta! les dijo el padre. Si vosotros permanecen unidos como el haz de varas, serán invencibles ante la adversidad; pero si están divididos serán vencidos uno a uno con facilidad. Cuando estamos unidos, somos más fuertes y resistentes, y nadie podrá hacernos daño. Y los tres se abrazaron.

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