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Ejercicio de mindfulness centrado en la vulnerabilidad.

Transcript

Asumir el poder implica aceptar que somos portadores de fortalezas y habilidades varias, y que con ellas podemos influir en el mundo que nos rodea, que podemos influir para mejorarlo, claro.

Autor: Quino Villa

9 de abril de 2020

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Serie Un Nuevo Aliento Infografía nº 14

1. Tipo de técnica.2. Ampliando el horizonte. 3. Recomendaciones previas. 4. Secuencia completa.5. Consideraciones finales. Anexo. Músicas de fondo.

Ejercicio de mindfulness en el que tomamos conciencia de la vulnerabilidad. Todo acontece junto a un lago alpino de aguas transparentes, que nos estaba guardando algunos secretos.

Lago de AguasTransparentes

Sumario

En el mundo de la forma (dimensión física, mental y emocional) nos va bien cuando cultivamos energías complementarias o aparentemente contrapuestas, como ocurre con el poder y la vulnerabilidad.

Vamos a realizar dos paradas: la primera, en la vulnerabilidad; la segunda, en el papel que juega el ego.

2. Ampliando el horizonte

1.Tipo de técnica

Como ejercicio de mindfulness, es una técnica de meditación. Para ampliar información sobre mindfulness, remitimos a la infografía nº 9 de esta serie, 'Un Nuevo Aliento', apartados del 1 al 5.

Enlace:

La vulerabilidad

En nuestra dimensión trascendente somos completos, pero no en el mundo de la forma.

En el mundo de hoy se tienden a polarizar esas facetas antagonistas: si tú eliges afirmarte en el poder, no tendrías que mostrarte vulnerable, y viceversa. Y puestas la una al lado de la otra, tiene peor prensa la vulnerabilidad.

Y puesto que una parte importante de la vida va serpenteando por los senderos de la forma, al margen de nuestra identidad esencial, es bueno caer en cuenta de esas energías antagonistas a fin de cultivarlas. Y cuando hablo de energías antagonistas, no quiero decir encontradas, sino complementarias, pues de hecho conforman un singular yin-yang.

La vulnerabilidad remite a nuestra condición humana de seres necesitados y que, como tales, vamos a necesitar de las personas que nos rodean, y no sólo durante los primeros meses de vida, sino siempre.

¿Vulnerabilidad es, acaso, signo de debilidad? No, qué va, aunque así sea interpretado por algunas personas. Seguramente las etapas más gozosas de nuestra vida han estado marcadas por una vulnerabilidad extrema; sin ir más lejos, la de la primera infancia.

Si alguien apuesta por desarrollar el poder, renegando de la vulnerabilidad, renegando pues de su condición de ser necesitado, no hará sino abrir en su interior una brecha de dolor y frustración.

Podrá llegar a ser un personaje importante, admirado por mucha gente, aplaudido por sus proezas, pero se sentirá un fracasado en el ámbito de la intimidad.

Si, por el contrario, alguien apuesta por cultivar la vulnerabilidad, renunciando al poder, a sus fortalezas, seguramente acabará vapuleado y maltratado, pues querámoslo o no, la hostilidad, que yace inmersa en nuestro mundo, se cebará con él, con ella.

El hecho de reconciliarnos con esas energías complementarias nos permitirá abordar los retos de la vida de un modo más creativo y satisfactorio. A fin de cuentas, cuanto nos ocurre en el día a día no es sino un fiel reflejo de cuanto acontece en nuestro interior.

Autor: Quino Villa

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Ejercicio de mindfulness centrado en la vulnerabilidad

Serie Un Nuevo Aliento Infografía nº 14

Saberse vulnerable, cultivar la vulnerabilidad no habla sino de reconocer nuestra condición humana de seres necesitados, luego signo de estar reconociéndonos tal cual somos. Y eso mismo nos lleva a conectar con nuestra poderosa energía interior.

Asumir y cultivar la vulnerabilidad implica apostar por la intimidad, volvernos transparentes ante aquellas personas que más nos importan y, además, reconocer que estamos preparados para conectar en lo más profundo, que estamos dispuestos a naufragar en su ola.

Ser vulnerable supone vibrar de una determinada manera en el día a día: por un lado, denunciando las injusticias (ahí necesitaremos activar la energía complementaria, la del poder), y por otro siendo compasivos, apostando por la empatía, volcándonos en aquellas personas que más nos necesitan.

Será verdad eso que dice Merlina Meiler: "No temo mostrarme vulnerable. Me conecta con mis seres queridos de una manera muy especial cuando más los necesito."

Viaje al entorno del ego

Se identifica el ego con la construcción del personaje que hemos ido fabricando y perfilando desde las primeras etapas del desarrollo.

A lo largo de ese proceso de construcción y, sobre todo, cuando las cosas no han ido bien, nos hemos ido revistiendo de máscaras y corazas que, a corto plazo, nos han protegido, nos han ayudado a sobrevivir.

Pero con el paso del tiempo, hemos incorporado esas máscaras como si formaran parte de nosotros; el ego nos ha hecho creer que éramos no el actor sino el titiritero que estaba interpretando la obra de teatro, la mojiganga.

Pero por encima de la forma, se abre una dimensión transpersonal en la cual el 'yo' queda trascendido. Se rompe la dualidad -yo por un lado, y el resto del mundo por otro-. Ya no hay que luchar por conseguir, por alcanzar, por poseer, por deleitarse: Somos Seres Completos. Pues a esa realidad superior, a esa identidad esencial nos acerca la práctica de la meditación.

Tal vez también el ego nos haya hecho creer que mostrar nuestra vulnerabilidad era signo de debilidad y, como consecuencia, hemos tenido que envolvernos con un nuevo disfraz.

Así que el ego representa esa visión distorsionada de nosotros mismos, la construcción artificiosa del personaje que tantas veces tiene que salir a escena para representar diferentes papeles, según el tipo de público que tengamos delante, en función de los miedos e inseguridades que intentemos disimular...

Y llega la pregunta esperada: ¿es malo el ego?, ¿nos hace daño el ego? Nos hace daño cada vez que nos hace creer que somos alguien diferente a quien realmente somos; es malo el ego si sus maniobras nos pasan desapercibidas.

¿Y cómo controlar, pues, al ego? Llevando consciencia a nuestra vida. Y una manera de hacerlo es a través de la meditación, por ejemplo, a través del mindfulness.

Autor: Quino Villa

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En definitiva, en el mundo de la forma, la vulnerabilidad nos conecta con nuestra auténtica condición humana. Mientras, el ego nos adentra en el ámbito de la farsa.

Aún así, meditar, practicar mindfulness, conectar con esa dimensión trascendente no implica liberarse del ego -cosa prácticamente imposible-. Está muy bien tenerlo ahí, al lado, eso sí, en la medida de lo posible bajo control, hasta que le asignemos conscientemente algún papel de figurante en tal o cual obra.

En esencia, somos luz, sí, pero la luz es luz gracias a que contiene oscuridad, oscuridad en los niveles bajos de luz. ¿Acaso una paradoja? Cada uno de nosotros y nosotras somos esa paradoja.

Tanto la vulnerabilidad como el ego actúan en la realidad de la forma, ya sea en el plano físico, mental o emocional.

"Estoy muy agradecida por sentirme vulnerable, porque implica que estoy viva," (René Brown).

5.La práctica propuesta utiliza la visualización de un lago alpino de aguas transparentes. En su reflejo descubriremos algunos secretos que nos estaba guardando ese lago. Desde la quietud callada de su orilla podremos meditar, conectando con nuestra verdadera esencia.

Repetimos algunas de las recomendaciones que hemos hecho en infografías anteriores de esta serie, como en la nº 12 y 13.

1.Hay varias posturas recomendadas para la práctica del mindfulness. Para ésta que proponemos ahora, podremos elegir cualquiera de ellas; la posición de tumbados boca arriba es una buena postura; sólo tiene un peligro: que podamos quedarnos dormidos.

Si ello ocurre, algo habrá fallado, pues nunca teniendo activada la atención plena nos podemos quedar dormidos. Y viceversa: si nos hemos quedado dormidos es que no nos encontrábamos en estado de atención plena.

2.La segunda recomendación tiene que ver con la música de fondo. Hay personas que prefieren practicar así. Si tú eres una de ellas, te proponemos una serie de músicas tranquilas que podrán acompañarte; sólo tendrás que elegir la que mejor vaya contigo. Aparecen en el anexo.

3.En el siguiente apartado 4 pasamos a reproducir las instrucciones completas, y lo hacemos en 1ª persona, pues pensamos que así resulta más directo y cercano.

3. Recomendaciones previas

Autor: Quino Villa

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4.Tras cada frase, es bueno parar un poco. Resulta preferible una práctica reposada, con cadencia tranquila.

6.Ah, y muy importante: un estadio energético superior siempre deja notar su influencia en otro inferior, llegando a modificar sus manifestaciones; sólo que esto sólo resultará visible desde ese estadio superior. ¿Tal vez una buena ocasión para infundir de sentido profundo a nuestra vulnerabilidad?

Las de la serie A contiene imágenes neutras, en secuencias repetitivas, que pueden ayudarte a crear el ambiente adecuado; con las de la serie B es preferible prescindir de la imagen, incluso en su inicio.

Inspiro. Soy consciente de que estoy inspirando. Espiro. Caigo en cuenta que estoy espirando.

Llevo mi atención a la respiración. Inspiro por la nariz, y espiro por la boca, dejando los labios ligeramente entreabiertos.

Autor: Quino Villa

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4. Secuencia completa

Así unas cuantas veces, hasta que noto que mi respiración se va adaptando a mi ritmo, y se trata de un ritmo más bien sosegado.

Ahora mi pantalla mental es ocupada por una imagen singular. Fluye una agradable mañana de verano. Tras un largo trecho, estoy arribando a una planicie tapizada de verde.

En pocos minutos, me encuentro ya bordeando las orillas de un estanque modelado por los hielos de hace unos 30.000 años. Sus aguas, limpísimas, me devuelven reflejos de una naturaleza salvaje: el bosque de pinos y rododendros de la parte baja, los taludes y canchales de la ladera, una manada de cabras vigilando desde el otero, cumbres agrestes... y hasta los rayos náufragos de un sol que está comenzando a temperar el día.

Continúo recorriendo la senda que se abre por entre la pradera frondosa. Un rebaño de vacas con sus crías pastan a sus anchas.

Detengo mi paso. Me tomo un respiro. Mi mirada planea sobre la mansa superficie hialina. Me abandono a sensación tan exquisita. Permanezco así, sin apenas pestañear, un rato.

Me acerco más. Refresco cara y manos. Disfruto cada sensación que va llegando, una tras otra, y son muchas.

Hago un repaso por cada una de las partes de mi cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, y voy notando cómo todo él está fluyendo con la respiración.

Avanzo hasta alcanzar una pequeña loma. Es entonces cuando descubro allá delante un lago de formación glaciar. ¡Claro que sabía de su existencia! Es precisamente lo que hoy me ha traído hasta aquí.

Ahora bebo, colmo mi sed. Sigo acogiendo otras sensaciones.

Me descalzo. Refresco los pies. Remojo las piernas.

Le sigo dando las gracias al lago por haber colmado mi sed, por haber serenado mi cansancio... por haber albergado tanta belleza a lo largo de tantísimos años y ahora compartirla conmigo de un modo cómplice, desprendido.

Cautivado por semejante hechizo, me siento en la misma orilla. Cierro los ojos. Amplío mi mirada. Me permito mirar con el Corazón. Aquí Ahora.

Llegan sensaciones de cansancio en las piernas. Y sobre todo de relax en todo mi cuerpo, y también en mi mente. Les doy la bienvenida desde mi lapso.

Llega, al poco, un amasijo de sentir y pensar relacionado con todo cuanto me ha acaecido durante los últimos días. Sigo acogiendo todo ello, pero desde una distancia prudente, sin enmarañarme en nada. Y vuelvo a centrarme en la respiración, en este aire tan puro que aquí se respira en cada Ahora: en cada inspiración, en cada espiración.

Autor: Quino Villa

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Todo mi ser fluye con la respiración, con cada soplo vital, como hace el ibón.

A unos metros de donde continúo sentado, descansando, descubro los restos de un tronco casi carcomido que se está descomponiendo. Ese pino, me digo, no ha hecho un drama de su muerte, ni de su lento proceso de paso. Tomo nota, inmerso en el silencio.

Ese pino, o lo poco que queda de él, me está recordando una de las señas de la vida, como es la impermanencia: todo pasa, nada permanece, no hay nada a lo que pueda aferrarme.

Nuestra vida yace jalonada de oscilaciones, de avances y retrocesos, de celebraciones por lo conseguido y de cancelaciones, de alegrías y desengaños. No podemos resistirnos a esas muertes, que no siempre son pequeñas. Forman parte de la vida; remiten constantemente a la marca de la impermanencia. Y, lo más importante, cada una de esas muertes nos va acercando más a nuestra naturaleza trascendente, a nuestro despertar.

Inesperadamente me visitan emociones y sentimientos aciagos, pensamientos desdichados, ecos de tiempos pasados. Los acojo con actitud amable, como hace el lago con el tronco muerto a la deriva. Pero sin enmarañarme en ellos. Como el lago.

Noto cada latido del lago, percibo el ritmo de sus latidos. Es un ritmo bien aprendido. Debe llevar así unos 30.000 años.

Sin querer, acompaso el ritmo de mis latidos con el suyo. Aquí Ahora.

Y, a su vez, la impermanencia me lleva, de la mano, hasta la muerte, no sólo hasta lo que llamamos muerte, también hasta esas otras muertes mentales y emocionales que vamos afrontando a lo largo de nuestra vida.

Mi mirada se abre de nuevo al anchuroso ibón. Descubro todo un mundo. Y también una invitación generosa a integrarme en este universo.

Mi reflejo junto a otros reflejos: los del bosque de pinos y rododendros, los de los escarpados riscos y picachos que, cuales vigías, deben estar resguardando este valle perdido; y también los de unas cuantas nubes viajeras, como de algodón, que se están abriendo paso por entre un sereno mar azul azul.

Autor: Quino Villa

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De vez en cuando, se suman a todo ello más reflejos: el de las piruetas de aleteo y alza de un águila real, los planeos de una pareja de buitres leonados, e incluso el del majestuoso quebrantahuesos. Más abajo, haciendo piruetas rasantes, reflejos de pinzones y gorriones, algunos de los cuales se acercan a por agua.

No descubro reflejos de sarrios; tras haber bajado a beber, de madrugada, seguramente estarán instalados en sus acostumbrados altillos. Pero seguro que el lago sabe de ellos, y acoge su silueta lejana, bien disimulada entre riscos.

Todo un mundo reflejado en el ibón. Nadie queda fuera. Ni los mugidos de las vacas que, de vez en cuando, van llamando a sus crías. Ni siquiera el tronco flotante que apenas puede contar instantes. Nadie ha sido maldecido ni reprobado. Nadie ha sido discriminado por su condición. Nadie ha sido repudiado. Tomo nota, amigo lago.

Vuelvo sobre mi reflejo, y me pregunto quién soy.

Las imágenes tan nítidas de hace un instante, se han desdibujado completamente. Y en su lugar, aparece una amalgama de tonalidades y formas en las que confluyen pinos, nubes, vuelos elevados de grandes aves, y otros más rasantes.

Me incorporo. Me acerco una vez más hasta la orilla. Aquí mismo, junto a mis pies, descubro mi reflejo.

Nadie me responde. Yo, de momento, tampoco lo hago.

De pronto, se levanta una ligera brisa que va acariciando mansamente toda la superficie del lago.

Vuelvo a mi reflejo en el agua, ahora ya desbaratado. Totalmente desbaratado. Ha bastado una suave brisa para que todo él desapareciera como tal, y se sumara a una creación artística sin igual.

Amigo lago me sigue hablando, y debo hacerme eco de su mensaje. Ahora su secreto tiene que ver con la vulnerabilidad: así comencé a deambular por este mundo, y así continúo, como ser necesitado.

¡Claro que ser necesitado! Apenas arribar a este lugar mágico, amigo lago ha ido a colmar mi sed, ha secado mi sudor, ha tonificado los músculos de mis piernas, me ha rociado con su frescor... y ha abierto en mí una rendija de paz, desde la que me sigue hablando.

Autor: Quino Villa

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Mi silueta no ha desaparecido. Simplemente se ha sumado a la totalidad.

Y aún se ha desdibujado más cuando un atrevido herrerillo ha ido a chapotear y asear su plumaje muy cerca de donde yo me encuentro. Las ondas concéntricas provocadas por ese inocente pajarillo han desbaratado el último atisbo de mi reflejo.

Tras unos segundos vendido al desconcierto, creo estar captando el mensaje que me acaba de lanzar el ibón alpino: "Tienes en tus manos una gran oportunidad. De ti depende."

Mi ego me anima a abandonar estos quebraderos de cabeza; me dice que el lago no habla. Y me insta a seguir siendo gota de agua, una exigua gota, sí, pero gota mía, que es lo que realmente importa. Por unos instantes me debato en la duda.

Y sigue colmando otras de mis necesidades, va satisfaciendo otra sed que va más allá de la forma.

Y me digo: antes, tras un largo camino recorrido, sabía que me encontraba aquí, junto a este ibón, gracias a mi reflejo. ¿Pero cómo puedo estar seguro ahora, eh, travieso herrerillo? ¿Y cómo puedo saber que aquel reflejo no lo estaba generando mi ego?

5. Consideraciones finales

Evalúo cómo me ha ido. -Qué dificultades he encontrado, y cómo las he resuelto.

-¿Hasta qué punto me ha resultado complicado aceptar la vulnerabilidad? Más aún: ¿hasta qué punto me he dado permisos para incorporarla a mi vida como un valor a cultivar, como un verdadero regalo? ¿Y de qué manera mi vulnerabilidad ha sido enriquecida desde ese estadio superior? O dicho de otra manera: ¿he sido capaz de llevar consciencia a mi vulnerabilidad? -Valoro mis avances. -Y me felicito por ello.

Esta propuesta se puede realizar en cualquier lugar, aunque se recomienda practicarla primero en casa, en circunstancias idóneas: solo o sola, en un lugar tranquilo, y con o sin música de fondo.

Reconozco y acepto mi vulnerabilidad como algo inherente a mi condición de ser necesitado. Y la valoro como algo que me enriquece como persona.

Eso sí, más allá de los niveles de la forma, tengo la oportunidad de dejar de ser cuanto soy a fin de integrarme en la totalidad, en conexión plena con mi verdadera esencia.

Amigo lago me había hecho una pregunta, y aún no la he respondido. Lo hago ahora, decidido: "Sí, amigo, prefiero dejar de ser gota mía para convertirme en lago."

El lago simboliza la totalidad. Abraza la brisa que ha desdibujado el contorno nítido de cualquier figura, incluida la mía, los rododendros sumando trazos de pinceladas fucsia, los lirios azules perfumando el ambiente... Bajo la superficie albergando comunidades acuáticas diversas como el plancton animal y el vegetal, poblaciones de algas, de anfibios... Y así hasta mil y un ciento de pinceladas frescas que se dan cita en esta gran obra creativa.

Autor: Quino Villa

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Y desde esa totalidad siento que mi vulnerabilidad brilla de una forma desconocida hasta ahora. Desde esta plenitud siento cómo todo mi ser va fluyendo con la respiración, bien acompasada a la del lago, en este sorprendente Aquí, en este inefable Ahora.

Sin tener que hacer un sobreesfuerzo, me siento una parte de este todo, pues sé que la dualidad, mi gota de agua por un lado y el lago por otro, no había sido sino una invención protectora de mi ego.

Anexo. Músicas de fondo

1. Fall Asleep Fast and Easy. Banda loca: paisaje celeste sobre nubes. Duración: 9 horas. 2. Deepest Sleep Music. Banda loca: paisaje lacustre, de noche. Duración: más de 10 horas. 3. Ondas delta y sueño profundo. Banda loca: texturas del agua cerca de la superficie. Duración: más de 8 horas.

Donde las palabras fallan, la música habla. (Hans Christian Andersen) La música es la poesía del aire. (Jean Paul Richter)

4. Repairs DNA & Brings Positive Transformation.Duración: más de 9 horas. 5. Frozen in time. Duración: más de 3 horas. 6. Amazing space travelling. (recreación de viaje interespacial) Duración: más de 3 horas. 7. Deep Field: The Impossible Magnitude of our Universe. Duración: 29:47 min. 8. Limpieza de energía. Duración: más de dos horas. 9. Sanación Física, Mental, Emocional y Espiritual. Duración: 4 horas. 10. Sleep Deeply. Duración: más de 10 horas. 11. Música de sueño curativo. Duración: más de 11 horas 12. Sleep music. Duración: más de 8 horas.

Músicas bloque A

Músicas bloque B

Autor: Quino Villa

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