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Per celebrar la reconciliació davant la impossiblitat de rebre el sagrament de la reconciiacio abans de Pasqua

Transcript

Se busca espacio de tiempo y un lugar idóneo en la casa para poder crear un ambiente de oración. Si hay más de uno, el que dirije la oración empieza:

Plegaria Penitencial

Reconciliación EN TIEMPO DE PÁNDEMIA

- En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo- ¡Amén!- La gracia, la misericordia y la paz de Dios nuestro Padre y de Jesucristo nuestro Salvador, esté siempre con nosotros, ahora y siempre.- ¡Amén!

Se trata de seguir los pasos que teneís a continuación. Podéis avançar desde cada pantalla a la siguiente.

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Reconciliación EN TIEMPO DE PÁNDEMIA

Escuchemos la Palabra de Dios

De la carta alos romanos

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Reconciliación EN TIEMPO DE PÁNDEMIA

Leer elsalmo 50

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Escuchemos la Palabra de Dios

Un miembro de la familia lee la siguiente lectura. De la Carta de San Pablo a los cristianos de Roma, 12,1-21 Por tanto, hermanos míos, os ruego por la misericordia de Dios que os presentéis a vosotros mismos como ofrenda viva, consagrada y agradable a Dios. Este es el verdadero culto que debéis ofrecer. No viváis conforme a los criterios del tiempo presente; por el contrario, cambiad vuestra manera de pensar, para que así cambie vuestra manera de vivir y lleguéis a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto. Por el encargo que Dios me ha dado en su bondad, os digo a todos que nadie piense de sí mismo más de lo que debe pensar. Antes bien, piense cada uno de sí con moderación, según los dones que Dios le haya concedido junto con la fe. Porque, así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros sirven para lo mismo, así también nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo y estamos unidos unos a otros como miembros de un mismo cuerpo. Dios nos ha concedido diferentes dones, conforme a lo que quiso conceder a cada uno. Y si Dios nos ha concedido el don de profecía, hablemos según la fe que tenemos; si nos ha concedido el don de servir a otros, sirvámosles bien. El que haya recibido el don de enseñar, dedíquese a la enseñanza; el que haya recibido el don de animar a otros, dedíquese a animarlos. El que da, hágalo con sencillez; el que ocupa un puesto de responsabilidad, desempeñe su cargo con todo esmero; el que ayuda a los necesitados, hágalo con alegría. Amaos con toda sinceridad. Aborreced lo malo y seguid lo bueno. Amaos como hermanos los unos a los otros, dándoos mutuamente preferencia y respeto. Esforzaos, no seáis perezosos y servid al Señor con corazón ferviente. Vivid alegres por la esperanza que tenéis; soportad con valor los sufrimientos; no dejéis nunca de orar. Ayudad en sus necesidades a los que pertenecen al pueblo santo; recibid bien a los que os visitan. Bendecid a los que os persiguen; bendecidlos y no los maldigáis. Alegraos con los que están alegres y llorad con los que lloran. Vivid en armonía unos con otros. No seáis orgullosos, sino poneos al nivel de los humildes. No os tengáis por sabios. No paguéis a nadie mal por mal. Procurad hacer lo bueno delante de todos. Hasta donde dependa de vosotros, haced lo posible por vivir en paz con todos. Queridos hermanos, no os toméis la justicia por vuestra mano, y sino dejad que sea Dios quien castigue; porque el Señor dice en la Escritura: “A mí me corresponde hacer justicia; yo pagaré.” Y también: “Si tu enemigo tiene hambre dale de comer; si tiene sed dale de beber. Así harás que le arda la cara de vergüenza.” No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal. Palabra de Dios. Respodemos: Te alabamos Señor

Luego, si hay más de una persona, por turno, o en dos coros, quienes participan en el momento de oración leen el Salmo 50 (51), dejando un breve silencio entre cada estrofa: Misericordia, Dios mío, por tu bondad,por tu inmensa compasión borra mi culpa;lava del todo mi delito,limpia mi pecado.Pues yo reconozco mi culpa,tengo siempre presente mi pecado:contra ti, contra ti solo pequé,cometí la maldad que aborreces.En la sentencia tendrás razón,en el juicio resultarás inocente.Mira, en la culpa nací,pecador me concibió mi madre.Te gusta un corazón sincero,y en mi interior me inculcas sabiduría.Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;lávame: quedaré más blanco que la nieve.Hazme oír el gozo y la alegría,que se alegren los huesos quebrantados.Aparta de mi pecado tu vista,borra en mí toda culpa.Oh Dios, crea en mí un corazón puro,renuévame por dentro con espíritu firme;no me arrojes lejos de tu rostro,no me quites tu santo espíritu.Devuélveme la alegría de tu salvación,afiánzame con espíritu generoso:enseñaré a los malvados tus caminos,los pecadores volverán a ti.Líbrame de la sangre, oh Dios,Dios, Salvador mío,y cantará mi lengua tu justicia.Señor, me abrirás los labios,y mi boca proclamará tu alabanza.Los sacrificios no te satisfacen:si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;un corazón quebrantado y humillado,tú no lo desprecias.Señor, por tu bondad, favorece a Sión,reconstruye las murallas de Jerusalén:entonces aceptarás los sacrificios rituales,ofrendas y holocaustos,sobre tu altar se inmolarán novillos.

EXAMEN DE CONSCIENCIA

Al final de la lectura se deja un tiempo prudencial para hacer personalmente el examen de conciencia; se puede hacer leyéndolo todo juntos o bien personalmente.

Se propone un esquema que permite releer las vivencias personales y eclesiales a la luz de la Palabra de Dios que ha sido proclamada en el texto de la carta a los Romanos..CLICAR EN ENCIMA DE CADA CÍRCULO

Reconocerel bien

Plegaria Penitencial

Reconciliación EN TIEMPO DE PÁNDEMIA

Agarrarseal bien

Hacerel bien

Examen de Consciencia

Testimoniarcon el bien

Vencer conel bien

RECONOCER EL BIEN El Señor ha dicho, por boca del Apóstol: «No os amoldéis a este mundo, transformaos renovando vuestra manera de ver las cosas, para que podáis reconocer cuál es la voluntad de Dios: reconocer lo que es bueno, agradable a Dios i perfecto».

  • En mis opciones personales y familiares me dejo llevar por la manera común de pensar y actuar (por el consumismo, la cultura del rechazo, ¿la superficialidad en mirar las necesidades de los demás)?
  • ¿Cuántas veces hago mía la lógica del «siempre se ha hecho así» en la familia, el trabajo, la vida parroquial?
  • ¿Sé abrirme con inteligencia y coraje a las novedades que la sociedad pone ante mí?
  • En la gestión de mi tiempo, de mis energías y en las relaciones con los demás, ¿intento descubrir cuál es la voluntad de Dios o me contento en realizar mis proyectos?

AGARRAROS AL BIEN El Señor ha dicho, por boca del apóstol: «Que tu amor no tenga nada de fingido. Detestad el mal. Enamoraros del bien. Amaos con afecto de hermanos, avanzad los unos a los otros a honoraros».

  • ¿Me contento en buscar lo bueno sólo en algunas situaciones o dejo que sea decisivo en toda mi vida?
  • ¿Cultivo zonas oscuras, hipocresía, falsedad, que me impiden estar ligado al bien?
  • ¿Cuáles son las realidades a las que viven unidos mi corazón y mis preocupaciones?
  • ¿Sé unirme sin cansarme al bien de los demás, a lo que aportan de positivo a la realidad? O soy
  • implacable hacia el que me rodea y me parece diferente?

HACER EL BIEN El Señor ha dicho, por boca del Apóstol: «Sed diligentes y no perezosos, inflamados por el Espíritu. Servid al Señor».

  • ¿Encuentro siempre excusas y pretextos posponiendo mañana lo bien que puedo hacer hoy?
  • ¿Me enfrento a las dificultades que a veces aparecen en la vida perseverando en hacer el bien y sirviendo el Señor?
  • ¿Me desanima ante las contrariedades o sé seguir adelante?
  • Vivo el presente reconociéndolo como el tiempo en que Dios me quiere a mí ya los demás plenamente felices y realizados, o vivo mi vida de manera mediocre?

VENCER CON EL BIEN El Señor ha dicho, por boca del Apóstol: «No os dejéis vencer por el mal al contrario, vence el mal con el bien ».

  • ¿Qué compromiso concreto puedo hacer a nivel personal para que esto sea realidad?
  • Con qué opciones pastorales y actitudes eclesiales podemos vivir esta bonita indicación?

TESTIMONIAR EL BIEN El Señor ha dicho, por boca del apóstol: «Cuidad de hacer el bien a todos».

  • Testimonio mi pasión por el bien y por el Evangelio allí donde estoy: en el lugar de trabajo, el compromiso público, las plataformas virtuales?
  • Me avergüenzo de decirme cristiano públicamente para evitar la vergüenza que me clasifiquen?
  • Apoyo a los hermanos y hermanas que se comprometen en testimoniar el Evangelio en nuestra sociedad o en los lugares del mundo donde la fe está marginada o prohibida?
  • Siento la responsabilidad de animar a los jóvenes a testimoniar el Evangelio? ¿De qué manera?

Plegaria

Bendición

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Plegaria y Bendición final

A TI ELEVAMOS NUESTRA ORACIÓN Terminado el examen de conciencia y pasado un tiempo adecuado de silencio, quien guía la oración invoca y los otros responden: La misericordia de Dios no tiene límites; él ha sido el primero en amarnos y nos libera del pecado. Convirtámonos al Señor y confesamos nuestro amor con confianza humilde. Señor, hemos creído más en nosotros mismos que en Ti. Mira, Señor, y ten piedad de nosotros. Señor, nos ha faltado humildad y prudencia, y hemos caído en la tentación. Mira, Señor, y ten piedad de nosotros. Señor, cegados por el orgullo nos hemos creído mejores que los otros. Mira, Señor, y ten piedad de nosotros. Señor, no hemos tendido la mano al que sufría y estaba necesitado. Mira, Señor, y ten piedad de nosotros. Señor, por miedo nos hemos negado a testimoniar la justicia y la verdad. Mira, Señor, y ten piedad de nosotros. Señor, muchas veces nosotros, tus discípulos, hemos sido infieles a los compromisos de nuestro bautismo. Mira, Señor, y ten piedad de nosotros. Ahora dirigimos al Padre nuestra oración, como Cristo nos enseñó, para que perdone nuestras culpas. Padre nuestro ...

Invoquemos la BENDICIÓN DEL PADRE (el que ha conducido la plegaria) Señor, ayúdanos y proteja siempre esta familia, reunida en tu amor, libérala del pecado, de manera que sea fiel a la vocación del Bautismo, camine en la comunión, testimonie a todos la alegría del Evangelio y consiga la felicidad eterna. Por Jesucristo nuestro Señor Amén. Cada uno hace sobre él la señal de la cruz, mientras tanto, quien guía la oración continúa diciendo: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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