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Viaje por el universo oculto de los miedos infantiles.

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El miedo implica la anticipación de un posible peligro, o de algo que amenaza nuestras metas, o incluso nuestra integridad, y como consecuencia desencadena en nosotros respuestas de paralización, lucha o huída, junto con sentimientos de inseguridad e incertidumbre.

¿Qué conclusión podemos extraer del hecho de que existan más emociones negativas que positivas? Pues que a lo largo de nuestra supervivencia como especie, nuestros ancestros tendrían que enfrentarse, sin duda, a no pocos peligros. O dicho de otra forma: todas esas emociones, servidas a la carta de manera súbita, tendrían que cumplir una importante función adaptativa, no sólo para nuestra especie sino para todas las que nos precedieron.

Y ello nos lleva, de entrada, a considerar la emoción del miedo como importante, a pesar de que su valencia vivencial lleve signo negativo.

Eso sí, hay miedos adaptativos y otros que no lo son tanto. Resulta irracional o catastrofista pensar que vamos a subirnos a un avión y que ése justamente es el que se va a estrellar, cuando es el transporte más seguro que hay, y la posibilidad de sufrir un accidente se sitúa en 1 entre 2,4 millones. Pero hay muchos usuarios que lo siguen creyendo, de ahí la alta tasa de alcohol(droga depresora del sistema nervioso central) que se consumeen los aeropuertos.

Autor: Quino Villa

2 de abril de 2020

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Serie Un Nuevo Aliento Infografía nº 11

1. Qué es el miedo.2. Emoción y sentimiento. 3. Reacciones ante el miedo. 4. Asomándonos a los miedos infantiles.5. Confinamiento y miedos infantiles. 6. Afrontamiento de miedos infantiles. 7. Mensaje final.

1. Qué es el miedo

De las seis emociones básicas que existen, el miedo es una de ellas. Podemos entender la emoción como un estado complejo del organismo caracterizado por una excitación o perturbación que predispone a una respuesta organizada.¿Por qué comentar esto de entrada? Porque el miedo, como emoción, no podemos cuestionarlo; ha estado presente ahí, durante millones de años, para ayudarnos a sobrevivir.

Durante el actual periodo de confinamiento son muchos los niños y niñas que sienten miedo. Lucía, una niña de cuatro años y pico, encerradaen casa con sus padres, nos acompañará por el universo, a veces oculto, de sus miedos. E iremos lidiando con ellos.

Mamá, Tengo Miedo

Volvamos al mapa de las emociones básicas. De las seis existentes: -a una se la considera ambigua: la sorpresa. -sólo otra de ellas posee valencia positiva: la alegría. -y las cuatro restantes son negativas: tristeza, ira, aversión y miedo. En caso de que la emoción la valoremos como un avance hacia nuestros objetivos o metas, la catalogamos como positiva; en caso contrario, como negativa.

Sumario

Aunque intentan fingir estar bien, Lucía ha ido captando muy diversas señales, incluso algunas muy sutiles. Y surge el miedo: "Papá y mamá están preocupados", piensa. "Igual se mueren los dos", pues acaba de escuchar, en televisión, cifras estadísticas sobre el avance de la pandemia, seguidas de comentarios ambiguos de ambos padres. "¿Y se morirá también el abuelo en la residencia?" Tal vez no verbalice ni uno solo de esos pensamientos, o ni siquiera sea consciente de estar teniéndolos.

Como consecuencia, surgen diversos sentimientos a los que ella no sabrá poner nombre; lo haremos nosotros. -"¿Y qué va a pasar?": incertidumbre. -"No me gusta nada estar así": intranquilidad. -"Aunque no salgamos a la calle, igual el bicho ese entra en casa por la ventana... o por el desagüe del lavabo... o por... ": inseguridad. -"¿Por qué no pueden curar esa enfermedad?": sensación de impotencia. -"Igual nos morimos todos": pérdida de confianza.

Y todo ello sin que apenas haya verbalizado nada. Bueno, no durante el día; pero esta noche, cuando madre la ha acompañado a acostarse, en lugar de pedir un cuento, como de costumbre, le ha confesado: "Mamá, tengo miedo."

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Mamá, tengo miedo

A diferencia, el sentimiento tiene una aparición más lenta, suele originarse en alguna emoción, e implica una elaboración cognitiva: evaluación, interpretación y atribución de un estado interno o de un suceso externo. Los sentimientos suelen perdurar más en el tiempo.

2. Emoción y sentimiento

Queremos aclarar ambos términos, ya que en el uso diario a veces se suelen emplear de manera indistinta. La emoción es básica, primitiva (esto es, primordial), intensa, de aparición automática, y más o menos transitoria en el tiempo.

Autor: Quino Villa

2 de abril de 2020

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Pongamos algo más de luz, con la ayuda de un ejemplo. Es el caso de Lucía, una niña de cuatro años y pico. Ella ha caído en cuenta que sus padres, debido a la actual situación de confinamiento y todo lo que conlleva, no están como de costumbre: madre está más intranquila; a padre a ratos se le ve raro, y otras se queda cabizbajo, sin decir nada.

-Si en el patrón de urgencia hay presencia de hormona oxitocina, secretada por el hipotálamo, aún manteniéndose la sensación de miedo, la persona podrá luchar o huir; de lo contrario, se quedará paralizada. Y esto que vamos a comentar, aunque seguro que no pasará desapercibido para los padres de Lucía, es importante: un niño o niña de corta edad podría manifestar miedo quedándose inmóvil.

Respuestas fisiológicas. Preparan al organismo para la urgencia, para afrontar un peligro, no importa que éste sea imaginado; es suficiente que se vivencie como real. El patrón fisiológico complejo y súbito se organiza en el cerebro emocional. -La amígdala, estructura clave que interviene en las reacciones de urgencia, en un tris realiza un repaso rápido de recuerdos relacionados con el miedo. -El hipocampo echa una mano, recuperando recuerdos conscientes almacenados en la memoria a largo plazo.

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Mamá, tengo miedo

Respuestas conductuales. -Pueden resultar paradójicas. -Desde tendencias a la inmovilidad, o a enmudecer, o a quedarse petrificado, pudiendo llegar, en caso extremo, al desmayo. -Hasta huir y, en función de la situación, acompañándolo de más o menos agitación motriz, gritos, llamadas desesperadas de socorro...

Respuestas cognitivas. -Bloqueo de pensamiento, incluso podemos quedarnos con la mente en blanco. -El edicto del cerebro emocional es claro: "Ahora tomo yo el mando. No, no es momento de pensar, que eso lleva tiempo, y en este momento no tenemos, que por algo hemos decretado el estado de urgencia; ya vendrán tiempos mejores." -Es cuando aparecen sentimientos asociados, suscitados por pensamientos negativos, como los de Lucía, y que acabamos de presentar.

3. Reacciones ante el miedo

El miedo se manifiesta a través de tres vías de respuesta: la cognitiva, la fisiológica y la conductual. Dejaremos para el final la fisiológica, que es la más florida.

Autor: Quino Villa

2 de abril de 2020

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-El hipotálamo, estructura rectora del sistema endocrino, implica a su ayudante la hipófisis anterior, y entre las dos ordenan la descarga súbita de hormonas como adrenalina, noradrenalina, epinefrina... que rápidamente la circulación sanguínea distribuirá por todo el cuerpo. Esa cascada hormonal puede ser percibida fácilmente por el olfato de un perro de compañía, y éste retroalimentar a su vez los miedos del niño. -Y al tálamo, como central de operaciones del cerebro emocional, le corresponde distribuir los numerosísimos mensajes que le están llegando desde todos los sentidos.

-Una serie de cambios en el rostro: mayor apertura de los ojos a fin de poder detectar más fácilmente un posible peligro en el entorno, mayor dilatación pupilar, contracción de cejas, frente arrugada, alargamiento lateral de los labios... el oído se activa de manera selectiva para detectar señales de alarma o de peligro...

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-Aumento de los niveles de coagulación que, en caso de una herida fortuita, podrían detener la hemorragia. -Por si acaso, el pulmón hace un repostaje extra de oxígeno. -Se da un descenso súbito de la temperatura corporal. -Aumento del tono de voz; como el oído humano es más sensible a las frecuencias altas, parece que las cuerdas vocales se preparan por si tuvieran que gritar un SOS. -Taquicardia, temblores, boca seca, sudoración... -Parón momentáneo del sistema inmune.

4. Asomándonos a los miedos infantiles

Pero todo lo comentado permanece más o menos latente. Veamos cómo se manifiesta un patrón psicofisiológico tan complejo. -Aumento de la presión arterial. -Aumento de la frecuencia cardiaca. Ahora la sangre, a rebosar de hormonas del estrés, fluye, sobre todo, hacia las piernas, por si hay que salir corriendo. -Aumento de los niveles de glucosa en sangre.

Autor: Quino Villa

2 de abril de 2020

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Se denomina así al vínculo afectivo del bebé con sus progenitores o figuras de apego. Estamos hablando de relaciones perdurables que aportan seguridad; y cuando no, pues miedo, ansiedad, angustia...

-Y aumento de la actividad cortical, aunque también podría quedarse la mente en blanco (la corteza prefrontal ejerce un papel en la regulación de la respuesta de miedo y, sobre todo, en la del recuerdo de los miedos ya superados.) Se trata de manifestaciones fisiológicas que, a un determinado nivel, se activarán con la emoción miedo.

Deberíamos sentirnos seguros al estar equipados con un sistema tan perfecto, tan sensible. Pero eso mismo lo convertirá en un arma de doble filo, cuando lo que suscita el miedo está sólo en nuestra mente, como les suele ocurrir a tantas personas durante el actual estado de alerta y confinamiento en casa.

4.1. Punto de partida: el apego

El apego que sigue un curso normal, pasa por cuatro etapas: 1. Hasta los 3 meses: dependencia total de la madre. 2. De los 3 a los 6 meses: apertura a otras figuras cercanas. 3. Hasta los 3 años: el bebé va ampliando el círculo de personas que reconoce. 4. A partir de los 3 años puede sentirse seguro aunque no esté presente el padre o la madre.

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4.2. La ansiedad por separación

Según Ainsworth, esa evolución del apego hasta los 3 años, puede cursar de tres formas.

Autor: Quino Villa

2 de abril de 2020

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1.Patrón de apego seguro.-El bebé llora cuando la madre se aparta. -Recupera la calma a su regreso. -Estando con ella, explora el entorno. -En este grupo se situaría el 65% de bebés.

2.Patrón de apego inseguro 1-El bebé se muestra intranquilo cuando la madre se marcha de su lado. -A su regreso, se resiste al contacto físico. -En este grupo se sitúa el 10%.

3.Patrón de apego inseguro 2-Igual que el anterior, pero al regresar la madre, el bebé la ignora. -Y se muestra sociable con extraños. -Se sitúan ahí el 20%.

4. El restante 5% está formado por el grupo del apego desorganizado, con conductas contradictorias.

Aunque faltan estudios longitudinales serios, parece que estos diferentes tipos de apego generan consecuencias en las relaciones interpersonales a la largo plazo. Los niños que han tenido un apego seguro, una vez que llegan a la edad adulta se sienten más confiados en sí mismos para explorar el mundo, y se muestran más tolerantes.

Los principales síntomas de la ansiedad por separación. -Resistencia a salir de casa sin sus padres: para ir a la escuela, a viajes escolares, a campamentos de verano... -Pensamientos recurrentes sobre accidentes o muerte de alguno de los progenitores. -Dificultad para conciliar el sueño sin la presencia de alguno de ellos. -Amenazas autolesivas, rabietas, cefaleas, náuseas...

En ocasiones, esos miedos pueden pervivir de manera latente, y manifestarse el cuadro años más tarde, especialmente durante la preadolescencia; también en la adolescencia y edad adulta, aunque son menos frecuentes.

La presencia de ansiedad por separación de los padres se considera normal hasta los 3 años. En caso de que ese tipo de ansiedad se prolongase más allá de esa edad, y cursara con sintomatología intensa, podría evolucionar a trastorno.

El tratamiento se lleva a cabo con técnicas cognitivo-conductuales utilizadas en otros cuadros de ansiedad, sólo que adaptadas a la edad del niño o niña.

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Tras esa etapa, sigue otra conocida como del realismo ingenuo, y que va de los 6 a los 11 años, coincidiendo con la construcción del autoconcepto como tensión entre quién soy (yo verdadero), y cómo quiero ser (yo ideal). Es a partir de los 6 años cuando ya es capaz de distinguir entre realidad simbólica (imaginación) y mundo externo.

4.3. Abanico de miedos infantiles

Hay un periodo conocido como de realismo fantástico, y que abarca desde los 2 hasta los 5 años, en que el niño cree en seres fantásticos: brujas, ogros, dragones, minotauros, unicornios, sirenas... y el hombre del saco, que según la zona geográfica recibe diversos nombres: Tío Saín, Tío Garrampón, Home del Sac, Home del Sacu...

Autor: Quino Villa

2 de abril de 2020

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Hasta esa edad crítica de los cincos años resultará difícil razonar con ellos que ésos son personajes que sólo tienen vida en los cuentos. El niño no tiene dificultad en distinguir seres vivos de objetos inertes. La dificultad se le presenta con el concepto de 'vida': si el sol y la luna tienen vida, ¿por qué no va a tenerla también el hombre del saco, del que ha oído hablar tantas veces, o del Ratoncito Pérez, que le ha dejado una sorpresa por cada diente depositado bajo la almohada?

Finalmente, a eso de los 11 años dará un salto cualitativo hacia el realismo crítico, y empezará a dar muestras de una conciencia objetiva de las cosas y del mundo que le rodea.

Revisemos los miedos más frecuentes en esas etapas. Y en ellos debemos ver una evolución normal; con la edad, unos irán sucediendo a otros, hasta acabar perdiendo presencia. -Miedo a las tormentas, y miedo a los médicos: suelen presentarse de los 2 a los 4 años. -Miedo a la oscuridad: de los 2 a los 8 años. -Miedo a seres imaginarios: de los 4 a los 8 años. ¿Estará ahí el bichito malo, Lucía?-Miedo a hacer el ridículo: de los 7 a los 8 años. -Miedo a catástrofes, y a sufrir algún daño físico: de los 8 a los 10 años. -Miedo a sufrir accidentes, o a sufrir una enfermedad: de los 10 a los 12 años. -Miedo a un bajo rendimiento escolar: de los 10 a los 12 años.

Debemos ser sensibles, como padres, a este tipo de miedos. Los y las preadolescentes no lo tienen nada fácil. coincidiendo con el paso de la escuela al instituto, van a encontrarse con nuevos compañeros y compañeras y, sobre todo, con un tipo de demandas académicas diferentes a las acostumbradas.

El Informe Delors (UNESCO, 1996) ya advertía: no tiene sentido el giro que en la Educación Secundaria se da hacia el conocimiento, minusvalorando la dimensión emocional.

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5. Confinamiento y miedos infantiles

En el punto 1 comentamos que el miedo, como emoción que es, anticipa un posible peligro que amenaza nuestras metas o nuestra integridad física. Lucía hoy está bastante afectada: -Percibe peligro: "Igual el bicho ese entra en casa..."

Autor: Quino Villa

2 de abril de 2020

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-Siente que algo amenaza sus metas: "Y cuando entre, querrá hacernos daño, porque es muy malo." -Incluso puede estar en juego su integridad física: "Si el bicho nos pica, igual nos morimos todos." -Y concluye: "No me gusta esto. Quiero estar como estábamos antes..."

Retomemos. La emoción del miedo se nos sirve a la carta al anticipar un peligro. En el caso de Lucía, ¿el peligro es real o imaginado?; precisamente es una niña muy imaginativa. Acudamos a su contexto inmediato para tener más información. -Aunque sus papás han intentado normalizar, Lucía ha visto alteradas sus rutinas diarias. -Desde hace dos años, ella iba al cole de lunes a viernes; ahora no. Ahora no puede ver a sus amigos, no puede jugar con ellos y ellas, no puede contarle ningún secreto a Celia, su mejor amiga... Y eso lo siente.

-Antes había 'días de escuela', y fines de semana en los que podía realizar otras actividades con sus papás. Ahora todos los días son iguales. Y eso lo nota. -Antes, entre semana, iba dos tardes a gimnasia artística. Y sábado y domingo la acompañaba papá al cursillo de natación. Ahora está cerrado el gimnasio, y también la piscina. Y claro que en casa se mueve, pero ya no es lo mismo.

Lucía ha sufrido muchos cambios, motivados por el confinamiento. Lo que más verbaliza, que echa de menos la interacción con el grupo de iguales, tanto en la escuela como en las actividades extraescolares. Y debido a todo lo anterior, ha alterado: -sus pautas de sueño: ya no duerme tanto como antes; últimamente le está costando dormirse por la noche.

-y sus pautas de alimentación: come menos; los que habían sido sus platos favoritos, ahora ya apenas lo son, pues no tiene hambre. -En definitiva, ella está alterando su ritmo biológico. ¿De verdad que el miedo lo está creando de la nada su imaginación desbordante?

Pero aún han tenido lugar más cambios en su contexto inmediato. Ha advertido que sus padres, ambos, están preocupados. -Él ha perdido el trabajo de hostelería en el que ya llevaba más de dos años; menos mal que va a cobrar el subsidio de desempleo. -Ella, teletrabajando, está un poco angustiada, pues nota que le falta tiempo para dedicarlo a su hija. A ello se suma otra preocupación más que intenta no verbalizar en presencia de Lucía, pero que también ésta ha notado: ¿qué pasará con su hermanito que está en camino?; dentro de dos meses, cuando tenga que dar a luz, ¿el hospital estará ya libre de coronavirus?

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6. Afrontamiento de los miedos infantiles

Los padres de Lucía no se consideran miedosos, antes bien personas del montón. Pero esta situación, que es excepcional, les está sobrepasando; no consiguen controlarla. Y Lucía va captando un sin fin de señales. Estamos hablando del modelado, o aprendizaje por observación de modelos. Y si sus papás están preocupados es porque habrá motivos para estarlo. Queda activado el miedo en Lucía.

Autor: Quino Villa

2 de abril de 2020

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Otro elemento que ha acrecentado el miedo en Lucía ha sido la información que le aportó su padre ayer tarde, información a rebosar de valencia negativa. Tampoco fue fácil para él, pues Lucía iba haciendo una pregunta tras otra, y a cuál más comprometida. Y acabaron así. "Tú, tranquila, Lucía, que a ese bicho, cuando venga, lo mataremos", en referencia al coronavirus. "¿Por qué lo mataremos?", le pregunta a padre. "¡Porque es un virus, y los virus son mu malos!", contesta padre.

Mira si será malo, debe pensar Lucía para sí, que anoche, al poco de esa charla con padre, la televisión estuvo hablando de no sé cuántos miles de muertos. -Aunque no entiende lo de 'miles', debe hacer referencia a algo mayúsculo.

-Bueno, tampoco entiende la muerte: por un lado sabe de su reversibilidad, pues así se lo han mostrado sus dibujos animados preferidos; pero por otro lado, le acosa el miedo de quedarse sola durante el tiempo que sus papás estén muertos, y hasta que vuelvan otra vez a estar vivos, con ella. -Y ese "tú, tranquila, Lucía" ha debido poner la guinda, pues se ha quedado de cualquier manera menos tranquila.

En la mayor parte de miedos infantiles, la clave la tienen los padres: cómo se sitúan con respecto a esos miedos. Veamos. Si el modelado había sido un problema, la solución pasará por un modelado alternativo. Y ese tipo de aprendizaje tiene más que ver con las señales que, día a día, va captando en sus padres, que con lo que en un momento concreto le cuenten de ese bichito travieso.

Sí, también pasa por cambiar el lenguaje negativo, por otro alternativo. Algunos datos que el papá de Lucía ignora: -¿De verdad que esos bichitos que conocemos como virus, vienen de fuera? Nuestro cuerpo está formado por unos 37 billones con 'b' de células, y acoge a la par a 48 billones de bacterias, y a unos 60 billones de virus, eso sin contar otras especies como ácaros y hongos.

Y cómo olvidarnos de los juegos sensoriales pues, por un lado, permiten seguir descubriendo el cuerpo y, por otro, contribuyen a la regulación emocional: -Tal vez sea el momento de retomar la pintura de dedos, o la de acuarela.

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-Al virus Covid-19 no le interesa matar al huésped, de la misma manera a que a nosotros no nos conviene prender fuego a la casa en la que vivimos. Eso sí, los expertos aún no saben por qué ese virus está actuando así; podría haber una razón genética que explique por qué en determinadas personas provoca neumonía y en otras no.

Autor: Quino Villa

2 de abril de 2020

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-Todo esto no quita para que, de momento, reconozcamos que el bichito coronavirus está un poco locuelo. Pero (vamos a probar una segunda parte alternativa)... "tú, Lucía, debes saber que en tu cuerpo tienes otros bichitos mucho más inteligentes y fuertes que están vigilando por si..."

Y en función del interés que muestre, tendremos que buscar un vídeo online sobre el sistema inmune contado para niños, y le acompañaremos en ese gran descubrimiento: el importante papel que están jugando, noche y día, sus millones de leucocitos. No se trata de ver el vídeo de una sentada; si una escena le suscita alguna duda, o pregunta, pararemos, y charlaremos sobre ello.

Aún así, instauraremos el hábito regular del lavado de manos. Durante cada uno de esos momentos, hasta podremos proponer un acertijo, o una adivinanza... o incluso convertirlo en un divertido ejercicio de mindfulness.

E iremos introduciendo y diversificando actividades diversas, que minimicen los efectos del confinamiento. Veamos unos pocos ejemplos.

Leer más cuentos, además del acostumbrado al ir a dormir. Tal vez en alguno que improvisemos deberían aparecer sus leucocitos, siempre alerta, aún durante el sueño.

-Una alternativa a la piscina, la bañera. Esta tarde Lucía se ha pasado un buen rato en ella, jugando con su barco de piratas. Sus padres saben de la importancia del juego simbólico, y escuchan sus monólogos; bueno, en realidad está interpretando a varios personajes, aunque no hay quien pueda con la pirata Lucía.

Intentar mantener la interacción con el grupo de iguales; ahí está el teléfono, o la videollamada. Muy importante también mantener los lazos con otros familiares.

-¿Y de verdad que los virus son tan perversos?, ¿de verdad que son 'mu malos'? Pues algunas de las investigaciones punteras sobre la cura de enfermedades genéticas como el cáncer o la fibrosis quística, intentan utilizar virus mensajeros con la misión de cambiar el signo de las células enfermas.

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7. Mensaje final

Otras propuestas. -Evitar sobreproteger frente a los miedos, antes bien ir fomentando la exposición progresiva, facilitando así el autocontrol y la autonomía.

Autor: Quino Villa

2 de abril de 2020

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-Escuchar a Lucía; y cuando hablamos de ella, nos referimos a cualquier niño o niña. Escuchar lo que dice. Pedirle que reformule, a fin de conocer más de su confusión, de sus devaneos. Dedicarle tiempo. Y escuchar también cuanto calla, pues ya sabemos que el miedo, en ocasiones, habla de manera silenciosa.

En definitiva, combinar tiempos de convivencia con otros de respeto a la intimidad. Aumentar el tiempo de ocio, tanto individual como compartido. Y estar con ellos, con ellas.

Y en caso de que los miedos fuesen persistentes e interfiriesen demasiado en su vida diaria, habría que buscar ayuda especializada.

Estamos atravesando un periodo un tanto complicado, cierto. Pero en nuestras manos está el convertir la dificultad en reto.

Mirándolo con buenos ojos, la vida nos ha ofrecido la gran oportunidad de poder compartir más tiempo con nuestros hijos e hijas, ¡el mejor de los regalos posibles! Ya lo decía Duke Ellington: "Un problema es una oportunidad para dar lo mejor de ti."

-Y vamos con la contradanza; precisamente esta propuesta sirve para cualquier edad. Eligen una música adecuada; madre se coloca delante, improvisando, al ritmo de la música, una serie de movimientos o danza; Lucía y padre deben imitar todo ello, consiguiendo el mejor sincronismo posible. Luego Lucía hará de modelo; podrá elegir otra música, claro. Y luego padre.

Y así hasta que decidan parar. Sin querer habrá sido una ocasión para trabajar muy diversas habilidades, realizar ejercicio físico y, sobre todo, vivenciar un proyecto compartido.

-Seleccionar alguna película no violenta que ofrezca un buen modelado frente a los miedos.

-Practicar de manera conjunta alguna técnica de relajación.

Pues los padres, a determinadas edades, somos sus principales referentes. Y, de alguna manera, lo seguiremos siendo siempre.