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Maestro de la fotografía de guerra y heredero de Robert Capa

Nachtwey, el fotógrafo de la guerra en blanco y negro

sobre fotografías en blanco y negro con la intención de provocar una reacción en el espectador. Así es el trabajo de James Natchwey, fotógrafo de guerra que se encontró a sí mismo en la fotografía.

tinta roja

Inspirado en las imágenes que en la década de los 70 dejaron la guerra de Vietnam y el movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos, Natchwey decidió que debía ser fotoperiodista. Y así descubrió el mundo que había más allá de Nueva York. Pero, antes de coger una cámara profesional, necesitaba estar listo. Así, pasó un tiempo trabajando en la edición de documentales, como camionero y a bordo de la marina mercante, mientras se formaba en fotografía. Fue un primer acercamiento a la imagen y a los constantes viajes que serían una parte inseparable de su vida.

La historia

Ya en el 76, el fotógrafo se arma de valor para denominarse como tal. Dispara su flash por primera vez en Nuevo México, donde trabajará para diferentes periódicos. Cuatro años más tarde, llega a Nueva York como freelance y realiza fotografías para diferentes revistas. Poco después, el movimiento civil de Irlanda del Norte sería el que marcaría su carrera como fotógrafo internacional. Tras inmortalizar la huelga de hambre del IRA y el INLA, su objetivo no ha enfocado a otra cosa que no fueran conflictos bélicos o injusticias sociales.

La historia

la guerra sin color

“Estas fotos se pueden hacer porque la gente me acepta”, explica Nachtwey en su documental War Photographer. Un retrato del fotoperiodista que intenta deformar al personaje para que el espectador comprenda mejor la realidad a la que se enfrenta. Pasando de una figura fría y que se muestra insensible a las tragedias de las personas que hay detrás del objetivo, encontramos al hombre. Ese que se arrodilló tres veces ante la turba que perseguía a un hombre para asesinarlo. Quien bajó su cámara para pedir clemencia, pero por desgracia al final tuvo que hacer click a la cámara.

la guerra sin color

Siempre está en medio. Pero esa es la maldición de un fotoperiodista: solo puede limitarse a retratar la realidad porque es precisamente de esa forma como puede intentar cambiarla. Pues, si él no ve la realidad, ¿quién va a hacerlo? Es a través de esas imágenes que la gente puede darse cuenta de lo que está pasando, de que no es justo que nadie sufra eso. Sin embargo, no todo el mundo puede ir a la guerra, precisamente por eso es primordial la figura del fotógrafo. Y, por eso, en palabras del fotógrafo, las personas dejándose fotografía “hacen un llamamiento al mundo”.

Ainhoa Jiménez Arranz

Para hacer su trabajo, es imprescindible conectar emocionalmente. Capturar el instante que viven esas gentes desde el respeto y la cercanía. Así, cuenta el fotorreportero: “las personas que fotografiaba se fueron volviendo más importantes que yo mismo”.

Más allá de la aventura, del peligro, el fotoperiodista debe sentir las emociones de la gente.

Detrás del objetivo

Todas sus fotografías están tomadas desde el respeto, desde la mirada de un hombre que comprende el sufrimiento de la gente y quiere hacer algo por cambiarlo.

La empatía

Ainhoa Jiménez Arranz

Tras la cámara, el hombre. Una persona que busca retratar la realidad con empatía. Un hombre que captura imágenes para las masas con una intención crítica. Porque “cuando alguien toma el riesgo de ir a la guerra, está tratando de negociar la paz”. Nachtwey lo hace con sus fotografías en blanco y negro manchadas de tinta roja y blanca para narrar las historias de quienes no podían contarlo por sí mismos.

“Me preocupa que, si algún día dejo que mi ambición sea más fuerte que mi compasión, haya perdido mi alma”

Detrás del objetivo