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Evangelio: Marcos 1, 12-15En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio".El evangelio nos presenta a Jesús movido por el Espíritu al desierto como lugar de prueba y de tentación. Fue una constante en la vida de Jesús. Es una prueba de que no hay vida sin lucha, la vida es un combate. En los momentos significativos de mi vida: tengo que tomar decisiones, me encuentro con dificultades, contratiempos, tengo que vivir nuevas etapas… ¿qué es lo que me guía realmente en esos momentos de mi vida…? … Con la desaparición de Juan de la vida pública, Jesús empiece a anunciar la Buena Noticia: Dios nos ama y nos invita a mirarnos, a vivir desde ese amor. ¿Cómo vivo y siento esa Buena Nueva en mi vida? ¿Acaso continúo creyendo que lo primero que tengo que hacer es arrepentirme y así seré amado por Dios? ¿Y si lo primero es el amor? ¿A qué me invita?

Evangelio: Marcos 9, 2-10 En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: "Éste es mi Hijo amado; escuchadlo." De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: "No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos." Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de "resucitar de entre los muertos". Tal vez llevo la vida entera buscando el verdadero rostro de Dios. Tal vez, acabo de conocer su Palabra y su Promesa. ¿Soy capaz de encontrarle, día a día, junto a la prisa y los nervios? ¿Necesito de algo más? ¿Dónde busco su presencia?... … Me pongo en la piel de aquellos tres discípulos de Jesús, que después de tantas jornadas juntos le contemplan ahora de una manera tan distinta y me fijo en la actitud de Pedro quien, tentado de quedarse en esa montaña alta, es tranquilizado por Jesús ¿Qué te dice esto? ¿Le siento como los apóstoles transfigurado, con el mismo deseo? ¡Señor quiero verte!?

Evangelio Juan 2:13-25 Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará. Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así?» Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.»Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo. Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús. Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver las señales que realizaba. Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que hay en el hombre. El evangelio de hoy nos muestra de Jesús una faceta poco habitual, incluso puede parecer contraria a lo que el mismo suele predicar. Jesús volcando mesas y echando a la gente. ¿Qué quieres decirme Señor? ¿Acaso es una invitación a evitar la tibieza, la indiferencia… y a denunciar la injusticia, la violencia, la exclusión que veo a mi alrededor en todo “templo de Dios, como dice san Pablo? ¿Quizás me está invitando a colocar lo verdaderamente importante en el centro y apasionarme por ello? … Es posible que Jesús me llame a revisar que tal vez me pierdo en detalles y descuido lo esencial. A veces, El habla del templo interior y yo interpreto el exterior. Quizás cuido las formas que se ven y descuido lo profundo. La escena del templo refleja una lucha, una batalla que tal vez se da nos sólo en el exterior sino en el interior de todos nosotros. ¿Qué me dice todo esto a mí?

Evangelio: Juan 3, 14-21 En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios." Jesús responde a la búsqueda de Nicodemo con una afirmación tan sorprendente, que no termino de creer, Dios ofrece su amor y rechaza la venganza… Por eso es posible otro tipo de relaciones que fructifiquen en vida y libertad. ¿Me doy cuenta que no debo poner sólo mi empeño en que se den las relaciones, sino también en crear las condiciones que sean libres, igualitarias, fraternas, solidarias? … El evangelio nos dice “que la luz vino al mundo y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz”, es decir, prefirieron la desigualdad, la lucha fratricida, el provecho, la venganza, al amor gratuito, al perdón sin condiciones que nos introduce en otra dinámica. ¿Cómo lo siento y lo vivo yo aquí y ahora…?

Evangelio: Juan 12, 20-33En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: "Señor, quisiéramos ver a Jesús." Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre." Entonces vino una voz del cielo: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo." La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: "Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí." Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir. Morir para dar fruto. ¿Qué me quieres decir, Señor? No parece muy lógico que la muerte pueda dar fruto. ¿Aborrecerme? ¿Quizás si me das, Señor, alguna pista más para entender? Y me dices el que sea ama a sí mismo se pierde… Así creo que puedo entender mejor. Morir a mis intereses. Morir a mis antojos. Morir a mis egoísmos. Evoco todo aquello que me aleja de ti. … Me cuesta, Señor. Me cuesta levantar la mirada de mi círculo de comodidad y seguridad. Me cuesta no poner mis cosas como prioritarias. ¿Quién no quiere reconocimiento y tiempo para lo suyo? Imagino que tampoco me pides que me desentienda de lo mío. Pero ya conozco este camino. Empiezo por ocuparme de mis cosas un día y luego otro y cada vez tengo menos tiempo para cualquier otra cosa. Pongo mis dificultades ante el Señor.

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Evangelio: Juan 12, 20-33 En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: "Señor, quisiéramos ver a Jesús." Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre." Entonces vino una voz del cielo: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo." La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: "Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí." Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir. Morir para dar fruto. ¿Qué me quieres decir, Señor? No parece muy lógico que la muerte pueda dar fruto. ¿Aborrecerme? ¿Quizás si me das, Señor, alguna pista más para entender? Y me dices el que sea ama a sí mismo se pierde… Así creo que puedo entender mejor. Morir a mis intereses. Morir a mis antojos. Morir a mis egoísmos. Evoco todo aquello que me aleja de ti. … Me cuesta, Señor. Me cuesta levantar la mirada de mi círculo de comodidad y seguridad. Me cuesta no poner mis cosas como prioritarias. ¿Quién no quiere reconocimiento y tiempo para lo suyo? Imagino que tampoco me pides que me desentienda de lo mío. Pero ya conozco este camino. Empiezo por ocuparme de mis cosas un día y luego otro y cada vez tengo menos tiempo para cualquier otra cosa. Pongo mis dificultades ante el Señor.

Evangelio: Juan 3, 14-21 En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios." Jesús responde a la búsqueda de Nicodemo con una afirmación tan sorprendente, que no termino de creer, Dios ofrece su amor y rechaza la venganza… Por eso es posible otro tipo de relaciones que fructifiquen en vida y libertad. ¿Me doy cuenta que no debo poner sólo mi empeño en que se den las relaciones, sino también en crear las condiciones que sean libres, igualitarias, fraternas, solidarias? … El evangelio nos dice “que la luz vino al mundo y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz”, es decir, prefirieron la desigualdad, la lucha fratricida, el provecho, la venganza, al amor gratuito, al perdón sin condiciones que nos introduce en otra dinámica. ¿Cómo lo siento y lo vivo yo aquí y ahora…?

Evangelio: Marcos 9, 2-10 En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: "Éste es mi Hijo amado; escuchadlo." De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: "No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos." Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de "resucitar de entre los muertos". Tal vez llevo la vida entera buscando el verdadero rostro de Dios. Tal vez, acabo de conocer su Palabra y su Promesa. ¿Soy capaz de encontrarle, día a día, junto a la prisa y los nervios? ¿Necesito de algo más? ¿Dónde busco su presencia?... … Me pongo en la piel de aquellos tres discípulos de Jesús, que después de tantas jornadas juntos le contemplan ahora de una manera tan distinta y me fijo en la actitud de Pedro quien, tentado de quedarse en esa montaña alta, es tranquilizado por Jesús ¿Qué te dice esto? ¿Le siento como los apóstoles transfigurado, con el mismo deseo? ¡Señor quiero verte!?

Evangelio Juan 2:13-25 Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará. Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así?» Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.»Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo. Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús. Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver las señales que realizaba. Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que hay en el hombre. El evangelio de hoy nos muestra de Jesús una faceta poco habitual, incluso puede parecer contraria a lo que el mismo suele predicar. Jesús volcando mesas y echando a la gente. ¿Qué quieres decirme Señor? ¿Acaso es una invitación a evitar la tibieza, la indiferencia… y a denunciar la injusticia, la violencia, la exclusión que veo a mi alrededor en todo “templo de Dios, como dice san Pablo? ¿Quizás me está invitando a colocar lo verdaderamente importante en el centro y apasionarme por ello? … Es posible que Jesús me llame a revisar que tal vez me pierdo en detalles y descuido lo esencial. A veces, El habla del templo interior y yo interpreto el exterior. Quizás cuido las formas que se ven y descuido lo profundo. La escena del templo refleja una lucha, una batalla que tal vez se da nos sólo en el exterior sino en el interior de todos nosotros. ¿Qué me dice todo esto a mí?

Evangelio: Marcos 1, 12-15 En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio".El evangelio nos presenta a Jesús movido por el Espíritu al desierto como lugar de prueba y de tentación. Fue una constante en la vida de Jesús. Es una prueba de que no hay vida sin lucha, la vida es un combate. En los momentos significativos de mi vida: tengo que tomar decisiones, me encuentro con dificultades, contratiempos, tengo que vivir nuevas etapas… ¿qué es lo que me guía realmente en esos momentos de mi vida…? … Con la desaparición de Juan de la vida pública, Jesús empiece a anunciar la Buena Noticia: Dios nos ama y nos invita a mirarnos, a vivir desde ese amor. ¿Cómo vivo y siento esa Buena Nueva en mi vida? ¿Acaso continúo creyendo que lo primero que tengo que hacer es arrepentirme y así seré amado por Dios? ¿Y si lo primero es el amor? ¿A qué me invita?