Want to make creations as awesome as this one?

Transcript

La medicina

en la

historia

Primer representante del pensamiento y el arte médico

Favorecer o al menos no perjudicar

No actuar cuando la enfermedad es mortal

Ir contra el principio de la causa

Hipócrates

Galeno

Avicena

Tras la llegada del Imperio Romano, Galeneno es la figura más representativa.

Sus trabajos abarcaron todos los campos del saber científico y artístico de su tiempo, e influyeron y mucho, en la medicina y en el pensamiento escolástico de la Europa medieval, especialmente en los franciscanos.

Reelaboró la herencia intelectual y técnica propia del corpus hipocrático y la mejoró mediante una influyente teoría de la correcta indicación terapéutica.

En la Edad Media se relacionó la enfermedad con lo que enseñaba el Cristianismo; la imperfección de la naturaleza del hombre que puede enfermar en cualquier momento y la consecuencia del pecado original y por tanto el carácter de prueba moral que tiene la enfermedad.

Entre los siglos XV y XVI comienza en Europa, un nuevo modo de ver y entender la vida al cual podemos llamar "pre-moderno".

En el nuevo proyecto filosófico-moral se relaciona moralidad con racionalidad, poco a poco va apareciendo una concepción racional del comportamiento saludable, el cual empieza a ser la base de una política sanitaria que va asumiendo el nuevo estado nacional.

La salud y la enfermedad del cuerpo y el espíritu no atañen sólo al hombre, sino que el estado tiene una responsabilidad hacia ella que se orienta hacia una campaña universal a favor de la salud.

A partir del siglo XVI aparece la idea de que la enfermedad puede contagiarse.

Fracastoro publica en 1546: "De contagione et contagiosis morbis", que es un verdadero estudio consagrado a las causas, la naturaleza y las consecuencias del contagio microbiano.

A lo largo del siglo XVI se cree fuertemente en la figura de Satán, por tanto la patología psíquica dominante en el siglo XVI es el satanismo. Satán hace perder la razón a aquellos de quien se apodera.

Los siglos XVI y XVII ven el mal y la enfermedad encarnados en los secuaces del diablo, en los brujos y brujas, que naturalmente se queman en la hoguera.

Es a partir de finales del siglo XVIII y sobre todo durante el siglo XIX, cuando se olvida lo hasta ahora creido y se inicia una nueva y revolucionaria etapa.

Surge una nueva forma de pensar con respecto a la vida, la muerte y la enfermedad.

Aparece ahora el ansia de vivir sobre la tierra y la conciencia de que el arte de dirigir la vida puede llevar hacia este fin

A lo largo de la primera mitad siglo XX se impuso en la sociedad la lucha contra la enfermedad y la tasa de esperanza de vida aumento considerablemente.

En 1948 la Organización Mundial de la Salud (OMS), definió la salud como: Un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad.

Trás la segunda guerra mundial, el estado se empieza a configurar como estado del bienestar y adquiere como una de sus principales funciones velar por la salud y el bienestar de todos los ciudadanos.

Los años que siguen inmediatamente a la revolución francesa vieron nacer dos grandes mitos; el de una profesión médica nacionalizada, organizada a la manera del clero, e investida, en el nivel de la salud y del cuerpo, de poderes parecidos a los que éste ejerce sobre las almas; y el mito de una desaparición social de la enfermedad en una sociedad sin trastornos y sin pasiones.

En la lucha contra la enfermedad y apoyándose en la técnica se ha avanzado extraordinariamente en los métodos diagnósticos. Las enfermedades pueden permanecer asintomáticas durante largo tiempo, para intentar detectarlas se ha avanzado hacia la prevención de la enfermedad; el estado y las instituciones sanitarias intentan educar a la población para hacerla sensible a aquellos trastornos que aún no le producen ningún síntoma.

Por el camino del diagnóstico prenatal o preconcepcional podrá incluso llegar a decidirse si vale la pena o no dejar nacer a un individuo que con probabilidad desarrollará determinada enfermedad a los diez, veinte o cuarenta años de vida.

Finalmente todo este mundo de enfermos latentes y la tecnificación necesaria para su correcto diagnóstico y tratamiento representan para la sociedad un importante costo económico que, en una sociedad que ha reconocido que el crecimiento económico indefinido no es posible, supone un importante problema.

Se hacen evidentes conflictos y problemas éticos en cuanto a posibilidad de financiación pública de ciertas patologías.