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Material para trabajar la Semana Santa en la clase de Religión

Transcript

La celebración del Domingo de Ramos tiene dos momentos estelares: la celebración de la vida o triunfo de Jesús mediante la procesión de los ramos y la conmemoración de la muerte de Jesús con la lectura de la Pasión.

Cuando el Evangelio de San Juan relata que Jesús decide lavarle los pies a sus discípulos, nos ofrece un testimonio de la vocación al servicio del mundo y de la Iglesia que tenemos nosotros los fieles.

El Jueves Santo recordamos la cena muy especial en la que Jesús se reunió con sus apóstoles para celebrar la Pascua; ésta era una fiesta muy importante para el pueblo judío que recordaba la salida de la esclavitud en Egipto.-Al finalizar la cena, Jesús tomó un pan y un cáliz con vino. Diciendo: "Tomad y comed todos de él, esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros". "Tomad y bebed todos de él, este es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros y por todos para el perdón de los pecados." Después les dijo a sus apóstoles: "Haced esto en memoria mía". En ese momento quedó instituido el Sacramento de la Eucaristía.Ésta es la primera misa que se celebró. Ahora son los sacerdotes y los obispos los que consagran el pan y el vino, y celebran la misa.

En Viernes Santo se reza el Vía Crucis. Es una manera de recordar la pasión de Jesús y de revivir con Él y acompañarlo en los sufrimientos que tuvo en el camino al Calvario. Esta costumbre viene desde finales del siglo V, cuando los cristianos en Jerusalén, se reunían por la mañana del Viernes Santo a venerar la cruz de Jesús. Volvían a reunirse al empezar la tarde para escuchar la lectura de la Pasión. Se divide en catorce estaciones que narran, paso a paso, la Pasión de Cristo desde que es condenado a muerte hasta que es colocado en el sepulcro. El Vía Crucis se reza caminando en procesión, como simbolismo del camino que tuvo que recorrer Jesús hasta el Monte Calvario. Hasta adelante, alguno de los participantes lleva una cruz grande y es el que preside la procesión. Se hacen paradas a lo largo del camino para reflexionar en cada una de las estaciones, mediante alguna lectura específica.

Estas son las siete declaraciones de Jesucristo hechas en la cruz (sin un orden en particular). (1) Mateo 27:46 nos dice que “alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: ELI, ELI, ¿LEMA SABACTANI? Esto es: DIOS MIO, DIOS MIO, ¿POR QUE ME HAS ABANDONADO?” Aquí Jesús estaba expresando Sus sentimientos de abandono al haber colocado Dios los pecados del mundo en Él – y por esta razón, Dios tenía que “volver Su rostro” de Jesús. Mientras Jesús estaba sintiendo ese enorme peso del pecado, Él estaba experimentando Su separación de Dios Padre por única vez en toda la eternidad. Esto también fue en cumplimiento a la declaración profética en el Salmo 22:1. (2) “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” (Lucas 23:34). Aquellos que crucificaron a Jesús no estaban conscientes del alcance total de lo que estaban haciendo, porque ellos no lo reconocían como el Mesías. Su ignorancia de la divina verdad no significaba que merecieran el perdón, y la oración de Cristo en medio de sus burlas hacia Él, es una expresión de la ilimitada compasión de Su gracia divina. (3) “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 23:43). En esta declaración, Jesús está asegurando a uno de los criminales en la cruz, que cuando él muriera, estaría con Jesús en el Cielo. Esto estaba garantizado porque aún en la hora de su muerte, el criminal había expresado su fe en Jesús, reconociéndolo como lo que Él era (Lucas 23:42).(4) “Padre, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU.” (Lucas 23:46) Aquí, Jesús está abandonando voluntariamente Su alma en las manos del Padre, indicando que Él estaba por morir y que Dios había aceptado Su sacrificio. Él “se ofreció a Sí mismo sin mancha a Dios,” (Hebreos 9:14).(5) “¡Mujer, he ahí tu hijo! y “’He ahí tu madre! Cuando Jesús vio a Su madre de pie cerca de la cruz con el apóstol Juan, a quien Él amaba, Él encomendó en las manos de Juan el cuidado de Su madre. Y desde aquella hora Juan la recibió en su propia casa (Juan 19:26-27). En este verso Jesús, siempre el Hijo compasivo, se está asegurando de que Su madre terrenal sea cuidada después de Su muerte. (6) “Tengo sed” (Juan 19:28). Jesús está cumpliendo aquí la profecía Mesiánica del Salmo 69:21: Y por comida me dieron hiel, y para mi sed me dieron a beber vinagre.” Al decir que estaba sediento, los guardias romanos respondieron dándole vinagre, que era lo acostumbrado en una crucifixión, con lo cual daba cumplimiento a la profecía. (7) “¡Consumado es!” (Juan 19:30) Las últimas palabras de Jesús significaron que Su sufrimiento había terminado, así como toda la obra que Su Padre le había encomendado realizar, que era, predicar el Evangelio, obrar milagros y obtener la eterna salvación para Su pueblo, todo estaba hecho, terminado y cumplido. La deuda por el pecado estaba pagada.

Después de la muerte en la cruz de Jesús de Nazareth, José de Arimatea pidió a Pilato el cuerpo de Jesús; éste preparó el descendimiento y posterior sepelio de Jesús. Durante el descendimiento, estaban presentes, entre otros, María y María Magdalena, además de Nicodemo y José, subiendo unos lienzos a la Cruz para ayudarse para bajar el cuerpo. Habiendo descendido del todo el cuerpo, lo envolvieron desde las rodillas hasta la cintura y lo entregaron a su madre (escena de la "Piedad").

El Domingo de Resurrección, es el día en que Jesucristo resucita después de la crucifixión, va al encuentro con sus apóstoles y luego sube hacia los cielos, también es la finalización de la Semana Santa.El Domingo de Resurrección o de Pascua es importante para los católicos, ya que con la Resurrección es cuando adquiere sentido toda su religión.En la Misa dominical este pasaje se recuerda de una manera especial. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.

Del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35 Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?» Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron». Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?» Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.

Juan 20, 11-19Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, 12 y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13 Dícenle ellos: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les respondió: "Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto." 14 Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 15 Le dice Jesús: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?" Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré." 16 Jesús le dice: "María." Ella se vuelve y le dice en hebreo: "Rabbuní" - que quiere decir: "Maestro" -. 17 Dícele Jesús: "No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios." 18 Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.