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Hola soy Ángela y os voy a contar por qué estoy aquí. Para ello debes interactuar ordenadamente por cada parte de mi cuerpo que tengo enumerada; primero por mi pie derecho, después por mi pie izquierdo, mi corazón, mi mano derecha, mi mano izquierda, mi cerebro derecho, mi cerebro izquierdo y finalmente por mi corazón nuevamente.

¿Y qué relación existe? Ahora os cuento. Pero para ello dale al 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8.

--------------------------Autora: Inma Aparici Sancho@InmaAparici

Imagen CC dominio público de https:/pixabay.com/es

Bajo licencia:

6.- Mi parte derecha del cerebro. Mi parte derecha del cerebro, que era mi parte emocional que guardaba cautelosamente mis sentimientos y mis habilidades creativas, artísticas y musicales, me decía que no me conformará. Y me repetía una y otra vez que debía luchar para conseguir mis sueños y volver a encontrar mi trabajo ideal; mi Love Work.

8.- Mi corazón. Y nuevamente visité mi corazón. La verdad es que en todo momento hemos estado conectados. Él es mi motor. También ahora. Pero para solucionar aquel problema, mi corazón por primera vez se nutrió de una inesperada energía y puso toda mi silueta en posición activa. La que estáticamente tengo y ahora seguís viendo. Más que figura activa, es de forma proactiva. Y en todo momento mantenida sin cambiarla. ¡Mírame! Aun la conservo. Y así, tal y como lo pensé en aquel momento, lo hice. Para nada me conformé. Hice lo que todos debemos hacer para disfrutar de nuestro love work; coger de inmediato las riendas de nuestra vida, y con todo nuestro cuerpo, también con nuestros brazos y manos y toda la voluntad de la que podamos disponer, luchar por encontrar el trabajo que tanto ansiamos… El mismo que ahora yo estoy disfrutando. FIN

3.- Mi corazón. Rápidamente me formé en aquello que realmente me gustaba. Amé con todo mi corazón los estudios que cursé, y tanto disfruté aprendiendo, que realmente conseguí una buena formación personal y académica.

1.- Mi pie derecho. Recuerdo que cuando era pequeña todas las mañanas me levantaba con mi pie derecho, con felicidad y con muchísima imaginación. Mi creatividad volaba en todo momento, y ella, en su nube, construía incesantemente las más fantásticas historias que mi mente podía crear. --------------------

2.- Mi pie izquierdo. Era tanta la emoción que sentía, que en mi vida siempre había caminado con valentía hacia mis objetivos trazados, y transitando paso a paso por dicho camino, mi pie izquierdo siempre había ido acompasado a mi pie derecho, disfrutando por ello de un asegurado equilibrio en esas caminatas, que ahora a ciencia cierta sé que eran de agradecer.

5.- Mi mano izquierda. Mi jefe falleció y en poco tiempo mi mano derecha chocó con la mano derecha de mi nuevo jefe, y mi mano izquierda tuvo que actuar. Mi mano izquierda decidió organizarlo todo resolutivamente para solucionar el problema. Y con rapidez diagnosticó que con el nuevo jefe, yo había perdido autonomía en el trabajo, y ello me había sumido en un estado de total insatisfacción en el desempeño de mis actividades laborales. Y la cosa fue de mal en peor.

4.-Mi mano derecha. Fui la mano derecha de la primera empresa en la que trabajé. En ella emplee toda mi fuerza. Hice las cosas lo mejor que pude. Y constantemente me iba formando para adaptarme a las nuevas circunstancias. Actué en todo momento con toda la inteligencia emocional y ejecutiva que requería mi puesto de trabajo. Pero mi situación laboral se torció.

7.- Mi parte izquierda del cerebro. Por el contrario mi parte izquierda del cerebro era mi parte racional. En ella se guardaba mi lógica, al tiempo que se encargaba de regir mi habla, mi escritura, mi numeración y mis operaciones matemáticas. Con ello, fácil era entender que esta parte daba mucha importancia a mi seguridad laboral, y constantemente me estaba repitiendo que debía quedarme en la empresa. Que no valía la pena correr ningún riesgo buscando nuevo oficio. Que en esa entidad tenía trabajo y salario pactado. Y que por ello, no debía dejar a mi nuevo jefe, aunque esto finalmente me supusiera estar quemada, de tan desmotivada que pudiera llegar a sentirme en ese trabajo. Y reflexioné. Y tras reflexionar poniendo mi mano derecha en mi pecho como posteriormente he hecho tantas veces, tomé una decisión para solucionar mi problema laboral.