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Historias del Camino Real

En tiempos de los conquistadores españoles existía el Camino Real, que unía la ciudad de Potosí, en el Alto Perú, con Buenos Aires.

Este arriero lleva mulas. Las mulas son resistentes y pueden presentir los peligros del camino. Cuando huelen algo "raro", no avanzan.

El Camino Real está lleno de peligros. De noche, lo único que alumbra es la Luna. En verano, el Sol te quema la cabeza. Si llueve mucho, se forman pantanos.

La Ruta 9 cubre parte de lo que era el antiguo Camino Real.

Las travesías por el Camino Real nunca fueron fáciles, pero después de los agitados días de mayo, entre patriotas y realistas las cosas se pusieron peor. Así que patrullas militares de uno y otro bando recorrían el camino.

Cuando el trabajo es transportar mercaderías de un lugar a otro, a veces los ejércitos pueden quedarse con los animales y los productos.

En el camino hay postas para que los viajeros descansen. El hospedaje es gratis y las provisiones son baratas. En la posta vive el postero. Es el dueño de los caballos. También vive el postillón, que acompaña a los viajeros hasta la próxima posta.

En distintas épocas del año, en los caminos pueden verse familias con chicos, que van a trabajar en las haciendas.

El camino es de tierra. En verano, el polvo vuela por todas partes. Hay que conocerlo bien: si un caballo mete la pata en las vizcacheras, seguro que se manca.

Si estás a favor o en contra de la Revolución, si tenés algún mensaje secreto o viajás con una misión especial, tu vida puede correr peligro.